Y ahora ¿qué piensas? #4

36*** Dime que estás bromeando (Final)

Ocho meses después...

 

—Ya puedes irte, Sarah, yo me encargaré de lo demás —dijo cuando vio a la chica entrar con las bebidas humeantes en las manos.

Sarah dejó él café en el suelo, junto a los restos de su almuerzo y se cruzó de brazos, puso los ojos en blanco y movió su pie una y otra vez en un extraño tic que pretendía evidenciar su frustración.

—Si quieres deshacerte de mí para olvidar que es nochebuena acabas de fracasar. Te irás conmigo.

Allyson le sonrió con ternura a la chica que en poco tiempo se había convertido en una amiga y comenzó a bajar de las escaleras en las que se encontraba. Había conocido a Sarah cinco meses atrás, cuando las cosas en el negocio habían marchado tan bien que la presencia de alguien que la ayudara se había vuelto impostergable. La idea de que debía quedarse con Sarah se instaló en su mente tan pronto la había escuchado pronunciar una frase completa. Destilaba esa aura cargada de alegría que Allyson llevaba tiempo sin ver, eso además de tener demasiados conocimientos adquiridos para ser una estudiante de ciclos medios de la carrera. Si no mencionaba una preocupante adicción a la literatura fantástica, la chica era casi un joya.  

Sarah se caracterizaba por no tener pelos en la lengua y por la capacidad de adquirir confianza a una velocidad apabullante, tal como ella misma y aunque en un principio había pensado que sus personalidades colisionarían, lo único que se había forjado entre ellas era una ligera, pero bonita amistad.

—No puedo marcharme aún, estará listo en unas dos horas —dijo, mirando su reloj de pulsera mientras se inclinaba por su café.

—Será una hora si me quedo y te ayudo.

Allyson lanzó una mirada a la casa, en serio faltaba muy poco para terminar, pero no quería abusar de la pobre Sarah en nochebuena, le había dicho que estaría allí hasta el mediodía, pero la estadía se le había alargado un poco y no podía marcharse hasta terminar. Un distinguido cliente y su esposa habían comprado una lujosa casa frente al mar, y ella había tenido la suerte de quedarse con el trabajo, el problema era que dos semanas atrás el hombre la había contactado para preguntar si podría tenerla lista para navidad y claro, había ofrecido una cantidad de dinero, que Allyson no había podido rechazar, con tal de sorprender a su esposa.

—¿Estás intentando huir de tus padres? —cuestionó Sarah, enarcando una ceja.

—¿Por qué tendría que huir? Ni siquiera estarán en casa.

—¿Entonces saldrás con Roy? —volvió a preguntar enarcando una ceja. Aquella también era una de las particularidades de Sarah, solía ser mucho más curiosa de lo que una persona normal podría soportar.

No era necesario decir que lo de la decoración del salón solo había sido un señuelo para mantenerla cerca hasta reunir el valor de invitarla a salir (palabras de Roy, no suyas). Y aunque lo había rechazado las primeras tres veces que la invitó a salir, al final había cedido un poco, solo para descubrir que era una persona con la que valía la pena pasar el rato.

Seguía negándose a la idea de sentirse la "Novia" de alguien, aunque lo cierto era que su relación comenzaba a adquirir cierta formalidad que le daba repelús.

—Está pasando las fiestas con su familia fuera de la ciudad —negó, dando un largo trago a su café y volviendo a subir a las escaleras, para seguir en lo que se encontraba antes de que Sarah apareciera.

Evitó adrede contar que justo ese viaje era lo que la había convencido de que ella y Roy no tenían futuro, porque le había causa pavor cuando él, tras seis meses viéndose, la había invitado a conocer a sus padres. La idea de hacerlo realmente formal no la emocionaba, ir al cine y tener sexo era una cosa, anunciarles a todos que salía con alguien era ir muy lejos, al menos en esos momentos.

La chica pareció notar su incomodidad con el tema, porque tras pasear la vista por toda la estancia, cambió radicalmente de tema.

—Y... además de quitar todo este desastre, ¿Qué más nos falta por hacer?

Allyson señaló la lampara que terminaba de asegurar justo en esos momentos y que colgaría sobre el enorme comedor para doce personas.

—Después hay que darle los últimos retoques al área de la piscina y esperar los cuadros super caros y exclusivos que el señor Schafer dijo que llegarían hace una hora —contestó, haciendo una mueca—. Te digo que puedo encargarme sola, Sarah, es nochebuena, debes tener algo que hacer.

—De hecho, no, mi compañera de piso se marchó ayer con su novio, mi mejor amiga está muy lejos...

—Iré a cenar con mi hermano está noche, tal vez te lleve si dejas de quejarte.

—Bueno... —respondió Sarah. No lució muy emocionada, pero al menos dejó de dar la lata con lo de marcharse. Con lo que ganarían allí, luego podría comprarse una bonita vida social para que Allyson dejara ser su única compañía. 



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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