Cuando su hermana murió en un inesperado accidente, la tutela de su sobrino Jonathan de siete años recayó en Paloma y en el tío paterno del niño.
La única clausura a cumplir era que los dos tenían que pasar por el altar y permanecer casados cinco años.
— Tita Paloma. — La llamó Jonathan sentado a su lado en el pasillo del juzgado, tenían vista con el juez.
— ¿Sí? — Le preguntó Paloma.
— ¿Estás nerviosa?
Paloma se quedó extrañada y observó que su pie martilleaba el aire.
— Un poco. — Reconoció Paloma, bajando su pierna al suelo y acomodando la falda de su vestido. — Debería de estar aquí pronto.
Comprobó la hora en su reloj de muñeca y Jonathan se levantó de la silla cuando vio aparecer a su tío.
— ¡Tito Tony!
Jonathan se lanzó a sus brazos y Anthony agitó su cabello.
— ¿Cómo estás, campeón? — Le preguntó Anthony al tiempo que Paloma llegó hasta ellos.
— ¿Y la corbata? Te dije que te la pusieras, un hombre con corbata da mejor impresión. — Le dijo Paloma.
— Por eso le has puesto a este medio hombre una corbata. — Se burló Anthony. Jonathan vestía con traje y corbata.
Paloma suspiró y buscó en su bolso, de donde sacó una corbata a juego con la corbata de su sobrino y a juego con el color de su vestido.
— Tenemos que aparentar ser una auténtica familia delante del juez.
Le entregó a su sobrino su bolso y puso la corbata alrededor del cuello de Anthony, lo que hizo a Anthony bromear con que estaba demasiado apretado.
Jonathan se rió de las expresiones faciales que puso su tío y Paloma suspiró.
— Ey. — La calmó Anthony mostrándole la alianza de boda en su dedo. — No hay que preocuparse, somos realmente una familia.
Los dos se habían casado por el juzgado una semana antes de la última vista.
— Jonathan. — Paloma le quitó su bolso a su sobrino. — Ve a sentarte un momento. — Jonathan obedeció y Paloma sostuvo su bolso debajo de la axila mientras terminó de hacer el nudo de la corbata para Anthony. — Es el hijo de mi hermana.
— También de mi hermano. — Le recordó Anthony y Paloma suspiró.
— Lo que digo es… — Paloma ajustó la corbata debajo del cuello de la camisa. — No me perdonaría que el hijo de mi hermana fuese a parar a un centro de acogida.
— No pasará. Los tres saldremos juntos de aquí.
El abogado los llamó para pasar a sala y Paloma extendió su mano a Jonathan.
— Vamos, Jonathan. — Lo llamó y Jonathan corrió hasta ellos, agarrándose a las manos de los dos hermanos de sus padres.
Después de una hora, el juez los declaró familia y dio su consentimiento para que desde ese día Jonathan se fuera a vivir con sus tíos.
Anthony se quitó la corbata en las escaleras del juzgado y sonrió cuando Jonathan lo imitó a su lado.
— Tu tía se estresa mucho. — Le comentó Anthony a su sobrino, pasándole un brazo por encima de los hombros.
Paloma se despedía del abogado, agradeciéndole numerosas veces por su trabajo.
— ¿Dónde viviré ahora? — Preguntó Jonathan, agarrándose a la chaqueta de su tío.
— Con nosotros, ¿dónde más?
Anthony fingió darle un golpe con el puño cerrado en la barriga y Jonathan se rió.
— Jonathan. — Lo llamó Paloma desde abajo y Jonathan bajó corriendo las escaleras.
Anthony bajó también, quitándose la corbata de los hombros.
— Tendríamos que ir a comer algo, para celebrarlo. — Propuso Anthony y Paloma, que agarraba la mano de Jonathan, se negó.
— Jonathan empieza mañana el colegio, tenemos que ir a casa y preparar todo.
— Pero tengo hambre, tita Paloma. — Se quejó Jonathan.
— Haré algo de comer en casa. — Paloma miró a Anthony. — Nos vemos.
Empezó a caminar llevándose a Jonathan pero, Anthony sostuvo la otra mano de su sobrino.
El niño se vio entre los dos adultos.
— También es mi sobrino y quiero pasar el día con él. — Habló Anthony. — ¿Quieres ir a comer pizza, colega?
— ¡Pizza! — Celebró Jonathan.
— Podrás hacerlo el fin de semana. — Dijo Paloma tirando del niño hacia ella y de seguido Anthony hizo lo mismo.
La escena se repitió y Jonathan se balanceó entre sus tíos.
— Por ley deberíamos vivir juntos por cinco años. — Habló Anthony.
— La clausura solo dice que tenemos que estar casados cinco años. — Apeló Paloma y Anthony sonrió. — ¿Qué?
— ¿Tu abogado no te ha leído la letra pequeña?
Paloma arrugó el entrecejo.
— ¿De qué letra pequeña hablas?
Anthony sonrió.
— Las dos partes deben casarse y convivir con el menor bajo el mismo techo por los siguientes cinco años. — Leyó Paloma en su ordenador portátil la copia digital que le pasó su abogado.
Sentada en su cama y con su pequeña yorkshire en su regazo.
— Creí que lo sabía. — Se justificó el abogado por teléfono.
— No. ¿Cómo cree que voy a saberlo si no me informa? — Contestó Paloma. — Si entendiera de leyes no lo habría contratado.
— Lo siento.
— ¿No hay forma de cambiarlo?
— Si incumple la clausura, podrían quitarle a su sobrino, señora Paloma.
— ¿Y sí… ? — Paloma dejó a la perra en la cama y se levantó para cerrar la puerta de su dormitorio. Las voces de Jonathan y Anthony llegaban desde la cocina, dónde preparaban la cena. — Puedo buscar un acuerdo con el tío de Jonathan.
— No se lo aconsejo. — Se opuso el abogado al teléfono. — Puede recibir periódicamente la visita de un asistente social y si descubre que no están conviviendo en familia...