Allyson se apretó el abrigo mientras caminaba entre las personas, en busca de un buen lugar.
-¿A quién diablos se le ocurre organizar un concierto de jazz al aire libre en pleno enero? -gruñó entre dientes.
-A los mismos que contaban con personas como tú para comprar boletas.
Le lanzó una mirada de pocos amigos a Dave. Aún no se sentía de muy buen humor a su alrededor y sus comentarios tampoco ayudaban mucho. Allyson no lograba hacerse una idea de por qué había contestado su llamada la tarde anterior o por qué, después de aceptar la torpe disculpa de Dave había terminado dando una respuesta afirmativa a su pregunta acerca de la cita de ese día y si seguía en pie, pero ahí estaba conteniendo las ganas de ahorcarlo mientras serprenteaba entre un montón de personas.
-Estaban a buen precio -resopló.
-Me pregunto si será porque intuyeron que estaríamos bajo cero o porque generalmente este tipo de actividades son gratuitas.
Allyson escuchó el tono de burla en su voz y eso solo la hizo sentir más enojada. Se detuvo de golpe y se giró para poder mirarlo de frente.
-No tenías que venir si no querías, y puedes marcharte cuando te dé la gana -gruñó, golpeándolo en el pecho con su dedo índice.
-No dije que no quisiera venir, parece un lugar agradable -replicó Dave, tras detener el violento ataque de su dedo- Solo... Relájate, ya te dije que lo siento.
-Y yo te dije que da igual.
Obviamente no le daba igual, pero incluso ella continuaba sin saber por qué. En cierta parte, entendía a Dave, la situación y su reacción al encuentro con la tal Maia. Él se había disculpado y de hecho, esa noche no se estaba comportando como un completo idiota, casi. De si misma no podía decir lo mismo, aunque nadie podía juzgarla.
En su cabeza las cosas funcionaban de maneras diferentes y, si era sincera, no necesitaba que nadie la entendiera. Dave la había hecho enojar, cosa que no sucedía con mucha frecuencia y de la misma forma, las razones de su enojo solían pasar más de dos o tres días rondando en su cabeza, por lo mismo se le hacía muy difícil dejar de estar enojada de la noche a la mañana.
Alcanzó a ver un rincón perfecto para ellos a unos pocos metros de distancia y apresuró el paso antes de que alguien lo tomara. Al menos el berrinche de Dave por el hecho de tener que sentarse en el suelo ya había pasado y ahora podían enfocarse en lo que era realmente importante: la música Jazz que comenzaba a escucharse por todo el lugar.
Ella no podía decir que era experta en ese tipo de música, o que fueran fan, sin embargo, le gustaba lo suficiente como para estar dispuesta a escucharla por tres horas. No era lo que sintonizaría en la radio, pero podía disfrutarla. Lo gracioso era que, en realidad, no tenía una idea del tipo de música que le gustaba a Dave.
Le lanzó una mirada mientras ambos se acomodaban contra un árbol.
-Estamos lejos del escenario -destacó Dave.
-¿Para qué quieres ver? Es Jazz, solo escucha.
Él asintió, conteniendo una leve sonrisa. Era definitivo, David parecía tener mejor humor cuando ella escupía fuego. Por un lado, eso la hizo sentir más furiosa, por otro, una parte de ella ridícula y ocurrente que no sabía poseer, gritó emocionada que se complementaban sin pretenderlo.
Aparto la vista mientras espantaba ese tipo de pensamientos de su cabeza, lo mejor que que podía hacer, para evitarse problemas con el ya complicadísimo Dave, era mantener la cabeza en la tierra.
Ese tipo de estupideses había estado bien en la adolescencia, pero incluso en ese entonces, fantasear con él no había terminado bien y sinceramente no era algo que quisiera repetir.
-Entonces... ¿Te gusta el jazz? Cuestionó él, unos minutos después.
Allyson tardó un momento en contestar.
-Si, un poco. ¿Y a ti?
-Acabo de descubrir que si.
Intentó contener una sonrisa, pero no lo logró del todo. Aunque no se atreviera a admitirlo en voz alta, el que él disfrutara de las citas la hacía sentir mucho mejor.
Las próximas fueron, por mucho, las tres horas más tranquilas que había pasado con Dave jamás. Cualquiera pudo haberlos confundido con una pareja de amigos común y corriente e incluso, por un momento, Allyson se olvidó de frío. Tal vez porque se olvidó de su mal humor y aprovechó la excusa que le proporcionaba el querer estar contra el tronco del árbol y poder percibir el calor del cuerpo de Dave.
La temperatura había descendido hasta el punto de hacerle castañear ligeramente los dientres cuando el concierto terminó. Un montón de personas se habían marchado ya y solo los más valientes, o locos, estaban marchándose para ese momento.
Ella estaba pensando en lo incómodo del silencio que los rodeaba, cuando sentir algo pesado contra los hombros la hizo resoplar sorprendida. Le tomó solo unos segundos comprender que se trataba de el abrigo de Dave.
Abrió la boca, pero no logró decir nada antes de que el la interrumpiera.
-Ni se te ocurra quejarte, es eso o la hipotermermia.
-Pero es tu abrigo -se quejó, con voz débil.