Y ahora ¿qué piensas? #4

21*** Palialgoditas.

Allyson miró a Dave sobre su humeante taza de chocolate. Ninguno había dicho nada, aún así  el silencio entre ambos no era incómodo, más bien era... cargado.  

Él sostenía su chocolate entre los dedos y, a diferencia de Allyson, si lo había llevado a sus labios al menos una vez, ella no podía hacer otra cosa que mirarlo.  Su cabeza era un mar de dudas y confusiones. De cosas que no entendía y otras que entendía demasiado bien.  Un desorden de preguntas que no estaba segura de querer formular.  

Dejó descansar sus brazos sobre la mesa frente a ella, la temperatura de la taza entre sus manos ya no lograba calentarle los dedos. Dio un trago al líquido tibio sin apartar la mirada de Dave y por más que lo intentó, no logró encontrar algo para decir.  ¡Increble!  

Tal vez debía admitir que la había sorprendido. Nunca habría esperado las palabras que había escuchado de Dave unos minutos atras.  ¿Dave cediendo, aunque fuera un poco?  ¿Dave admitiendo que había perdido el control de la situación?  ¿Dave, que no intentaba recuperar ese control?  Nadie podía culparla por quedarse sin palabras. 

Aún así  hizo un esfuerzo en poner su mente a funcionar, carraspeó, tras dar otro sorbo a su chocolate, solo para ganar tiempo y luego tamborileó sobre la mesa con la punta de los dedos. 

Tal vez habría dicho algo muy interesante, pero Dave eligió ese momento para interrumpirla.  

—No sé si vayas a tomartelo a mal, pero verte en silencio por tanto tiempo es preocupante —Miró de ella a su reloj al menos tres veces—. Han pasado... Ocho minutos. Es demasiado para ti.  

Allyson le lanzó un fugaz mirada de fastidio, no pensaba discutir eso.  Mordisqueó una esquina de la uña de su pulgar derecho mientras su mano izquierda continuaba golpeando la mesa. 

—Bueno, si... No puedes culparme por eso después de prácticamente haberme propuesto que sea tu amiga con derechos.

—Yo no dije nada que no fuera de esperarse después de todo lo que ha pasado y eso no fue lo que te propuse, yo me refería a...  ¿Puedes dejar de hacer eso?  

—¿Qué cosa? 

—Ese golpeteo sobre la mesa —explicó, al mismo tiempo que dejaba caer su mano sobre la de Allyson, deteniendo el movimiento de sus dedos. 

Ella intentó controlar el golpeteo que se instaló en su pecho, sospechaba que pasaría mucho tiempo antes de que su frecuencia cardiaca dejara de enloquecer cada vez que Dave la tocaba. 

»Oye, Allyson, no lo compliques intentando buscarle un nombre... 

—No, oye tu, David. Primero dejemos en claro que no soy estúpida; te conozco y conozco los tipos como tu. "No intentes ponerle un nombre" es el equivalente a "quiero tener sexo sin responsabilidades". 

Él se dejó caer contra el respaldo de su silla y sonrió de lado.  

—De hecho, no es el equivalente a nada.Pero lo del sexo sin preocupaciones suena bien, gracias.  

—Eres un idiota ¿Te lo han dicho alguna vez —se cruzó de brazos, fallando de forma miserable en lo de contener la risa.  

—Si, unas cuantas docenas de veces. 

—Me alegra saber que no soy la primera en notarlo —asintió antes de darle un último trago a su chocolate, aún quedaba la mitad, pero ya no era algo que le importara—. Aclarados todos los puntos... ¿En tu cama o en la mia? 

***

Allyson apartó la vista de Penny. Era capaz de jurar que si volvía a ver otro algodón de azúcar, vomitaria.  Lo había dicho al menos tres veces, pero a su amiga no parecía importarle, continuaba envolviendo palomitas en esa cosa rosa y jurando que había descubierto el sabor del futuro. Si la dejaba sola diez minutos era capaz de salir corriendo a la oficina de patentes para registrar la mezcla. 

Ella ni siquiera sabía que podía odiar tanto a algo rosa, suave y dulce hasta ese momento.  

—¿Estás segura de que no quieres probarlas, Ally?  Es mi última oferta. 

—Estoy muy segura de que no me interesan tus pali... palo... 

—Palialgoditas —la corrigió su amiga, llevándose otra pali... eso a la boca. 

—Es asqueroso —sentenció y apretó a Bree en sus brazos. Al parecer a la pequeña si le parecían cool los inventos de Penny. 

—Dejala, Ally, es su cumpleaños. Tiene derecho a comer tanto algodón como quiera. 

—Su mamá dejo muy claro que no puedes darle más azúcar, va a explotar —se burló, mirando la cara regordeta de Bree llena de azúcar y alguna sustancia violeta y pegajosa que Allyson no intentaría identificar —. Harás que un bebé explote en su cumpleaños, Penny. 

—De hecho, su mamá es la culpable  de que esa enorme mesa con dulces llamativos esté ahí, así que no puede culparme por darle a mi sobrina lo que quiere en su cumpleaños —Penny se llevó a la boca su última palomita envuelta en algodón dulce y le arrebató a Bree de los brazos —Ahora, si nos disculpas, la cumpleañera y yo iremos a ver cuando nos darán pastel.  



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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