Una persona normal tal vez habría desistido varios día atrás. El problema era que ella no era una persona normal y, por lo tanto, no podía simplemente aceptar que Penny había desaparecido porque si, pero que todo estaba bien y que volvería cuando mejor le pareciera.
Por eso la había llamado al menos cinco veces solo esa mañana, lo triste era que a esas alturas ya no le sorprendía que su amiga no contestara. Lanzo una mirada a Dave junto a ella. Él acababa de unirse a la lista de personas que creían que estaba loca y que exageraba con respecto a Penny.
Ese había sido un buen tema de conversación mientras se dirigían al lugar donde se efectuaría el maratón. Perfecto para evitar el tema que se mantenía flotando entre ellos, pero que ninguno de los dos pretendía mencionar.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —cuestionó, marcando a su mejor amiga por sexta vez— Es tu hermana menor, se supone que debería preocuparte.
—Y me preocupa, lo que no hago es llegar a la psicósis. Conozco a mi hermana demasiado bien como para saber que suele hacer estas cosas —explicó, dedicándole una sonrisa—. Tú preocúpate por tu carrera y luego veremos que pasa con Penny. Llamaremos a los noticieros si quieres.
Allyson respiro profundo. Dave tenia razón, estaba a punto de correr 21 kilómetros y su estado ya dejaba mucho que desear, sin incluir el tema de su mejor amiga a la mezcla. Asintió, poniendo toda su atención en el camino e intentando calmar sus nervios.
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—Numero 37 —canturreó acercándose a Dave y señalando el cartel en su camiseta.
—Ese es el numero de la buena suerte —sonrió el.
Allyson le sonrió de vuelta, intentando que sus nervios se evaporaran. La carrera iniciaría en unos diez minutos y ni con todo el calentamiento del mundo ella había logrado eliminar su ansiedad. El hecho de que sus padres aun no llegaran y de que su mejor amiga, que le había prometido que la acompañaría, no apareciera, solo lograba empeorar las cosas.
Cambio el peso del cuerpo de un pie al otro.
—No estés nerviosa —insistió, tomándola por los hombros suavemente—. Les patearas el trasero a todos.
—Siempre y cuando Lenny no llegue antes que yo todo estará bien.
Señalo al viejo Lenny a unos cuantos metros de ellos, haciendo estiramiento. El pobre debía pasar los sesenta y aun así, según lo que su nieta le había comentado unos minutos atrás, se había negado a aceptar la opinión de la familia de que tal vez las carreras ya no fueran seguras para el. Allyson ya lo había conocido el año anterior y, sin ganas de ser cruel, le sorprendía que no hubiera muerto ente un maratón y otro.
—Si Lenny llega primero, matame —bromeo.
—Trato hecho —acordó Dave, mientras se inclinaba y depositaba un beso entre sus cejas—, pero vas a ganar.
Aquel gesto tan simple casi la hace salir flotando. Fue tan extraño y confortante al mismo tiempo que Allyson no se permitió, o mas bien se prohibió pensar en ello.
Por un momento, por su mente cruzó la idea de que Dave y ella debían parecer una pareja más, pero la apartó rápidamente.
Cada vez que se permitía inflar el globo de las ilusiones, pareciera como si del cielo cayera una aguja enorme que lo hacia reventar y no quería revivir la experiencia. Aún tenía en la cabeza la escena de la madrugada y la actitud de Dave.
Tal vez deberían hablarlo en algún momento, pero ella sabia que eso no iba a suceder siempre que Dave pudiera evitarlo.
—Por fin te encuentro, cariño.
Allyson escucho la voz de su madre a sus espaldas y se aparto algunos pasos de Dave.
En el rostro de su progenitora había una sonrisa mal disimulada que Allyson eligió ignorar. Su padre, por el contrario, no lucia muy contento. Suponía que ambas reacciones se debían al encontrarla tan comprometedoramente cerca de Dave.
Apenas tuvo tiempo para darles un abrazo e intercambiar unas pocas palabras antes de tener que marcharse a la linea de salida.
—Los veo en la meta —se despidió, aunque sus ojos solo miraban a Dave.
No pudo quitarse la estúpida sonrisa de los labios, ni siquiera cuando se coloco tras la linea de salida, ni cuando escucho el disparo que daba inicio a la carrera y salía disparada de su lugar.
No sabia si estaba enloqueciendo pero tendría 21 kilómetros para pensar y averiguarlo.
***
Allyson se detuvo lentamente con un jadeo, apoyó las manos sobre sus rodillas e intentó normalizar su respiración.
Había cruzado la meta dos minutos atrás, no en primer lugar, aunque eso tampoco le importaba mucho. Miró hacia atrás, a unos escasos diez metros de allí aún habían personas cruzando la línea.
La imagen de su madre corriendo hacia ella, sonriéndole y aplaudiendo con su habitual entusiasmo, mientras era seguida por su padre y por Dave, le sacó una carcajada. Se irguio, mientras continuaba intentándolo con su respiracion.
—Estuvo muy bien, cielo —éxclamo su madre abrazándola—. Estás mejorando mucho, el año pasado fuiste la número 25 y ahora obienes el tercer lugar.