Y de repente, él

Capítulo 15: Dulce Navidad.

Sara

No sé cómo ha pasado, pero Sabrina e Irina han hecho las paces. Cuando quedé para tomar algo con Sab en una heladería cerca del campus ayer por la tarde, me sorprendió ver como llegaba con Irina, que había acabado el turno hacía media hora. Parecían las mismas amigas de siempre y yo estuve a cuadros toda la tarde. Luego por la noche le mandé mensajes a Iri para saber como lo habían solucionado, sobre todo después de las declaraciones de Sabrina la última vez que nos vimos, pero no conseguí sonsacar mucho. Irina se presentó en casa de Sabrina para ver una película de terror, como hacen todos los meses con palomitas y refrescos, Sabrina no la esperaba y le conmovió el gestó, aunque no he visto a Sab conmovida en mi vida, le debió enternecer el gesto de Irina porque la dejó entrar y vieron la peli y supongo que hablaron y lo solucionaron.

Ahora solo queda Leyla.

Aunque a decir verdad, no veo posible que lo solucionen antes de Navidad. Hace dos días que empezaron las vacaciones de invierno e Irina ya se ha marchado a Alaska con su familia. Si Leyla va a Canyon Ferry este año en lugar de a Miami, aún puede que quede una pequeña posibilidad de que se haga el milagro Navideño y lo solucionen estas fiestas. De ser así, espero enterarme a tiempo, no quiero perderme nada por estar trabajando. Sí, trabajando.

Resulta que mis padres me sentaron en la mesa de la cocina hace una semana y me dijeron que ya no quedaba dinero en mi cuenta de ahorros para la universidad. Me quedé a cuadros ¡solo llevaba un trimestre! ¿Cómo era posible que no quede ni un centavo de todo el dinero que mis padres han estado ahorrando desde que nací para mis estudios?

Así que si quiero pagar mis libros del trimestre que viene y los gastos de los próximos tres años debo empezar a ganar dinero con un trabajo a tiempo parcial. Mi hermana hace dos años que trabaja de camarera en un restaurante en el centro porque curiosamente también se quedó sin dinero en su cuenta de ahorro el primer año de universidad. Si no supiera de primera mano que mis padres son las personas más tacañas que conozco, quizás a excepción de Leyla, juraría que se gastan nuestro dinero.

Hoy he empezado en la boutique de ropa del centro comercial donde trabajaré al menos los próximos seis meses, y espero que me renueven, porque sino se me va ha hacer muy pesado tener que ir cambiando de trabajo hasta graduarme.

Es una tienda de ropa cara para señoras, nada juvenil. En mis turnos hay otra dependienta, Martha, que no es muy habladora, por decirlo de alguna forma. Yo solo me dedico a doblar y colocar la ropa en su sitio. Es bastante aburrido, para qué engañarse, pero necesito el dinero.

***

Leyla va a pasar la Navidad en Miami y luego va regresar a Montana para Fin de Año. Sería un escenario genial para arreglarlo con Sabrina antes de empezar el año nuevo si no fuera porque Sabrina no se queda en Helena, ni tampoco va con su familia materna a Bozeman. ¡Se va de viaje! Según lo que me ha dicho, su madre la sorprendió con dos pasajes para Hawaii y se van diez días. Estará de regreso para la víspera de Año Nuevo pero he perdido todas las esperanzas de que vuelvan a ser amigas para entonces.

La cosa suena peor cuando me doy cuenta de que no tengo a nadie con la que asistir a una fiesta de Navidad. Han estado anunciando distintas fiestas para el día 25 por la noche por todo el campus y tenía la esperanza de poder ir al menos a una con Sabrina. Pero no va a ser posible. No pienso quedarme en casa un día así. Por la mañana mi hermana y yo tendremos que ayudar desde bien temprano a preparar la casa y a mi madre en la cocina para la comida familiar que se celebra cada año en nuestro hogar. Al contrario que en Acción de Gracias, mis tíos y primos no suelen viajar por estas fechas y podemos comer todos juntos. Desde que murió mi abuelo mis tíos no se han perdido ni una sola comida de Navidad y han reprochado en múltiples casos a mis primos mayores por intentar irse de viaje con amigos en estas fechas.

Habré tenido turno de tarde hasta cierre en la boutique el día anterior y si voy a pasar el día de Navidad preparando la comida al menos quiero disfrutar de la noche. Mi hermana seguro que ya tiene plan, pero no le voy a pedir si puedo ir con ella porque ya no somos pequeñas y porque sé que me va a decir que no. Me paseo por mi habitación con mi teléfono en la mano pensando a quién puedo llamar para hacer planes para ese día. Peter ha sido el primer nombre que se me ha venido a la cabeza pero no le he escrito porque sé que quedar con él para ir a una fiesta es quedar con Jeff y todos los demás y no me apetece mucho, que digamos. Solo hay otra persona que me viene a la mente y no me apetece tanto escribirle porque tengo la sensación que es bastante inestable en ambientes festivos, pero no tengo a nadie más.

La nieve cae suavemente sobre la hierba, cubriendo el sendero con un manto blanco que cruje bajo los pies de las personas que, como nosotros, se dirigen a la gran fiesta de Navidad en casa de un ex universitario, que la verdad sea dicha, no conozco de nada. Las luces navideñas adornan los edificios, parpadeando en tonos rojos, verdes y dorados, creando un ambiente festivo que contrasta con el gélido frío del invierno que amenaza con congelar los dedos de mis manos.

Camino junto a Erik, abrigada con un grueso abrigo de lana y una bufanda roja que contrasta con mi cabello oscuro. Erik, siempre despreocupado, lleva un gorro de lana verde y una sonrisa amplia en el rostro.

—¡Vamos, Sara! —me anima Erik—. Esta fiesta va a ser increíble. Todos están hablando de lo espectacular que es la decoración de este año —añade adelantándose un poco para abrir la puerta de la entrada donde se celebra la fiesta.

—Lo sé, Erik, pero ya sabes que no soy muy fan de las multitudes —respondo, aunque una pequeña sonrisa se asoma en mis labios.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.