Sara
El aire fresco y crujiente del invierno congela mis mejillas mientras camino por el Big Sky Resort, con la nieve resplandeciente bajo el sol del mediodía, dejo mis huellas impregnadas en ella a cada paso que doy. La atmósfera está llena de la emoción de la competencia de snowboard y el bullicio de los espectadores que se han reunido para ver el evento.
El Big Sky Resort solo está a dos horas y media en coche de Helena y es muy común que durante la temporada de invierno hagan competiciones de distintos deportes de nieve como esquí o snowboard. Peter participa todos los años en la competición de snowboard e incluso ha ganado algunos trofeos. Se suponía que este fin de semana iba a celebrar mi cumpleaños con mi familia pero la insistencia de Peter para que fuera a verlo competir me hizo cambiar de opinión. De hecho, no tuvo que insistir mucho. Siendo sincera prefiero cien veces más pasar el fin de semana con Peter en un resort que en casa.
Llego al área de la competición y saludo a Irina, Leyla y Sabrina que me esperan envueltas en abrigos y bufandas, con las caras sonrojadas por el frío. Yo llegué con mi novio ayer por la tarde, ya que por competir tiene una habitación para él solo en el hotel, y vamos a compartirla estos dos días. Las chicas han llegado esta mañana con el coche de Leyla y seguramente volverán a la ciudad después de comer. A pesar del clima gélido, las chicas se mantienen emocionadas y el entusiasmo es palpable en el ambiente.
—¡Guau, mira la cantidad de gente que hay! —exclama Leyla, mirando alrededor con asombro mientras nos abrimos paso entre la multitud.
—Sí, es impresionante —responde Irina, observando el área de la pista, que está llena de competidores y espectadores.
Sabrina, que ha traído su par de binoculares, me los pasa una vez nos hemos sentado en nuestros asientos.
—Toma, usa esto para que puedas ver mejor. ¡Peter está a punto de salir!
Tomo los binoculares con vergüenza y enfoco la vista en la pista, el punto de salida de los competidores está relativamente lejos pero no hay mucha gente que lleve binoculares. En el centro del área de competencia, Peter está ajustando su equipo y preparándose para su turno. Parece muy concentrado, pero también se puede notar la emoción en su rostro.
—¡Ahí está! —suelto, ajustando los binoculares—. ¡Se ve increíble!
Irina, que está visiblemente muy emocionada, saca su móvil y empieza a hacerle fotos a todo, incluso nos pide unos selfies.
—No quiero perderme ni un segundo de esto —dice Irina, sin dejar de tomar fotos. Por el rabillo del ojo veo como Leyla pone los ojos en blanco.
El presentador del evento anuncia que es el turno de Peter, y un rugido de aplausos y vítores se levanta entre el público, se ve que después de tantos años de competición ya tiene unos cuantos fans. Mis amigas y yo decidimos movernos más cerca de la valla de la pista, ansiosas por ver la actuación.
Peter se coloca en la línea de partida, observo como respira hondo y se estira antes de tomar su posición. La multitud comienza a animar, y la energía en el aire es palpable. Leyla e Irina se unen al coro de vítores, animando a Peter con entusiasmo, a mí me da más vergüenza y animo internamente y Sabrina es Sabrina, agradezco que haya venido hasta aquí.
—¡Vamos, Peter! —grita Ley, agitando las manos—. ¡Puedes hacerlo!
Peter levanta la vista hacia nuestra dirección y nos dedica una sonrisa nerviosa pero decidida antes de lanzarse hacia la pista. Con un impulso poderoso, empieza su descenso, ejecutando una serie de trucos impresionantes con una habilidad y fluidez que dejan a todos boquiabiertos, sobre todo a nosotras, ¿siempre ha sabido hacer eso? En verano, cuando nos veíamos en la piscina, me solía presumir de sus triunfos en snowboard, pero siempre pensé que lo decía un poco para impresionar. No esperaba que fuera tan bueno de verdad. Aunque en el fondo no me sorprende que se le dé bien algo.
Sigo cada movimiento de Peter con los binoculares, mi corazón está palpitando de la emoción al ver cómo Peter domina la pista. Irina captura cada giro y salto con su móvil, mientras Leyla y Sabrina siguen aplaudiendo con entusiasmo.
—Se le da bastante bien —dice Sabrina, de la nada—. Podría hacer medalla y todo.
Nos giramos sorprendidas hacia ella ante su cumplido. Sabrina no es de adular a nadie y si cree que Peter está haciendo un buen ejercicio es que realmente debe ser bueno en esto.
Peter realiza un último truco que me parece espectacular, aterrizando con una precisión impecable y la multitud a nuestro alrededor estalla en vítores y aplausos, y no pudo evitar contener mi alegría.
—¡Eso fue impresionante! —digo, girándome hacia mis amigas—. ¡Estoy tan orgullosa de él!
Cuando Peter llega a la meta, la sonrisa en su rostro muestra una mezcla de alivio y orgullo. Se acerca a la zona donde estoy con mis amigas desde donde lo hemos visto y animado, su respiración está entrecortada por el esfuerzo y el frío.
—¡Lo hiciste genial! —le suelto, corriendo hacia él y dándole un cálido abrazo—. ¡Te vimos todo el tiempo y fue increíble!
Peter se ríe, con el rostro aún enrojecido por el frío y la emoción.
—Gracias, Miss Montana. —Me guiña un ojo antes de dirigirse a mis amigas—. Y gracias a las tres por venir a animarme.
Irina se acerca a mostrarle algunas de las fotos que ha tomado, mientras Leyla y Sabrina lo rodean felicitándole. La satisfacción en el rostro de Peter es evidente, y me quedo mirándolo embobada con una sonrisa en el rostro hasta que Ley me de un codazo.
—Fue una experiencia increíble —dice Peter, mirándome—. Gracias por estar aquí para apoyarme.
Le devuelvo el gesto con una sonrisa cálida.
—Es una pena que nadie de tu grupo de amigos haya podido venir —suelta Sabrina, de la nada.
A Peter se le borra la sonrisa de la cara y yo miro a mi amiga con reproche. Leyla mira al suelo mientras carraspea para llenar el silencio incómodo que se ha creado e Irina parece no haberse enterado mientras sigue concentrada con sus fotos.