Cuando tocaron al timbre de casa era pasadas las dos de la mañana, Victoria se enfrentó a la puerta con su ladrido hasta ser regañada por Paloma que bajó las escaleras.
— Despertarás a Jonathan. — Le dijo Paloma a la perra y se acercó para ver quién llamaba a la puerta a esa hora. Al mirar por la ventana más próxima vio a Anthony, y con él a dos hombres que lo sostenían.
— Tita Paloma, ¿quién es? — Preguntó Jonathan desde las escaleras y Paloma lo miró.
— Vete a la cama, ahora. — Le ordenó antes de ir a abrir la puerta.
Anthony sonrió nada más verla y quiso lanzarse sobre ella, cosa que evitaron sus dos amigos.
— Quieto, hombretón. — Le dijo Omar y miró a Paloma para presentarse. — Me llamo Omar y él Enzo, perdón por aparecer así, pero Anthony ha tomado algunas copas de más.
Jonathan se paró junto a su tía y se sorprendió al ver el estado de su tío, incapaz de mantenerse con los ojos abiertos y el cuerpo rígido.
— Tita Paloma, ¿tío Tony está bien? — Preguntó Jonathan.
— Solo está tomado. Se le pasará en cuanto duerma. — Le explicó Enzo al crío.
— ¿Podemos pasar y ayudarlo a llegar a su habitación? — Pidió Omar y Paloma se apartó de la puerta con su sobrino.
— Su habitación es la primera de la derecha. — Les dijo Paloma donde era y Omar sonrió complacido.
— Gracias. No tardaremos. — Instó a Enzo a entrar y los dos lo hicieron llevando a Anthony a peso sobre sus hombros.
Paloma observó fuera y vio la luz de la casa de la señora Naty encendida.
— Genial. — Gruñó irritada al ver moverse una de las cortinas y cerró la puerta. — Vete a la cama, Jonathan. Mañana tienes colegio.
— Voy. — Asintió Jonathan y subió corriendo las escaleras detrás de los amigos de su tío.
Paloma esperó allí a que los dos hombres bajaran y sonrió sin demasiada simpatía cuando lo hicieron.
— Perdón de nuevo. — Se disculpó Omar con ella y Paloma les abrió la puerta de casa.
— Gracias por traerlo. — Les agradeció y los dos sonrieron, luego salieron de casa y Paloma estaba por cerrar la puerta cuando Omar se giró para darle algo.
— Casi lo olvido. — Paloma vio que le extendió el teléfono de Anthony y lo cogió.
— Gracias. — Le dijo Paloma y cerró la puerta. Miró entonces escaleras arriba y las subió. Anthony estaba echado boca arriba en su cama, sin zapatos y sin cubrir. — Tendría que darte vergüenza que Jonathan te vea en este lamentable estado. — Lo acusó dejándole en la mesa de noche el teléfono móvil y mirándolo crudamente.
Luego se inclinó agarrando la colcha del lado opuesto al que ocupaba y se la echó encima, sorprendiéndose cuando Anthony la rodeó de la cintura haciéndola caer encima de él.
Paloma se escapó rápidamente y vio a Anthony tumbarse de lado, agarrándose a la almohada y balbuceando quién sabe qué, se llevó entonces el pecho, su corazón había reaccionado demasiado emocionado a eso.
Por la mañana, Anthony despertó con resaca y encontró en la mesa de noche una nota de Paloma echándole la bronca por llegar de madrugada y borracho, también avisando de que pasara por su cafetería cuando se levantara.
— ¿Qué? — Preguntó Omar al teléfono cuando Anthony lo llamó todavía desde la cama.
— ¿Qué pasó ayer? — Lo interrogó Anthony.
— Bebimos y te emborrachaste. Enzo y yo te llevamos a casa. — Le contó y Anthony se frotó la cabeza. — Muy simpática Paloma. — Fue Omar sarcástico y Anthony le colgó la llamada, tirando el teléfono en la cama y volviéndose a acostar, dormiría hasta perder la resaca.
Cuando volvió a despertarse, la resaca seguía ahí y Paloma también lo estaba, mirándolo de brazos cruzados y con cara de molesta.
— Este es el ejemplo que vas a darle a Jonathan, emborracharte por la noche y dormir al día siguiente hasta la tarde. — Protestó Paloma al verlo despierto. — Debería darte vergüenza.
— ¿Quién está hablando de dar ejemplo? — Se quejó Anthony, incorporándose en la cama y echándose el cabello hacia atrás. — Me duele la cabeza, ¿puedes hacerme el favor de dejar las quejas y los reproches para más tarde?
Paloma negó con antipatía y le indicó la mesa de noche.
— Cuando tengas ganas, responde al menos a tu teléfono, una tal Bella no deja de llamarte y la habitación de Jonathan está al lado. — Anthony cogió el teléfono y lo puso en modo silencio.
— Ella puede esperar. — Dijo dejando el teléfono y mirando a Paloma. — Siento llegar borracho, me sentía mal y mis amigos quisieron animarme.
— ¿Te sentías mal por qué según tú ayer te rechacé? — Quiso Paloma descubrir y Anthony que sonrió dejó de mirarla.
— Ya es demasiado humillante, no tienes que preguntar sobre eso.
Bajó los pies de la cama y se quedó parado cuando Paloma habló.
— Ni respondí.
— Está bien, no tienes que hacerlo. Ya sé la respuesta. — La miró y habló por ella. — No te gusto, y si vives bajo el mismo techo que yo es exclusivamente por Jonathan.
— Técnicamente, eso es así. — Paloma le dio la razón y Anthony no se sintió mejor por tenerla. — Pero… Debo ser sincera, en los últimos días también me has gustado. O eso creo, porqué el corazón se me acelera y prefiero que sea eso a tener un problema cardiaco.
Anthony se señaló con un dedo índice.
— ¿Tengo que sentirme halagado? — Bajó la mano y negó despacio. — Ya doy pena, no tienes que empeorarlo.
— No dejo de pensar en ti. — Confesó Paloma bajando sus brazos y Anthony que la miró, se levantó parándose frente a ella.