Y de repente… soy madre

Capítulo 2

Respiro hondo después de leer el mensaje de Loren, está en el hospital debido a una hemorragia y yo tengo una reunión programada en menos de treinta minutos, mi subconsciente lucha consigo misma para decidir qué hacer. Necesito ver a Loren y saber si ambas están bien, son mis prioridades, pero aún me queda trabajo que hacer, mi carrera es importante después de todo.

[Loren]

«Alice quiere nacer» 08:37

[Amber]

«¿Qué quieres decir?» 08:37

«No me jodas, Loren» 08:37

«Dime que es una broma de mal gusto» 08:37

[Loren]

«Ojalá el dolor fuera una broma» 08:39

«Alice está naciendo Am» 08:39

«Am, por favor, ven a verme» 08:42

«Tengo miedo» 08:42

Apago el teléfono, agarro mi bolso y me dirijo al ascensor. Mientras bajo, escribo un pequeño correo electrónico a Christopher informando de mi ausencia en la reunión. Por suerte, consigo un taxi en cuanto salgo del edificio y me subo en él con el corazón a mil.

Quince minutos después entro en el hospital y me registro como amiga de Loren Scott. Voy al elevador y tres pisos, nunca los he sentido tan lejanos como estos que me separan de mi amiga, aunque sé que es mi mente jugándome una pasada debido a la situación que acontece; al salir del aparato denoto que el ambiente está tranquilo a pesar de ser un hospital.

Loren está en el quirófano, así que me quedo en la pequeña sala de espera de esa planta. No hay noticias de lo que pasa dentro, y eso me está matando. El embarazo era de riesgo, lo sabíamos desde el principio, pero Loren quiso seguir adelante. “El amor verdadero merece ser transmitido y por ello quiero tener la hija que siempre he soñado, incluso si ya no estoy aquí para verla”, decía cada vez que se hablaba de la vida de la bebé.

Un nudo se me planta en la garganta al recordar esas palabras y no puedo dejar de caminar de un lado a otro nerviosa por no sé cuánto tiempo. De pronto oigo el llanto de un bebé y algo en mí me dice que es ella, desesperada, me dirijo al lugar en donde están los recién nacidos sin que nadie me vea y conecto rápidamente con una adorable bebita.

El cristal me separa de la pequeña Alice, sé que mis instintos no me fallan y es la hija de mi mejor amiga, una enfermera la está limpiando. Su piel sigue ensangrentada, su llanto no cesa. Es tan pequeña y frágil que sonrío cuando deja de llorar.

—¿Eres la amiga de Loren Scott? —me pregunta alguien de repente y yo torno mi mirada de Alice hacia los médicos que están a mi lado. Kristín evita mirarme.

—Sí… lo soy.

—Lo siento mucho.

Miro confundida al médico, sé lo que viene a continuación, pero no estoy preparada para ello, no quiero creer que esto ha sucedido realmente.

Aunque he pasado siete meses preparándome para este posible acontecimiento, todavía tenía esperanzas. Mi mundo se desmorona, la bendita esperanza que en mi corazón se albergaba me está causando un temblor indescriptible.

—Loren tuvo una hemorragia interna, perdió mucha sangre —dice Kristín, con la mirada fija en Alice—, y eso provocó su muerte… Lo siento mucho, Amber.

En este momento me siento perdida, desde el principio supe el riesgo del embarazo de mi amiga, pero nunca pensé que realmente podría matarla. Me vuelvo hacia el cristal de nuevo, la enfermera está terminando de limpiarla. ¿Qué haré ahora? No puedo cuidar a un bebé, no tengo tiempo para eso, más no puedo dejarla desamparada.

—¿Quieres que llame a su familia? —propone Kristín y solo en ese instante me doy cuenta de que ha despedido al otro médico.

—No, yo lo haré —suspiro.

Me lloran los ojos, sé que en cualquier momento me derrumbaré, pero no puedo, al menos no todavía.

—Déjame hacerlo Amber, ¿por qué no te quedas con Alice un rato? —Fija su mirada en la mía y por las emociones que en ella vislumbra, añade—: Estar cerca de ella te hará bien, acompáñame.

Sigo a Kristín a la guardería y hago el proceso de saneamiento. La enfermera me guía hasta la cuna de Alice. La bata del hospital es demasiado grande para su pequeño cuerpo. Paso mi mano por su carita, ganándome una sonrisa como respuesta. Alice es la mezcla perfecta de Dylan y Loren, su piel pálida como la nieve es la herencia de Dylan, su cabello rubio como los rayos del sol son la herencia de Loren.

Paso buenos minutos viendo dormir a Alice, sé que si me voy de aquí tendré que lidiar con la muerte de Loren, con la custodia de la pequeña, y con todo el resto del mundo, pero estar aquí con ella, me hace olvidar todo y a todos. Es por eso que me quedo allí, con mi mente en blanco, pensando solo en esa diminuta preciosura y tratando de ayudar a la enfermera a darle de comer y cambiarla. Las horas se pasan volando mientras admiro a esa pequeña niña que al escuchar mi voz calma su llanto como si fuera su madre. Me doy cuenta de que es tarde al ver llegar a los padres de Dylan y Loren, quienes se reúnen conmigo fuera del área de neonatos.

Todavía no saben qué hacer con Alice, están demasiado conmocionados por la pérdida de Loren como para pensar en un futuro. Por mi parte, llamo a la empresa para decir que no iré el resto de la semana, que no tendré cabeza para ello.



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En el texto hay: romance, drama, madre soltera

Editado: 03.02.2023

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