Y de repente, padres

4. Nuestro primer plan en familia.

Paloma echó las cortinas de las ventanas de la habitación de su sobrino y se acercó después a la cama, donde Jonathan estaba acostado. 

 

— Descansa. — Le deseó Paloma besándolo en la cara. 

 

— Tita Paloma… Siento que tengas que cuidar de mí. — Se disculpó Jonathan dejándola sin palabras. 

 

— ¿Qué estás diciendo? — Paloma se sentó a su lado. — Eres el hijo de mi hermana, ¿quién si no yo va a cuidar de ti? 

 

— El tito Tony. 

 

— ¿Quieres mucho al tito Tony? 

 

— Siempre venía a casa y jugaba conmigo antes de que papá y mamá se fueran. — Habló Jonathan. 

Paloma acarició el cabello de su sobrino y sonrió con remordimiento. 

 

— Ojalá yo hubiese hecho lo mismo. Me perdí mucho tiempo de estar con tu madre. — Le acomodó el cabello hacia un lado y resopló. — Pero es tarde para arrepentirse. 

 

— Mamá hablaba mucho de ti. — Le contó Jonathan con una sonrisa. — Decía que tendría que darte un tirón de orejas cuando vinieras a vernos. — Se rió y Paloma sonrió. 

 

— Jonathan. — Lo llamó y agarró las manos de su sobrino. — Sé que el tío Anthony parece más divertido que yo, pero eso es porque alguien tiene que ser el adulto responsable. Como niño necesitas normas, una buena dieta y un horario que seguir… 

 

— Y puedes darle eso con más calma. — Habló Anthony desde la puerta. 

 

— Jonathan. En el futuro no escuches detrás de las puertas, no está bien escuchar las conversaciones privadas de los demás. — Ignoró Paloma a Anthony para dirigirse a Jonathan. Anthony sonrió a su sobrino y miró a Paloma cuando ella llegó hasta él. — Te agradecería que no interfieras cuando esté con mi sobrino. — Le pidió Paloma. 

 

— También es mi sobrino y tengo el mismo derecho que tú a darle las buenas noches. — Contestó Anthony y entró en la habitación. 

Paloma lo miró acercarse a la cama y salió dejándolos solos. 

 

 

En la cocina, Paloma bajó a la gata Vega de la encimera y cuando la felina salió corriendo se cruzó con Anthony. 

 

— Podrías enseñar a tu gata a no subirse en la encimera. — Le exigió Paloma malhumorada. 

 

— Siento haber interrumpido antes, no sabía que era tan importante. — Se disculpó Anthony yendo a la nevera. 

 

— Ya, dices eso, pero mañana volverás a acaparar la atención de Jonathan todo el día. — Anthony la miró y Paloma negó. — Podrías dejarme pasar tiempo con él. 

 

— ¿Para que lo lleves a las ocho de la mañana a un museo y lo metas en la cama a las nueve de la noche? — Se tomó Anthony a risa, acercándose a ella con dos botellines de cerveza. — Te recuerdo que es un niño que acaba de perder a las dos personas más importantes de su vida. Hagamos esto… Mañana es domingo, vayamos al parque de atracciones. 

 

— ¿Parque de atracciones? 

Anthony asintió. 

 

— Nos lo pasaremos bien. 

 

— Podríamos sacar algunas fotos para ponerlas por la casa, para que parezca más familiar. — Accedió Paloma cogiendo uno de los botellines. 

 

— ¿Puedo preguntarte por qué no te veías con tu hermana? 

 

— No es asunto tuyo. — Paloma apretó en sus manos el botellín. 

 

— Como digas. — Respondió Anthony y salió de la cocina. 

Paloma pensó en su hermana y sacó de dentro de su blusa una cadena con un camafeo, en él tenía una foto en la que aparecía ella con su hermana de niñas y la acarició con la yema del dedo. Suspiró pesadamente, aunque quisiera, ya no podía cambiar las cosas. 

 

 

Por la mañana, Anthony se rió de la ropa con la que Paloma se arregló para visitar el parque de atracciones. 

 

— ¿Vas a una cena con velas? — Le preguntó Anthony, haciendo reírse a Jonathan a su lado. 

 

— ¿Qué tiene de malo? — Lo enfrentó Paloma, vestida con un vestido y llevando un bolso de mano. 

 

— Nada, estás bonita, pero no podrás subir a ninguna atracción sin preocuparte de no enseñar de más. 

 

— No he dicho que vaya a subir en las atracciones. Miraré como Jonathan lo hace. 

 

— Eso es aburrido, tita Paloma. — Dijo Jonathan y Paloma miró a su sobrino. — Yo quiero que montemos los tres. 

 

— Más divertido, ¿verdad? — Le preguntó Anthony y Jonathan asintió. 

 

— A mamá le gustaba montar en las atracciones conmigo. 

 

— Hoy te tendrás que conformar conmigo, campeón. 

Paloma suspiró escuchándolos. 

 

— De acuerdo. Lo he pillado, me cambio rápido. — Gruñó Paloma que se giró para subir las escaleras, por lo que tío y sobrino chocaron sus puños. 

 

 

— ¿Mejor así? — Preguntó Paloma cuando salió de casa en vaqueros y camiseta. 

 

— Mejor. — Respondió Anthony, agarrando su mano para llevarla hacia el coche donde Jonathan los esperaba. 

 

— Puedo caminar sola. — Protestó Paloma que se soltó de él y Anthony se giró mirándola. 

 

— Tengamos por hoy bandera blanca, ¿te parece? Hagamos disfrutar a Jonathan. — Le ofreció su mano para sellar un trato, pero ella se la golpeó. 

 

— No tenemos cinco años. 

 

— ¡Hola! — Los saludó Naty que cruzó la calle desde la acera de enfrente y Paloma sonrió al devolverle el saludo. 

 

— ¿Cómo está? — Le preguntó por educación. 

 

— Yo bien, pero, ¿qué tal vuestra primer día en la casa? — Se interesó Naty. 

 

— Hemos estado bien. — Paloma se agarró al brazo de Anthony, haciendo que él la mirara extraño. — Le presento a mi marido Anthony. Cariño, ella es nuestra vecina del otro lado de la calle. — Los presentó Paloma. 

Anthony entendió que solo guardaba las apariencias y la señora Naty se rió cubriéndose la boca con una mano. 



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 02.12.2022

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