Y ahora ¿qué piensas? #4

25* Canciones fúnebres.

Allyson dejó caer su bolsa sobre el sofá del salón y lanzó una mirada a las que Dave llevaba en las manos. Tal vez relamerse los labios habría sido un gesto exagerado, pero moría de hambre y el aroma que la comida desprendía amenazaba con llevarla a la locura.

Él la había escuchado quejarse al menos diez veces de los crugidos de su estómago y parecía estar disfrutando de torturarla. Dejó las bolsas de papel con su cena sobre la encimera y le dedicó a Allyson una sonrisa burlona. Ella podía jurar que veía el humo salir del empaque del exclusivo restaurante italiano al que habian ordenado para cenar y eso solo lograba enloquecer aún más su estómago.

-Si vas a ducharte ahora, cuando regreses todo estará listo -comentó Dave, mientras sacaba la comida que habían comprado unos minutos atrás.

-¿Qué tal si cenamos ahora y dejo lo demás para después -cuestionó con una sonrisa pícara.

-Primero ducha, luego cena. Así son las cosas.

Allyson hizo una mueca de disgusto.

-Si cenamos ahora, luego podemos meternos dentro de la ducha -lo provocó, aunque en esos momentos hablaba más su hambre que su coquetería.

-Ni lo intentes, Allyson -replicó él, poniendo un par de platos sobre la encimera-. Irás a la ducha, en éste momento y sola, porque si me meto ahí contigo no saldrás en las próximas horas y mañana debes despertar con el sol. ¿Lo recuerdas?

-¡Aguafiestas! -exclamó, dándose la vuelta y tomando la bolsa con sus cosas- Si me desmayo en la ducha y me rompo el cuello, será tu responsabilidad. No tienes ni idea de lo horrible que es cargar con una muerte en tu conciencia, David Henderson -gritó mientras subía las escaleras de dos en dos.

No recibió ninguna respuesta. Se metió en la habitación de Dave quitándose la ropa con prisa, no mentía cuando decía que estaba famélica.

Se duchó en tiempo récord mientras intentaba reducir la enorme sonrisa en su rostro. Una persona normal estaría aterrada por estar experimentando los sentimientos que Dave despertaba en ella, pero por alguna razón Allyson solo podía sentir una especie de eufória que era difícil de describir.

Los sentimientos siempre habían estado ahí, bajo una capa de polvo y con el paso del tiempo ella había comenzado a pensar, sinceramente, que se habían esfumado. Ahora era más que evidente que no había sido así.

Su voz de la razón le decia que no se hiciera ilusiones, y no se las hacía, porque eso significaría ser muy estúpida. Sin embargo, no podía evitar pensar en como ella y Dave iban avanzando de forma casi imperceptible y al mismo tiempo a pasos agigantados.

Si, habian pasado la noche juntos en navidad, pero en gran parte se había debido a que tal vez Dave estaba demasiado drogado por los medicamentos como para echarla. Que ahora la invitara a quedarse sin ninguna razón aparente era emocinante y, de esa forma, resultaba algo más difícil lo de no hacerse ilusiones.

Salió del baño diez minutos después con un pijama que hacía conjunto con la cara de idiota que de seguro tenía. Consistía en un pantalón de lana con ovejitas y un enorme abrigo naranja. Se odio profundamente al mirarse al espejo, por no haber tenido el sentido común de escoger algo menos espantoso para pasar la noche con Dave. Aunque de eso podía culpar mejor a las prisas que tenía de salir de su casa antes de que a su madre se le ocurriera asomarse por una ventana y viera el auto que aguardaba.

No era muy difícil sumar dos más dos para caer en donde pasaría Allyson la noche y, tratándose de su madre, comenzar a planear el nombre de los futuros nietos.

Solo el imaginarlo le causaba terror.

Dave ya tenía todo listo sobre la encimera cuando ella volvió a la cocina y por algunos breves instantes pareció estar perdido en sus pensamientos. Allyson aprovechó esos segundos para observarlo en silencio y permitirle a su mente el poder seguir divagando sobre el largo trecho que ellos parecían haber recorrido en lo que lucían como años y no como unos pocos meses.

-¡Mírate! Luces adorable -bromeó Dave, cuando se percató de su presencia.

Había una sonrisa en su rostro, pero no era el tipo de sonrisa al que Allyson se había acostumbrado en los últimos días. Tal vez Dave estuviera más cansado de lo que quería dejar ver; por lo que ella sabía, él había tenido unos días algo difíciles en el trabajo y al mientras sacaba tiempo para poder verse. Debía ser agotador.

-No te atrevas a burlarte de mi -lo amenazó, mientras tomaba asiento en uno de los taburetes frente a el delicioso Risotto cuyo olor había inundado todo el lugar.

-¡Pero si dije que te veías adorable!

-Por supuesto, ahí está la burla, puedo verla -se quejó, señalandolo con un tenedor antes de llevarse un poco a la boca-. Tal vez me habría comprado algo de seda y encaje de haber visto en mi bola de cristal que tu cambiarías las reglas del juego y me invitarías a quedarme -agregó, sin intensión de andarse por las ramas.

-Tal vez quieras considerarlo para la próxima vez.



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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