- ¿Piensas comerte ese rollo de canela?
Penny la miró brevemente antes de ansentir y volver a fijar la vista en su taza de café. Comenzó a mover la bebida con la cucharilla y pareció perderse en sus pensamientos. Allyson quiso preguntar, pero durante los últimos días su amiga parecía haber mejorado en la técnica de ocultarle cosas, así que de antemano sabía que no le daría ninguna información. Además tampoco estaba de ánimo para indagar en las vidas ajenas.
Tomó el rollo y se lo llevó a la boca, devorándolo en pocas mordidas. Habían quedado para comer, pero al parecer la cuestión había sido más costumbre que cualquier otra cosas, porque ninguna de las dos estaba muy interesada en hablar.
Allyson miró la taza de su amiga, intacta, y el rollo de canela al que solo le dio una mordida antes de olvidarse de su existencia. No pensaba meterse en la alarmante falta de apetito de Penny, porque ella tampoco se había metido en el hecho de que Allyson le echara mucha más azucar de lo normal a su café o de que se comiera sus rollos de canela.
Cada quien lidiaba como podía con sus preocupaciones. Allyson comía sin control, Penny pensaba, y nada más. Podía pasar toda una semana en las nubes y no volver hasta no obtener la solución, por eso sabía que algo pasaba con su mejor amiga, aunque ella no quisiera decirle qué.
-Pareces un fantasma -comentó despues de varios segundos observándola fijamente, sin que Penny siquiera fuera consciente de ello.
-Si... bueno, he tenido mucho trabajo últimamente, ya sabes, por lo de mis vacaciones y eso... -para Allyson no pasó desapercibido el movimiento de sus ojos y el ligero fruncimiento de sus labios- Tu, por otro lado, te ves fantástica. Demasiado bien, de hecho.
Allyson se encogió de hombros.
-Se le llama maquillaje, creo que deberías traerlos de nuevo a tu vida, porque en serio te hace falte.
Omitió el detalle de qué, con el insómnio que había desarrollado en las últimas dos semanas, el maquillaje se había vuelto su mejor amigo y dado que no tenía mucho que hacer además de trabajar y fingir que no se sentía miserable, le quedaba mucho tiempo para arreglarse.
-Siempre tan amable -musitó su amiga, sin darle mucha importancia.
Volvieron a quedarse en silencio.
-¿Has visto a Dave últimamente? -cuestionó Penny, sacandola de la relativa paz que había logrado en los últimos días- No me has contado de las vacaciones y él nunca está disponible. ¿Qué tal estuvo la playa?
-No lo he visto -replicó, llevandose su café a los labios.
Penny alzó una ceja y frunció los labios.
-¿Qué hizo? - cuestionó, en un tono de voz tan bajo que a Allyson le costó escucharla.
- No hizo nada -mintió. No le apetecía hablar de ese tema- solo no lo he visto.
Su amiga sonrió de lado, sin ganas. Una sonrisa cínica que Allyson nunca había visto, pero odió de inmediato.
-Ni siquiera ahora logras mentirme, Allyson George. Tal vez no te haya estado prestando mucha atención hasta ahora, pero te conozco demasiado como para saber cuando algo no está bien contigo. Dime que hizo - insistió, cruzando los brazos sobre la mesa.
-Nada, Penny, pero no vamos a vernos más y te agrecería, en serio lo haría, que no menciones a tu hermano. Al menos por un tiempo.
La calma de sus palabras no era compatible con lo que sentía en su interior, pero el resultado exterior era bueno. Al menos eso le pareció. Echó un vistazo a su café, que ya se había terminado y luego a su amiga, antes de que volviera a insistir. Esperaba que sus palabras hubieran sido lo bastante claras para que Penny comprendiera que las cosas con Dave no habían terminado bien y que no quería hablar al respecto.
- ¡Allyson, que sorpresa!
Ella tardó unos segundos en girarse hacia aquella voz, primero porque ya sabía de quien se trataba y segundo porque estaba deleitandose en el gesto de fastidio para nada disimulado de Penny. Tras tomarse su tiempo levantó la vista hasta Arthur y se obligó a sonreirle, aunque no tuviera ganas de fingir cortesía.
-Hola, Arthur.
- ¡Vaya, muñeca, no te veía desde navidad! Te ves bien-exclamó, tomando asiento en el lugar vacio junto a ella sin preocuparse por ser invitado. Allyson escuchó el resoplido de Penny, pero no la miró, se entretuvo en la mirada nada amable que él le devolvió.
-¿Qué te trae por estos lares? -agregó, volviendo a mirarla e inorando a Penny olímpicamente.
-Mi buena amiga Penélope y yo venimos por un café de vez en cuando, nos queda cerca del trabajo -explicó.
-Bueno si, muy interesante, lástima que no tengo mucho tiempo. Tal vez podamos salir por ahí alguna vez. ¿No crees?
Allyson escuchó a Penny resoplar por segunda vez y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no carcajearse, porque la cara de fastitido de Arthur era cada vez mejor.
-Penny, ¿Por qué no vas por otros cafés y me dejas hablar con Arthur unos minutos?
La expresión de Penny fue épica, Allyson deseó poder fotografiarla mientras luchaba con las ganas, cada vez mayores, de reirse como hiena. Su amiga le lanzó a Arthur una mirada de odio mal disimulado antes de levantarse de su asiento y musitar un: