Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 1

Volví en mí con la irritante sensación de dolor en mi cabeza. La punzante resaca me da de lleno, obligándome a despertar completamente. Mis oídos pitaron hasta más no poder con el sonido del silencio. Intenté abrir mis párpados pesados, y cuando por fin lo logro me embarga el aturdimiento.

 Me han secuestrado

 El lugar en el que me encuentro está en total oscuridad, sin ninguna entrada de luz que aclare un poco mi visión. El pitido, poco a poco disipándose, se convierte en un nuevo sonido escalofriante. El sonido de sollozos incontrolables.

 Mi mirada a todos lados, tratando de adaptar mi visión a esta oscuridad, tratando de divisar los orígenes de aquellos sonidos estrangulados. Quiero palpar algo con mis manos. Lo que sea. Pero mi intento fue inútil al notar mis muñecas atadas entre sí. Es cuando mi alarma se enciende.

 —¡¡Ayuda!! -grito, y mi voz con poco uso suena espesa-. ¡Alguien ayúdeme!

 En la habitación se levanta un murmullo de súplicas y advertencias susurradas, pero mi razón se fue al carajo.

 —¡Ayuda, Por favor! -exclamo haciendo eco en toda la habitación.

 —Oye, por favor -dice una voz temblorosa, femenina-. Cálmate. No grites o nos matarán.

 —Por favor, cállate. -chilla otra.

 —No hagas esto más difícil. -solloza otra más.

 Habían muchas chicas en esta habitación. Demasiadas diría yo.

 ¿Qué demonios hago yo en una habitación llena de mujeres secuestradas?

 —Demonios, no. -murmuro para mi, aguantando las terribles ganas de llorar, berrear y gritar como una maldita lunática. Esto no era lo que quería cuando fui a esa discoteca. No se suponía que pasara esto.

 Pasos pesados fuera de la habitación es lo que ocasiona un escándalo de gritos ahogados y llantos silenciosos en todo el espacio. Intento sentarme y prepararme para lo que sea que venga a continuación.

 La puerta se abre, dejando entrar una gran cantidad de luz que, por poco, y derrite mi cornea. A contra luz, se divisa una silueta masculina, alta, esbelta, imponente. La cual reconocí por la forma de su cabello.

 —¿Quién carajos es la maldita escandalosa? -exigió en un ladrido.

 Todas a mi alrededor respiran con dificultad, temerosas a lo que pueda hacer este sujeto. Yo en cambio me mantengo firme y dura, tragándome cualquier cobardía que quiera salir de mí.

 —Quien sea la llorona no pasa de hoy. -advierte mirando a todo el lugar.

 —¿Por qué estamos aquí? -hablo entonces, moderando mi tono de voz a uno neutro.

 Su rostro se contorsiona y cae en mí, como si estuviese mirando a algo insignificante y soso. Sonríe ladino, en un gesto de reconocimiento.

 —La alcohólica despechada con complejo de chica dura al ataque -una risa ronca sale desde su garganta-. Es una sorpresa, cariño. Pronto lo verán.

 Me lanza una mirada juguetona antes de volver sobre sus pasos.

 —¡Sorpresa y una mierda! -espeto sintiéndome valentonada-. Qué demonios harás con nosotras, Kim Taehyung.

 En su mirada se asomó un atisbo de impacto ante mis palabras, pero solo fue un nanosegundo. No sé estoy haciendo, pero ya no hay vuelta atrás, y quizás retarlos cambie mi destino y no corra la misma suerte que las mujeres aquí.

 —Mira nada más -dice en medio de una sonrisa de satisfacción-. Te aprendiste mi nombre, entonces. Qué sorpresa -sus pasos cambian de dirección y esta vez se dirige a mí-. Yo no haré nada, cariño. Mi jefe tiene preparado algo especial para ustedes.

 —No me vengas con preámbulos -siseo, intentado colocarme de rodillas-. ¿Qué es lo que realmente quiere?

 El silencio que le sigue a mi pregunta me cae pesado, como un yunque. Él parece no tener otra respuesta y su diversión se acabó. Su gesto se endurece a uno de obstinación.

 —Tú, mamita, vas a ser la más dura para el jefe -dice aquello frotándose el rostro con cansancio-. Serás un dolor en el culo. Mejor sacar a la manzana podrida de la canasta -de su bolsillo desenfunda un arma y la dirige a mi frente. Gritos alarmados de las demás es lo único que puedo oír ahora-. Una molestia menos.

 Entonces me regala su sonrisa más galante, quita en seguro del arma y yo me vuelvo gelatina.

 —¿Qué haces, imbécil?

 Otra voz se suma al barullo, oyéndose por encima de las demás, y deteniendo los movimientos de Taehyung. Otra silueta se posa en el umbral de la puerta, transmitiendo al lugar una presencia omnipotente. Los chillidos y sollozos de las otras chicas son silenciados abruptamente, convirtiéndose en respiraciones pesadas y temblorosas.

 —Jefe -dice Taehyung, su voz cambiándole a unas octavas más abajo-. Esta chica. Hay que deshacernos de ella.

 —¿Deshacernos? -inquiere con desconcierto y diversión en su voz-. ¿Por qué deberíamos deshacernos de una de ellas, si les costó conseguirlas?

 De pronto se está movilizando, lenta y relajadamente hacia Taehyung. Escucho gritos ahogados tras de mí, y es cuando la realidad me golpea de lleno. Es el maldito jefe del que hablaba.

 —Es problemática -se excusa Taehyung guardando su arma-. Causará problemas al trabajo.

 —Problemas, dices -suspira cansado, como si Taehyung fuese un bruto animal-. Veamos.

 El hombre de pantalones negro y chaqueta de mezclilla, se acuclilla frente a mí y me sujeta el rostro con una mano para examinarme. Solo en esta posición puedo distinguirlo mejor. Su cabello castaño toca sus pestañas con las puntas, sus ojos cafés me inspeccionan con detenimiento y su boca estirada en una sonrisa sabionda me descoloca, y a la vez me llena de ira cruda.

 Con un movimiento brusco de cabeza, alejo de mi rostro de su tacto, conteniendo las ganas monstruosas de matarlo que tengo.

 —Problemas mis bolas, Taehyung -dice él estirando su mano con intensiones de acariciar mi cabello-. Es hermosa, joven y suficientemente adecuada para el negocio.



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Editado: 22.10.2022

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