Dave POV
Dave azotó la puerta de su departamento y dejó caer sus llaves sobre una mesa a la que nunca antes le había visto una función. Inspiró unas cuantas veces aunque ya había confirmado que la maldita técnica de la respiración para la ira era un fraude.
Nunca antes en toda su vida había sentido tantas ganas de destrozar algo, sin embargo, se contuvo. Porque en algún lugar en su interior estaba el Dave calmado que sabía que no lograría nada con destrozar su departamento, ni siquiera una satisfacción momentánea.
Caminó hasta el bar y se sirvió una cantidad insana de alcohol que tomó de dos tragos. Volvió a servirse antes de dejarse caer en el sofá y dejar que su vista vagara por las luces de la ciudad.
Él no era de los que tomaba, menos aún de los que se embriagaban, de hecho, siempre había considerado aquel bar como algo bonito, pero innecesario, sobre todo dada su casi nula tolerancia al alcohol, sin embargo, en ese momento lo consideró bastante apropiado. Tal vez eso era lo que necesitaba para calmarse un poco.
¿Por qué... ? ¿Por qué de todos los días, todos los lugares y todos los momentos, había tenido que encontrarse con Maia justo ese día? ¿Por qué en esas circunstancias?
Una parte de él le gritaba que las palabras de Maia debían darle igual, y tal vez así era, pero no podía hacerlo. Él... No debía sentirse culpable por nada, porque ninguna cosa de las que había sucedido era su responsabilidad y aún así experimentaba ese ardor inexplicable en su pecho al recordar el desagradable encuentro.
Miranda había tomado sus decisiones y en el camino había herido a demasiadas personas. Él obviamente estaba incluido, sin embargo no era quien había salido peor parado. Debía admitir que, si alguien había sufrido por las últimas decisiones de Miranda, esos eran Brett y su familia.
Él sabía que las cosas no eran como Maia lo había hecho ver. Él había sufrido su muerte, seguía doliéndole, porque era tan estúpido como para seguir amándola aún después de todo.
Esos días de pesadilla en los que nadie sabía su paradero o el de Jessica y su sobrina habían sido los peores. Él se encontró debatiendose entre la lealtad a su familia y una absurda preocupación por lo que pasaría con Miranda luego que, al final no había estado tan infundada.
Y en un diminuto rincón en alguna parte de sí mismo, celos y dolor de que, aún en esas enfermas circunstancias, Miranda nunca luchó por lo suyo con la mitad de la loca intensidad con la que se había obsesionado por Brett.
Cada día en los últimos tres meses, Dave se había preguntado si había hecho lo correcto. Si llamar a la policía e indicarles la dirección de la cabaña de los Graham había sido una buena idea. Lo más triste era saber que, si no hubiera llamado, en esos momentos tal vez estuviera arrepintiéndose de cosas peores.
Cada día en los últimos tres meses, Dave había sufrido pesadillas que recreaban el momento en el que su madre le llamó para contarle que todo había terminado. Bree estaba en casa, Jessica iba rumbo al hospital... Y el silencio que se había formado cuando él preguntó por Miranda y ella le respondió con dos palabras que aún hacían eco en su cabeza: “Está muerta”.
Cada noche por 84 días... Menos una sola noche. Tenía grandes probabilidades de que se debiera a que estaba demasiado enferno, incluso para soñar, o tal vez a que había tomado demasiadas aspirinas; y una parte de él también le recordaba que tenía grandes probabilidades de que se debiera a la compañía.
Se apretó el puente de la nariz y cerró los ojos con fuerza al pensar en Allyson. Ella era la culpable de que no pudiera poner sus ideas en orden. Antes de que apareciera, con su locura y su escándalo, él estaba seguro de todo, estaba seguro de lo que sentía, pero ahora no estaba seguro de nada.
Había hecho todo lo que podía para mantenerla alejada y era toda una sorpresa que su genio de mierda no la hubiera espantado aún. Bueno... Tal vez acababa de hacerlo, había visto como como había rebozado toda esa paciencia que parecía tener con él y muy seguramente ella no quisiera volver a dirigirle la palabra nunca más.
Lo gracioso de la situación era que, dos meses atrás hubiera estado exultante de felicidad, pero en esos momentos no estaba tan seguro. Allyson había llegado con sus ideas raras y con esa sonrisa que no se borraba de su rostro y por cortos periodos de tiempo lo había hecho recordar el hombre que era antes, porque aunque costara creerlo, el no había sido un idiota toda la vida.
El problema era que seguía estando mal. Allyson seguía siendo Allyson y las razones que le había dado seis años atrás seguían siendo vigentes, excepto, claro está, la de verla como una hermana. En esos momentos no podría verla como una hermana aunque hiciera un pacto con el diablo y eso estaba mal.