— Ni se te ocurra mirarme así, ya me dijeron que un anciano te ganó en un maratón.
Allyson le lanzó su habitual mirada de fastidio a Jessica. Parecía que la chica nunca se adaptaría al ejercicio físico. Se llevó las manos a la cintura mientras la veía jadear, agotada e intentaba no reir. Siempre era lo mismo.
— Al parecer a ese anciano le vendieron el espíritu de veinteañera a que te robaron a ti — contratacó, de mal humor— . No seas floja, mujer.
— No sé que pasa contigo, pero yo no he hecho nada así que deberías intentar ser más agradable — se quejó la chica irguiendose y volviendo a trotar sin esperarla. Allyson la siguió sin que alcanzarla supusiera un verdadero esfuerzo.
— Lo siento, no es de mis mejores días.
— Es evidente — masculló Jessica, mirandola de reojo— ¿Problemas en el paraíso sexual con Carl Fredricksen?
— ¿Qué diablos...? —tardó unos pocos segundos antes de comprender la broma— Muy graciosa, como si tu estuvieras casada con Mister Simpatía.
— Al menos yo no ando con esa cara, ladrándole a todos.
— Mi humor no tiene nada que ver con Dave — dijo, con la vista fija en el frente.
Unos días atrás había pensado que el hecho de que la marcha de sus padres le afectara tanto la hacía patética, pero había descubierto que lo que realmente la hacía patética era el no lograr superarlo. Hacía tres días que se habían marchado, ella ni siquiera sabía a donde, puesto que se largó temprano ese día para no tener que verlos y se había negado a siquiera leer cualquiera de sus mensajes, sin embargo seguía molesta.
Una pequeña e inmadura Allyson en su interior había esperado que su evidente molestia los hiciera cambiar de opinión y que la priorizaran por primera vez en años; que eso no hubiera sucedido había herido su ego y le había dolido.
— Sea lo que sea, puedes contarme — habló Jessica—. De todos modos ya me acostumbré a tus dramas.
Allyson la obsevó un segundo antes de volver su atención al sendero. Ella y Jessica pasaban algun tiempo juntas desde unos meses atrás; a veces corrian, iban al yoga o hacían ejercicio, pero no estaba segura de poder considerarla una amiga. Algunas veces habían hablado sobre cosas que la molestaban o la preocupaban, sin embargo ese tema le parecía algo más delicado que cualquier cosa que pudiera haber hablado antes con la chica, se trataba de una cuestión familiar y ella ni siquiera lo había hablado con Penny.
Su amiga seguía preocupandola, aunque hubiera desistido de hacer preguntas y hasta que supiera qué estaba pasando con ella, prefería no cargarla con sus propios problemas. Jessica, por el contrario, parecía estar pasando por el mejor momento de su vida.
— Mañana es mi graduación.
— Vaya, ¡Felicidades! — le sonrió sinceramente— ¿Eso por qué te tiene de mal humor?
— Porque mis padres no estarán para verlo — hizo una mueca de disgusto—. Me graduo con honores, ¿Sabes? Y ellos eligieron a un montón de niños hambrientos antes que a mi. Sé que suena egoísta, pero ¿Nadie podía hacerlo por ellos al menos ésta vez?
— No creo que sea egoísta, te entiendo.
— Gracias.
— Bree y yo iremos a tu graduación, si quieres. Incluso gritaremos porras desde el publico, gritar se nos da bien.
Allyson sonrió sinceramente por primera vez en tres días.
— De nuevo gracias.
— De nada, será un placer acompañarte. No todos los días conoces a alguien que se gradúe con honores — bromeó— le diré a todos entre el publico que te conozco.
Dejó escapar una carcajada mientras se detenía frente a un banco y se dejaba caer sobre este. Jessica se sentó junto a ella sin hacer preguntas y aprovechó para darle un largo trago a su botella de agua. Apenas había recorrido la mitad de lo que solían correr, pero Allyson ya se sentía agotada. Tal vez era por todos los problemas que daban vuelta en su cabeza, o tal vez solo se trataba de la justicia divina cobrándole por haberse burlado de Jess todo ese tiempo.
Apoyó su cabeza en el respaldo del asiento y miró a la chica a su lado. Por primera vez notó una extraña expresión en su rostro, como si estuviera feliz y asustada al mismo tiempo. Sonreía más de lo normal y por momento se quedaba mirando a la nada como si alguna telenovela estuvieran teniendo lugar en su cabeza.
— ¿Algo que quieras contarme? — cuestionó.
— No. Bueno... si. Es decir — dudó un par de segundos—, no estoy segura de que sea algo importante, hasta ahora — murmuró, acariciándose distraidamente el cabello.
— Deja que yo juzgue eso.
— Bueno, es que... No lo sé, hace un tiempo comencé a sentir en que estar todo el día en casa me volvería loca y en algún momento de ocio se me ocurrió hacer unas llamadas — suspiró y fijó la vista en sus dedos, que entrelazaba de manera nerviosa sin siquiera parecer notarlo— . Estaba admitida en la universidad cuando me enteré de lo de Bree, el embarzo, quiero decir, tenía una beca. Hice algunas preguntas y me dijeron que están dispuestos a recibirme el proximo ciclo.