Capítulo 4

Olivia:

Días después:

A medida que he ido conociendo mejor a Sophia nos hemos hecho amiga he incluso los niños la adoran. Es domingo en la mañana y estamos tomando un café cuando mi teléfono comienza a sonar. 

—Disculpa—digo respondiendo la llamada... 

—Lo siento mucho—digo al escuchar a la modelo que me explica que necesita urgentemente remodelar el vestido que debe llevar esta tarde pues no le queda bien. 

—Ayúdame, sé que nadie lo arreglará como tú. —me pide la chica que se escucha bastante estresada por el tema del vestido. 

—Es que no tengo quien me cuide a los niños y no puedo llegarme hasta el estudio... 

—Puedo cuidarlos—pronuncia Sophia en voz baja. 

—Espera te llamo ahora—respondo colgando la llamada. 

—Puedo cuidarlos, amaría pasar tiempo con ellos. —dice Sophie. 

—No quiero causarte problemas, además hoy es domingo me dijiste que pasarías el día con tu novio. —comento y sonríe. 

—Sí, puedo hacer ambas cosas, llevaré a los niños conmigo a la casa de mis suegros, además quiero que él vaya dándose cuenta de lo bueno que sería que tuviéramos una familia. Prometo que los cuidaré bien. 

—Muchas gracias—exclamo sonriendo—¿Chicos les gustaría ir a pasear con Sophie? 

—Si—dice Ángel. 

—¿A dónde iremos? —cuestiona Adrien y ambas sonreímos. 

Entonces me alejo y llamo a la chica para confirmar que si iré. 


*******
Alex:

Bajo las escaleras de mi cuarto y me quedo helado al ver en el sofá de la sala a esos niños, si son ellos los hijos de Olivia, los chicos que vi en el desfile y que pensé que no volvería a ver. 

—Alex amor, mira te presento a Ángel y Adrien—exclama mi novia entusiasmada. 

—Hola chicos—saludo entre dientes y no entiendo qué hacen en mi casa los hijos de mi ex. Señalo con mi mirada a los chicos y mi novia comprende perfectamente lo que quiero saber. 

—Su madre estaba muy ocupada, tenía que atender un asunto urgente y me ofrecí a cuidarlos. 

—No eres niñera—respondo.

—Pero que amargado te has vuelto. —reclama mientras mi madre se acerca a la sala. 

—Buenos días Sophie—dice abrazando a mi novia—¿Y estos angelitos? —dice poniendo la mano sobre la cabeza de los niños. 

—Son hijos de una amiga. —responde Sophia. 

—Hola, un gusto conocerlos—los saluda educada mi madre. 

—Hola abuelita—dicen ambos a la vez y mi madre sonríe. 

—Y que tiernos y educados, ya los adoro. 

—Cuando los conozcas mejor lo amarás, él es Adrien y él es Ángel—los presenta Sophia—le comentaba a Alex que imagino que si un día tenemos hijos serán parecidos a estos chicos—repite mi novia y mi madre mira a los niños y luego me mira a mí. 

—Ahora que lo dices...estos chicos me recuerdan  a Alex cuando era pequeño, tenía los ojos, el cabello e incluso una sonrisa tan tierna como estos niños. 

—¿Lo dices en serio mamá? —cuestiono intrigado mirando bien a ambos niños y fijándome en los detalles de su rostro. No sé por qué todos están empecinados en afirmar que estos niños y yo nos parecemos. 

—Vengan niños que Marta ha hecho un pastel con maní que les va a encantar. —les dice mi madre. 

—Adrie no puede—dice uno de los chicos—es alérgico al maní. 

—No puedo creerlo—afirma mi madre y trago en seco al escucharlo. —Ves lo que te digo si fueran hijos de Alex no se parecieran tanto. —hijos...mi madre ha dicho hijos... ellas lo que no imaginan es que si estuve con la madre de los chicos, podría... no, no, si fueran mis hijos ella me lo hubiese dicho. Estoy tan distraído con mis pensamientos que ni me percato de que mi novia está hablando por teléfono. 

—Amor, acaban de llamarme, adelantaron la sesión de fotos de mañana para dentro de una hora, porque escogerán una de las fotos para la portada de Dails'girls, entiendes lo que eso significa. 

—¿Te tienes que ir? —digo sin captar su indirecta—Suerte mi amor. 

—Alex quedé con Olivia que cuidaría de los niños, ¿puedes cuidarlos por mí hasta que regrese?—me quedo pensativo sin responder, no me gustan los niños y mucho menos cuidarlos, pero necesito saber quién diablos es el padre de estos chicos y por qué se parecen tanto a mí y la mejor forma de hacerlo es pasar tiempo con ellos. 

—Está bien, los cuidaré—respondo, después de todo ¿qué puede salir mal?