Mew durmió muy poco aquella segunda noche. Revivía aquel segundo beso en su mente sin parar. Un estremecimiento en su pecho lo hacía respirar agitado cada vez que recordaba aquellos labios dulces sobre los suyos.
No tenía dudas. Había sido un beso real, apasionado. Incluso estaba seguro de haber sentido los latidos acelerados en el pecho de Gulf cuando se atrevió por un momento a rozarlo con su mano.
Pero si había sido real,¿ por qué entonces Gulf no había dicho nada luego de aquel segundo beso? ¿Por qué se había ido así, en doloroso silencio, raudo, sin siquiera mirarlo?
Al día siguiente un Mew cansado y desconcertado pero decidido lo buscó por cada rincón del instituto entre clase y clase.
Necesitaba desesperadamente que aquellos ojos agresivos lo miraran por un segundo. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber si Gulf había sentido, igual que él, que el mundo se había detenido por completo todo el tiempo que había durado aquel segundo beso.
La desesperación ... y la emoción de las primeras horas se fueron transformando en tristeza a medida que el día se acababa. Gulf no aparecía por ningún lado. Y los pocos alumnos a los que Mew se había atrevido a preguntar le dijeron que no lo habían visto.
Ya no lo vería nunca más ...
Los pensamientos de miedo buscaban apoderarse de Mew.
Ha decidido dejar el Instituto porque le dan asco tus besos...
Mew entró al callejón que había estado evitando los días anteriores y se dejó caer en el mismo rincón húmedo del desierto callejón mientras la luz del sol invernal moría por detrás del horizonte.
Lo que había pensado como una lección se había convertido en un dolor profundo. Mew sentía que se lo tenía merecido. ¿Cómo había sido capaz de creer que con un beso suyo un corazón frío y odiador se iba a convertir en un corazón de amor? Sus besos eran repugnantes. ¿No se lo había dicho a alguien hacía mucho tiempo atrás?
Mew sintió sobre sí las primeras gotas de una fría lluvia y comenzó a llorar. Pero entonces un brazo cálido y fuerte y decidido lo envolvió. Un segundo después se halló descansando en un pecho fornido y vibrante. Alzó apenas la mirada tratando de no moverse demasiado ... Para no despertar... Porque aquellos sólo podía ser un sueño... Sólo en un sueño, Gulf podría abrazarlo así, con tanta dulzura bajo aquella lluvia ahora torrencial.
Buscó su mirada y la encontró. Unos ojos dulces y cálidos lo miraban fijamente.
—Quedémonos aquí hasta que pare la lluvia...— escuchó Mew e inconscientemente se aferró más aquel pecho fornido.
Y la recompensa llegó. El abrazo se hizo más fuerte y una sonrisa luminosa le llegó como un flash y un segundo después aquellos labios en los que tanto había pensado en los últimos días se posaron sobre los suyos con dulzura. Y por primera vez Mew sintió que la vida merecía la pena ser vivida...