Paloma vio en su teléfono móvil la transferencia recibida de Anthony y lo miró a él sentado delante de ella en la mesa de la cocina.
— Te devolveré cada céntimo. — Le prometió Paloma y Anthony sonrió apoyando la barbilla en los dorsos de sus manos.
— No tengo ninguna prisa, además… — Miró la alianza en su mano y Paloma también lo hizo. — Estamos casados, mi dinero es tu dinero y tus problemas son mis problemas.
— Dicho así, solo quedo mal yo. — Anthony sonrió. — Pero muchas gracias, mi cuenta está bastante ajustada y no sabía cómo reponer todo lo que el terremoto ha destruido. — Anthony observó su propio teléfono en la mesa y como si lo hubiera predicho, el teléfono sonó. Los dos leyeron el nombre de Bella y Anthony colgó la llamada. — Si tienes que hablar con alguien, hazlo, yo también haré una llamada.
Paloma se levantó saliendo de la cocina y miró hacia dentro cuando escuchó a Anthony hablar.
— Gracias por la rapidez. — Agradeció Anthony al teléfono y Paloma apretó su teléfono en sus manos, estaba concentrada escuchando cuando el timbre de la puerta la sobresaltó.
Victoria se acercó a la entrada ladrando y Paloma le ordenó silencio mientras se disponía a abrir.
— Basta, Victoria. — Le dijo y abrió la puerta, encontrándose con la señora Naty. Victoria ladró todavía más, encarando a la vecina y Paloma salió al porche encajando la puerta con la perra dentro de la casa. — Disculpe.
— ¿Siempre es tan ruidoso? — Le preguntó la señora Naty por la perra.
— Solo es desconfiada con los desconocidos y con Anthony. — Contestó Paloma y Naty la miró raro.
— ¿Tiene un perro que no confía en su propio marido?
— Todavía se está haciendo a él. — Sonrió e intentó preguntarlo de forma educada. — ¿Necesita algo? — Naty se mostró extrañada y Paloma volvió a sonreír. — ¿A qué ha venido?
— Ah, eso… Solo me preguntaba cómo estaban después del terremoto de anoche. — La señora Naty cruzó los brazos con angustia. — Todavía tengo el susto en el cuerpo.
— Estamos bien, y la casa no ha sufrido ningún daño.
— Me alegro… De casualidad, ¿han acabado con mi pastel de manzana? Estoy echando en falta ese plato.
— Todavía queda, pero puedo pasarlo a otro plato si quiere... — Le respondió Paloma y Naty negó.
— No, puedo esperar. — Sonrió marchándose. Paloma se quedó desconcertada y al escuchar reírse a Rebeca en su porche, miró hacia allí.
— Lo siento, no pretendía reírme, pero la señora Naty siempre es así de impaciente con sus platos. — Habló Rebeca con las manos apoyadas en su barriga.
Paloma se acercó a ese lado del porche para hablar con ella.
— ¿También te acosó por uno? — Le preguntó y Rebeca se rió asintiendo.
— En mi caso me hizo devolverlo sin lavar con tal de tenerlo. — Le contó y se quejó de pronto de un dolor en su barriga.
— ¿Estás bien? — Le preguntó Paloma preocupada.
— El bebé lleva nervioso desde anoche, pero estamos bien. — Aseguró Rebeca, un teléfono sonó dentro de su casa y se despidió corriendo. — Debe de ser mi marido, hablamos en otra ocasión.
Paloma solo asintió y al verla entrar en la casa, miró hacia la señora Naty que la miraba desde su propio porche.
— Me da escalofríos. — Admitió y caminó hasta la puerta de la casa.
Al entrar, fue hasta la cocina y sacó de la nevera el plato con el pastel de manzana casi completo.
— ¿Qué haces? — Le preguntó Anthony todavía sentado a la mesa.
— Dejar libre el plato de la señora Naty para devolverlo la próxima vez que pregunte por él. — Contestó Paloma haciendo justamente eso. Victoria ladró a sus pies y la miró. — No voy a darte.
— Es a la única que le gusta. Dárselo y acabamos con él. — Anthony se acercó y cuando estaba por coger un trocito de pastel, Paloma le golpeó la mano para evitarlo.
— Ni se te ocurra darle. Se pondrá enferma.
— No hacía falta golpear. Creo que voy a tener que ir a urgencias. — Se lamentó Anthony falsamente, por lo que Paloma se rió.
— No te he dado tan fuerte.
— Lo has hecho. — Se acercó más a ella y Paloma se apartó, tirando el plato de la señora Naty al suelo. La porcelana se hizo trozos y Paloma se preocupó por coger a su perra.
— ¿Estás bien, Victoria? — Se alarmó mirando las patitas de la perra y Anthony se agachó.
— Lo que definitivamente no está bien, es el plato este. — La miró y Paloma supo que eso no acabaría bien con la vecina del otro lado de la calle.
En la encimera, Paloma juntó todos los trozos del plato y les sacó una fotografía con su teléfono móvil.
— ¿De qué te servirá eso? — Le preguntó Anthony barriendo los pedazos más pequeños que quedaron en el suelo.
— Está tarde iré a comprar cristalería para la cafetería, miraré sí hay algún plato parecido…
— ¿Por qué no le dices la verdad? — Anthony se apoyó en la encimera y Paloma lo miró. — Dile que se ha caído y se ha roto. Sí es necesario pagaré por él.
— ¿Eres de los qué resuelve todo con dinero?
— Casi todo se resuelve con dinero. — Afirmó Anthony.
— Por favor, no hagas comentarios de ese tipo delante de Jonathan. No quiero que crea que eso es así y que el dinero es lo más importante.
— No he dicho que sea lo más importante. Digo que resuelve este tipo de cosas. La diferencia es que yo iría de frente y tú prefieres complicar todo buscando un plato nuevo.
— Para empezar no lo habría tirado de no ser por tu culpa. — Lo acusó Paloma. — Te has acercado demasiado y mira lo que has provocado.