Y de repente, él

Capítulo 12: La fiesta de Acción de Gracias.

Sara

—¡Te llevó al cine, un sitio donde no puedes hablar y encima se trajo a la payasa de su hermana para que estuviera dando por culo todo el rato! —exclama Leyla—. No quería hablarlo, solo quería que dejaras de insistir con los mensajes. Vaya capullo.

Estamos almorzando en la cafetería de la facultad de medicina, como de costumbre. Les acabo de contar a mis amigas todo mi fin de semana.

—Ya da igual. No pienso insistir más, se va a quedar así —le resto importancia—. Pero

¿Seguro que no podéis venir a lo del sábado? —cambio de tema mientras les suplico con la mirada a mis amigas.

—Ya prometiste ir con Erik, no faltes a tu palabra —me recuerda Sabrina.

—Lo siento, pero mis padres ya tienen los billetes para ir a ver a los abuelos a Alaska —se disculpa Irina.

—¿Pero es muy urgente que vayas? Has pasado todo el verano con ellos y a parte eres de ascendencia rusa —le digo.

—¿Y qué?

—¡No celebráis Acción de Gracias!

—No tiene nada que ver, en Alaska también se celebra —me contradice Sabrina.

—¿Tú por qué no vienes conmigo? —le reclamo.

—No me hace mucha ilusión esta fiesta, además también estaré pasando el fin de semana con la familia de mi madre en Bozeman. —Se encoge de hombros.

—Traidora —suelto y me giro despacio hacia Leyla.

Mi amiga se queda como una estatua con la boca llena de comida y la cuchara a medio camino entre su bandeja y ella, gira lentamente los ojos hacia mí sin mover ni un músculo de la cara.

—No me lo puedo creer, ¿tú tampoco irás? —Mi decepción es notoria—. Si es porque tienes que cuidar de tus hermanas pequeñas yo te pago una canguro.

—¿Crees que me perdería una fiesta estando dentro del estado? —dice acabando de engullir su comida—. Mis padres quieren que vayamos a Miami.

—¡Tampoco tiene sentido! —me quejo—. Tu familia de Miami es cubana, no celebran Acción de Gracias, ¿no sería más lógico que pasarais la festividad con la familia de tu madre en el rancho?

—Estás siendo un poco xenófoba —me alerta Sabrina.

—¡Solo quiero que alguien venga conmigo! —me defiendo.

—Ya vas con Erik, seguro que lo pasas bien —me alenta Irina.

—Sí, diviértete por mí —dice la floridana.

—Pues nada, abandonarme —resoplo cruzando los brazos contra mi pecho.

La semana pasa sin más. No he vuelto a saber nada de Jeff. Peter me pasa a buscar por las mañanas pero no me ha querido desvelar quién le dijo que había quedado con Jeff. No insisto porque nuestra relación vuelva a ser igual a como era antes de su cumpleaños y no quiero que se estropee otra vez por una tontería. En cuanto a Margaret, la encuentro un poco distante, a veces nos encontramos en la cafetería y siento como si no me hiciera mucho caso. Leyla dice que estoy paranoica, por eso no le he querido dar mucha importancia, debe estar pasando por un momento de estrés o algo.

Paso el día de acción de gracias con mi familia. Mis tíos y primos siempre están de viaje por estas fechas así que cenamos los cinco que vivimos en casa, como siempre. No es una fecha muy significativa para mi familia. Pasadas las siete me empiezo a arreglar para la fiesta. Erik me dijo que pasaría por mí a las ocho y media, así que tengo tiempo. Me ducho y me seco el pelo, me pongo un vestido corto negro con medias trasparentes. No soy muy de maquillarme así que opto por un look natural. Erik no tarda mucho en llegar, me lanza un piropo cuando me meto en el coche el cual intento devolver con las mejillas sonrojadas y él pone rumbo a la fiesta.

Llegamos a una casa a las afueras de la ciudad de la cual desconozco el propietario. Es enorme, el jardín es como dos veces el mío y se puede entrever una piscina en la parte de atrás. Hay gente por todos lados y la mayoría ya va bastante borracha. Nos adentramos a la casa y lo primero que hace Erik es rellenarse un vaso con alcohol. Me siento un poco incómoda ya que es la primera vez que voy a una fiesta con un chico y sin mis amigas. Cuando salía con Jeff nunca íbamos juntos a ninguna fiesta. Ahora entiendo el porqué, no podría liarse con otras chicas estando yo presente. Imbécil.

Erik empieza a bailar en medio de la multitud de una forma un tanto vergonzosa y me aparto con disimulo. Me doy la vuelta para encontrar un sitio donde pueda resguardarme un poco de toda la gente cuando veo a lo lejos y en un rincón de la sala al grupo de amigos de Jeff, con Peter incluido. Le hago señas a Erik para que venga a saludarlos conmigo y nos dirigimos hacia la sala-comedor de la casa. No sé qué me pasa, normalmente no me dirigiría por voluntad propia hacia un lugar donde sé que está Jeff, pero tengo ganas de acercarme a Peter y mi ex no me lo va arruinar.

—¡Chicos! ¿Qué tal todo? —Saludo lo más animada que puedo, pero la verdad es que el ambiente está un poco raro en el grupo. Peter y Jeff parecen estar ligeramente apartados del resto y ni ellos ni los demás tienen cara de estar pasándoselo bien.

—¿Qué tal, Sara? —pregunta Scott educadamente.

Le sonrío a modo de respuesta y tiro de la mano de Erik para que se acerque más al grupo.

—Este es mi amigo Erik —les presento.

Erik cambia su vaso de alcohol de mano para saludar mientras sonríe alegre. Solo Scott le devuelve la sonrisa. Esto parece un entierro. Erik también lo nota y su sonrisa se esfuma en milisegundos.

—¡Hey, Erik! —Suelta de repente el pelinegro acercándose demasiado, casi invadiendo el espacio personal de mi amigo—. Qué bonita la chaqueta ¿La elegiste en una tienda de segunda mano o...?

—Uh…, sí —dice mirando a Peter con sorpresa e incomodidad—, la compré en una tienda vintage. ¿Por qué?

Peter se empieza a reír estrepitosamente, se gira hacia Jeff el cual también ha empezado a partirse de la risa. A Peter le distingo por unos segundos una mirada de burla en los ojos que no me gusta nada, ya que me recuerda a la que ponía Jeff a veces cuando estábamos juntos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.