Sara
Todos los jugadores sentados en la mesa se giran hacia mí y se me quedan mirando fijamente, la verdad es que no encajo mucho en la escena; soy la única chica, la única persona que está de pie y la única que no está fumando. Aprieto mi vaso de coca-cola contra mi pecho y aprieto los labios. Me he quedado rígida sin saber muy bien qué hacer.
—Perdón —digo brevemente.
Me volteo para volver a abrir la puerta pero la voz de Jeff hace que me quede en el sitio.
—¿Sara, qué haces aquí?
—Emm…yo solo buscaba un sitio para…eh…
—¡Eh! Ven, siéntate aquí —me llama de repente Peter.
Los demás vuelven al juego y yo me acerco a Peter que preside la mesa pero me detengo a dos pasos de él cuando me doy cuenta de que se palmea el regazo ¿quiere que me siente en sus piernas? Miro incómoda a mi alrededor buscando alguna silla libre pero no hay ninguna.
Siento que me ruborizo cuando noto que no tengo otra opción, no me puedo quedar de pie; desentonaría demasiado y no me puedo marchar ahora que estoy tan cerca de la mesa, quedaría raro. Así que suspiro internamente y me siento sobre sus piernas. Peter tiene una mueca de satisfacción en la cara, a Jeff se le han abierto los ojos como si fueran platos y los demás ni se han inmutado.
Siguen jugando a las cartas durante unos veinte minutos más hasta que el juego se termina y tres de los jugadores que no conozco se retiran. Jeff se queda hablando con la otra persona que no conozco, se nota que van muy borrachos o colocados, o las dos cosas.
Me muevo pasando mi peso de una pierna a otra para que Peter esté más cómodo pero agarra mis caderas con sus manos lo que me hace quedarme quieta.
—No hagas eso —me susurra cerca de mi oído. Noto como se le forma una amplia sonrisa en el rostro.
—No quiero que se te duerman las piernas por mi culpa.
Sonríe de forma que se le marcan los hoyuelos y se le desenfoca la mirada unos segundos hasta que vuelve a sonreír y sin decir nada me agarra de la cintura con más fuerza y me mueve a una lado de forma que quedo de costado sobre sus piernas.
—Solucionado.
Jeff se levanta para marcharse, junto con el otro chico, no sin antes dedicarme una mirada acusatoria que no sé muy bien cómo interpretar. Me encojo de hombros y Peter les dice adiós con la mano.
—Sabes, pensaba que esta iba a ser una fiesta sólo para amigos —le molesto—, pero creo que hay más gente ahora mismo en tu casa que en la universidad un día entre semana.
Se empieza a reír a carcajadas. El sonido de su risa se expande por toda la habitación atrapando cada rincón, desvaneciendo el silencio que parecía haberse tomado el espacio después de la salida de Jeff y su amigo.
—Erik podría haber venido —sigo molestando.
—¿Quién es Erik? —pregunta dejando de reír en seco.
—El chico que estaba conmigo cuando me invitaste.
—No recuerdo a ningún Erik —sonríe de lado y sus ojos se vuelven a desenfocar.
—¡Venga ya! —me río mientras le doy una leve palmada en el pecho.
Peter me agarra con aún más fuerza si cabe y protesto golpeando su pecho con mi mano a modo de broma sin dejar de reír pero la agarra con fuerza y tira de ella haciendo que mi cuerpo se quede pegado al suyo. Nuestras caras están demasiado cerca y si alguien entrara ahora mismo podría malinterpretar la situación. De la nada se crea un ambiente nuevo, un poco tenso.
Sus ojos recorren mi cara mientras noto como mi corazón va aumentando las pulsaciones. ¿Qué me pasa? Somos amigos y él seguramente va borracho pero no puedo dejar de determinar su rostro ni él el mío.
—Feliz cumpleaños —susurro solo para los dos.
Nuestras bocas están a pocos centímetros una de la otra y las puntas de nuestras narices se rozan. Puedo notar su aliento cálido mientras nuestros ojos se miran fijamente. Hay un silencio absoluto en la habitación, dejo de ser consciente del ruido que viene de abajo y sólo escucho el retumbar de mi corazón que parece que se me va a salir del pecho.
Peter sonríe levemente y desplaza su mirada de mis ojos a mis labios y acorta el espacio entre ambos cuando posa suavemente una mano en mi nuca y la otra en el centro de mi espalda.
Sus labios son tibios, suaves y me besan despacio, con cariño mientras yo me siento atontada con el pecho alterado sin saber muy bien cómo reaccionar. Estoy en shock unos segundos, no me lo creo, hasta que reacciono y mis manos se mueven por inercia subiendo por su pecho y entrelazando mis brazos en su cuello, correspondiendo al beso.
Nos besamos durante unos minutos sin prisa cómo si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Cuando nos separamos a los dos se nos esboza una sonrisa en la cara. Mis mejillas no podrían estar más rojas.
—Ven. —Se levanta—. Vamos abajo.
Me levanto para que él también pueda hacerlo y tira de mi mano saliendo del despacho y bajamos las escaleras. Se le notan los ojos rojos y la mirada vuelve a estar desenfocada, supongo que son efectos de lo que se ha fumado pero poco me importa ahora.
Mi corazón no ha parado de latir con fuerza y estoy en las nubes, no puedo pensar nada con claridad en este preciso momento así que sólo me dejo llevar.
Al llegar al salón un chico lo llama desde la cocina y sale disparado a saludarle eufórico, debe ser un amigo que no ve desde hace tiempo porque se abrazan con fuerza y Peter no para de reír.
Me quedo donde estoy mientras intento averiguar si mis amigas andan cerca. No las veo y me quedo unos minutos en un rincón de la sala. Ya no hay tanta gente en la casa comparado con cuando he llegado. Me giro hacia la cocina para encontrarme con que Peter ha desaparecido, reviso si ha entrado en el salón antes de ir hacia la cocina. No está. Echo una mirada al pasillo y a las escaleras que llevan al piso de arriba pero tampoco está. Decido volver a subir pensando en que habrá vuelto al despacho pero está vacío.