Sara
El sol comienza a ponerse sobre el horizonte mientras nos reunimos en la sala de estar de la casa de Leyla, las chicas están emocionadas por la fiesta de disfraces de Halloween de esta noche. La energía en el aire es palpable, Leyla pone música latina de fondo creando un ambiente de fiesta.
—Chicas, ¡esta fiesta va a ser increíble! —exclama Irina mientras hojea una revista de moda en busca de inspiración.
—¡Definitivamente! —coincide Leyla, levantando una bolsa llena de accesorios de disfraces que ha traído del desván—. Tengo una idea genial para nuestro disfraz, y no quiero quejas.
—No pienso ir de guarrilla —empieza Sabrina mientras mira su reflejo en el espejo de la sala.
—¡No es un disfraz de guarrilla! —protesta la rubia—. Bueno, a lo mejor un poco sí, pero solo un poco.
Sabrina pone una mueca.
—Nadie va vestido con disfraces que dan miedo, eso es cuando tienes once años —explica Leyla.
Irina sonríe afablemente y saca una caja llena de maquillaje de su mochila.
—Yo puedo ayudar con el maquillaje. Vamos a hacer de esta noche una para recordar —dice moviéndose enfrente mía.
Tengo la sensación de que están más eufóricas de lo normal para subirme el ánimo, como en las últimas dos semanas, pero preferiría que se comportaran como siempre porque sino me siento como si fuera una niña pequeña a la que tienen que cuidar o proteger constantemente.
Algunas con más entusiasmo que otras, empezamos a intercambiar ideas y a probar diferentes combinaciones de disfraces. La idea de Leyla es que vayamos de Catwoman pero a Sabrina no le hace mucha ilusión. Se enfrascan en una pequeña discusión mientras Irinia empieza a maquillarme.
Después de dos horas de riñas, risas y retoques finales, finalmente estamos listas para la fiesta. Al final cada una va de una cosa diferente. Leyla va de Catwoman, Sabrina de bruja, Irina de muñeca de porcelana y yo de vampira.
—Chicas, ¡hemos quedado de muerte! —exclama Irina, ajustando los lazos en su pelo con una sonrisa.
—¡Sí, vamos a hacer que esta fiesta sea inolvidable! —agrega Leyla, colocándose su máscara de felina.
Por favor, ¿qué es esto? Me giro hacia Sabrina y compartimos una mirada de complicidad. A ella también le sobrepasa la nueva actitud de nuestras amigas. Sé que lo hacen con la mejor intención del mundo pero parece que las hubiesen cambiado por directores de marketing de Mr Wonderful.
Con los disfraces impecables y el espíritu festivo de las chicas nos despedimos de la casa de Leyla y nos dirigimos hacia la fiesta, el padre de ésta le ha dejado su coche que es más pequeño y más viejo que el suyo por si “pasara algo” al menos no le pasaría al coche nuevo de mi amiga. Pero está claro que no vamos a dejar que Leyla conduzca de vuelta, lo hará Sabrina.
...
Cuando llegamos al lugar Scott está en la puerta, vestido como un esqueleto, saluda a cada persona que entra con un simple movimiento de cabeza. Me extraña que no esté Margaret con él. Mostramos las entradas y nos adentramos en la sala donde hay una enorme pista de baile con un escenario al fondo donde toca un grupo local. Las parejas se mueven al ritmo de la música, mientras las risas y los gritos de emoción llenan el ambiente. Nuestras miradas se alzan para contemplar la decoración. El sitio está decorado con calabazas iluminadas, telarañas falsas y murciélagos colgando del techo, aparte de las luces y los focos típicos de una sala de conciertos. La música retumba en cada rincón, mientras veo a la gente que llega disfrazada de brujas, vampiros y monstruos de todo tipo.
En un rincón, vislumbro al resto del grupo de amigos de Scott, pero Peter no se encuentra entre ellos. Decidimos dirigirnos a la barra para pedir bebidas primero y luego nos vamos al centro de la pista a bailar.
La noche avanza y la diversión no parece tener fin, las chicas parecen entusiasmadas con la fiesta y yo he estado más pendiente de ver si encontraba a Peter.
El grupo de música toca su última canción y se despide. Mientras el DJ prepara su equipo se lleva a cabo un concurso de disfraces, donde el premio al mejor disfraz original se lo lleva una pareja que va vestida como si fueran zombis con un maquillaje digno de admirar. El premio al disfraz de chica más sexi se lo lleva Leyla y aplaudo mientras veo a mi amiga subir al escenario para recoger su premio fingiendo estar emocionada. Ya está borracha. Le dan una corona de princesa de juguete el cual le aplasta las orejitas de gatito que lleva cuando intenta colocarla encima de su la cabeza.
Mi respiración se corta cuando oigo el nombre de la persona que ha ganado el premio al disfraz de chico más sexi. Peter sube al escenario tambaleándose vestido de pirata, pero no lleva sombrero, deduzco que ya lo ha perdido. Lleva una camisa blanca larga desabrochada, pantalones negros ajustados y botines altos. Recibe su premio y todos los ganadores bajan del escenario.
— Ahora —me avisa Sabrina girándose hacia mí y dándome un pequeño empujón.
Entiendo a lo que se refiere y sigo con la mirada al chico que baja del escenario con Leyla empujándolo desde atrás y nuestras miradas se cruzan por unos segundos antes de que salga directo por la entrada del local, le sigo sin pensármelo.
— Peter ¡Peter! —le llamo una vez fuera.
Sigue caminando con afán y vuelvo a llamarlo, sé que me ha oído, pero sigue sin detenerse. Como puedo llego a alcanzarlo y lo giro tirando de su brazo para quedar uno enfrente del otro.
El ambiente se vuelve denso, cargado con la tensión acumulada durante semanas que me avasalla el pecho junto al nerviosismo. Hemos sido amigos cercanos desde el verano pasado, aunque hace más de una año que lo conozco, me cae muy bien, me gusta y no entiendo que fallo he cometido o cuál ha sido mi error para que haya estado más de dos semanas sin hablarme. Noto como los ojos se me empiezan a encharcar.