💌💌 Mi pequeña Alice, he pensado en cómo contarte tu historia, podría decir simplemente que tu padre y yo nos enamoramos locamente y ya está, pero ¿qué gracia tendría eso? Se ven las mismas cosas en las películas de Disney, así que te contaré toda mi historia, desde el día que lo conocí, lamentablemente nunca tendrás su versión, pero sé que tu tía Am tiene buenas anécdotas de tu padre, espero que te las cuente todas. Con amor, mamá. 💌💌
Vuelvo a mirarme al espejo, mis ojos están hundidos, las ojeras se han apoderado de mi rostro. Estoy cansada, cuidar de una recién nacida no es fácil, y mucho menos cuando tienes que trabajar. Falta un mes y medio para el lanzamiento de la colección, y todo debe estar perfecto. Lo que ha hecho que todo sea más difícil para mí es no poder ver con mis propios ojos todas las cosas, me mantengo en casa todo lo que puedo. Pido todo lo que necesito en mi móvil, desde comida hasta cosas para la casa. Alice es demasiado joven para pasar horas fuera de casa conmigo, Kristín recomendó que nos quedáramos en casa y yo sigo sus indicaciones al pie de la letra. Logan lleva quince días “desaparecido”, no me ha enviado ni un correo electrónico —he revisado todo el spam—, no me ha llamado, simplemente desapareció, solo sé que está vivo y bien a través de sus redes sociales.
El llanto de Alice me hace dejar el espejo y mi apariencia, yendo a su habitación. El vestidito de girasol hace que parezca una muñeca de porcelana. No tardo en darme cuenta de que el llanto se debe a un pañal sucio. Después de medio mes ya le estoy cogiendo el tino a cuidarla, por supuesto todo gracias a Kristín que me dio muy buenos consejos, pero de todas formas me quedo con mi crédito.
Pongo la bebé en el cambiador, le levanto el vestido y le quito el pañal. El olor es algo insoportable, ¿cómo puede apestar tanto un ser tan pequeño? Le quito el pañal sucio, la limpio con un pañuelo húmedo y le pongo un pañal limpio.
Tomo a Alice en mi regazo, guardo lo que he usado y desecho el pañal sucio. Ella se acomoda más en mis brazos, lista para volver a dormir. Aprovecho y la dejo en mi cama. Intento crear algunas piezas nuevas, pero nada toma forma, quizás es el hecho de estar viviendo casi un mes con una bebé, pero mis únicas ideas tienen de referencia a Alice, lamentablemente estas no me ayudarán mucho con Stewart. Me acuesto junto a ella en la cama, quedándome dormida poco después. Cuando se tiene un hijo en casa, hay que disfrutar de estos momentos únicos.
💌💌 Estaba en mi último año de instituto, contaba los días para poder deshacerme de ese lugar, pensaba que la vida sería mucho más fácil después (pero no es así). La clase de educación física nunca fue mi favorita, pero ya no podía escapar (me pasé los dos años anteriores huyendo de las clases de educación física, siempre una excusa tras otra), estaba en una clase que no era la mía, necesitaba reponer mi nota y esa era la única solución. Fue entonces cuando conocí a tu tía, Amber Prescott, ya nos habíamos cruzado en los pasillos, pero nunca hablamos. Amber era una persona tranquila, ¿crees eso, hija? Tu tía era tranquila, al menos en el instituto. Al principio no nos llevábamos bien, yo no quería ni estar allí e intentaba a toda costa huir de la clase (nunca hagas eso Alice, no es tan malo después de todo), Amber como mi tutora tuvo que impedir que me fuera. Pasamos casi dos meses “odiándonos”, hasta la fiesta de Logan Stewart. 💌💌
El fuerte ruido del timbre sobresalta a Alice, provocando su llanto y, en consecuencia, despertándome por completo. Tiro del chupete que casi se ha caído de la cama y se lo meto en la boca. Compruebo la hora en mi teléfono: quince horas y treinta y nueve minutos. No hay ningún mensaje de ninguno de los hermanos Leigh, lo que me hace dirigirme a la puerta, ligeramente molesta. Doy un paso atrás después de abrir la puerta, no hay nadie, solo una enorme cesta con varios dulces. Miro perdida en el pasillo que está vacío, empiezo a analizar la cesta buscando alguna tarjeta o algo que pueda contener alguna información, pero no hay nada.
Pienso en llevarla a recepción e informar del error, pero mi “sed” de dulces habla más fuerte. ¿Está mal quedarse con algo que no es mío? Sí, pero en este momento solo quiero disfrutar de cada dulce de esta cesta.
Dejo la canasta en la encimera y busco mi móvil. Me muerdo el labio inferior, mi mente se debate entre devolver la cesta o devorarla. Pienso en enviarle un mensaje a Kristín, pero viendo la hora cavilo que tiene que estar en el quirófano como en otras ocasiones, tampoco puedo enviarle un mensaje a Kevin, él vendrá a decirme que es el regalo de Logan y me narrará varias fantasías de su cabeza. Suspiro cansada, no hay nadie más a quien pueda llamar o enviar un mensaje de texto. Solo han quedado los hermanos Leigh en mi vida, no es que sean malos, al contrario, son ángeles en mi vida, pero, aun así, extraño a mis dos mejores amigos, que ahora se han “transformado” en la pequeña Alice. La vibración del teléfono me devuelve a la realidad, un número desconocido se apodera de la pantalla. Respondo, aunque de mala gana.
—Prescott te quiero lista a las siete, pasaré a recogerte. —Escucho la voz de mi tormento.
—No puedo hacerlo Logan, lo sabes. Tengo que cuidar a Alice.
—La llevaremos con nosotros. —Está loco.
—Pensé que no querías que los medios de comunicación se enteraran de que soy madre.