—Buenos días.
Allyson levantó la vista y sus ojos chocaron con los de su madre, fijos en ella. Había en sus labios una sonrisa que intentaba ser normal, pero solo lograba hacerla sentir incómoda.
Deseaba no saber que tipo de conversación le esperaba, pero no era así.
—Buenos días, mamá.
Se acercó hasta el refrigerador para servirse un vaso de zumo, que se terminó en pocos tragos. Ojalá su huída no fuera tan evidente.
—¿Es lo que vas a desayunar? —cuestionó su madre, frunciendo el ceño.
—Voy a correr, volveré en una hora para ducharme antes de ir al trabajo —explicó.
Lo que menos le apetecía era darle a su madre la impresión de que tenía tiempo para hablar, aunque en realidad si podría detenerse un minuto o dos, no quería quedarse a solas con su madre por mucho tiempo hasta que olvidara la visita de Dave.
—Oh...
—¿Oh, qué, mamá?
—Nada, yo solo... Nada — Allyson dejó su zumo sobre la encimera y enarcó una ceja. Su madre hizo un gesto de inocencia —¿Que tal anoche, con Dave?
—¿Qué pasa con Dave? —cuestionó dándole la espalda e intentando que su voz sonara firme.
—Nada —se apresuró su madre.
Allyson echó un vistazo a su teléfono mientras caminaba hasta la pila y dejaba allí su vaso.
—Y... ¿Ustedes están...?
—No estamos nada —la interrumpió. intentó que su sonrrisa fuera relajada—. Es solo un amigo.
—Es curioso que hayan decidido hacerse amigos de la noche a la mañana.
—No comiences, mamá.
En un esfuerzo por finalizar la charla, Allyson tomó su celular y marcó el número de Penny por doceava vez en las últimas 24 horas. No recibió respuesta.
—Yo solo digo que no recordaba que fueran amigos —continuó su madre, ignorando su fallido intento por dar por terminada la conversación —al menos no de los amigos que no besan.
Allyson dejó escapar un suspiro de cansancio. Dejó su teléfono sobre la encimera y miró a su madre fijamente. Aquella era la peor forma de iniciar el día.
—Mamá, yo no suelo pedirte cosas, pero necesito que me jures que me vas a guardar el secreto del resto del mundo por primera vez en la vida.
Confiar en que su madre pudiera mantener la boca cerrada era, en su humilde opinión, ser demasiado optimista. Por desgracia, era su única opción, aunque con sus palabras le estuviera confirmando que algo pasaba entre ella y Dave. Tampoco es que fuera algo que pudiera negar, no si su madre los había visto besarse.
—¿Qué clase de madre sería si no pudiera guardarle un secreto a mi niña?
Vio como la sonrisa de su madre se hacía enorme y se llevó la mano a la cabeza.
—Les dijiste a todos que iba a casarme con Arthur, mamá —la acusó.
—Estaban saliendo.
—Tres veces. Solo salimos tres veces —aclaró, forzandose a sonar calmada.
—Es que lucían tan enamorados.
—Arthur es un idiota, mamá y tu ni me conoces ¿Como podrías saber como luzco enamorada si me ves como cinco veces al año?
El silencio se apoderó de la habitación. Tal vez Allyson había logrado mantener su voz calmada, pero no había logrado lo mismo con su lengua. Tan pronto las palabras salieron de su boca sintió deseos de retractarse, pero sería ridículo hacerlo, sobre todo porque tanto su madre como ella misma sabían que decía la verdad.
Odiaba discutir con su madre, sentirse mal agradecida. Se repetía cada día que no le importaba que sus padres no hubieran estador en casi ninguno de sus momentos más importantes, se lo había repetido tantas veces que una gran parte de ella se lo creía sin cuestionamientos, pero había una pequeña porción de sí misma que estaba resentida.
Y Allyson odiaba esa parte de ella. ¿Podía culpar a los nervios por la desaparición de su amiga de estarla convirtiendo en una cascarrabias?
—Debo marcharme, yo... Hmmm... Se me hace tarde —balbuceó, tomando su teléfono y saliendo de la cocina.
De camino a la puerta, volvió a marcar el número de Penny. No le sorprendió escuchar lo mismo que las veces anteriores: "El número que ha marcado no está disponible... ".
¿Donde diablos andaba Penny?
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—¿Estás segura? —cuestionó, sintiendo auténtica preocupación por primera vez en toda la semana —¿Segura que no sabes nada?
—Ya te dije que no la he visto, no hemos hablado. ¿Yo desde cuando me convertí en tu amiga de repuesto? Ese exhaustivo, siempre tienes dramas y cosas sobre las que quieres hablar.
—Esto es serio, yo diría preocupante, Jessica —replicó pensativa. Ni siquiera tenía cabeza para responder a las palabras de la chica en proporción.