Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 2

Nuevamente, mi consciencia es reanimada. Mis sentidos vuelven a conectarse, permitiéndome sentir un dolor punzante en mi mandíbula. Esa parte de mi rostro pesa y tan solo moverla me provoca hormigueos.

 La realidad me golpea de lleno, y la figura de Taehyung pateando mi rostro viene a mí como película de terror. Abro mis ojos de golpe y me levanto como resorte sobre la superficie suave en la que me encuentro.

 ¿dónde estoy? Es lo primero que pasa por mi cabeza cuando veo una habitación desconocida,

 —Oh. Ya despertaste -escucho la voz a mi lado, suave y dulce-. ¿Cómo te sientes?

 La mujer, enfundada en uniforme quirúrgico y bata blanca, me mira detenidamente sin un atisbo de emoción.

 —Confundida. -respondo con voz seca, lo que causa una picazón apabullante en la garganta.

 Ella asiente levemente y me acerca un vaso con agua. La acepto solo porque necesito quitar este ardor en la garganta.

 —Soy la doctora Choi. He atendido tu herida. Déjame examinarla de nuevo. -pide con voz monocorde pero amable, y sin esperar respuesta toma mi rostro para palparlo y moverlo dolorosamente como una maldita masa de pastelito.

 —¿Dónde estoy? ¿Qué está ocurriendo? -pregunto entre quejidos.

 —Estás en una habitación de la mansión Jeon. Tuviste un accidente y estuviste inconsciente por un día entero gracias a la anestesia para el dolor.

 —¿Accidente? -farfullo indignada-. Me patearon la cara. ¿Qué demonios hago aquí de todos modo?

 La doctora sonríe con diversión. No parece tener más de treinta años.

 —Así que te acuerdas, ¿eh? -me mira como si fuese una niñita que no entiende nada-. Por lo visto estás bien y no sufriste daños neurológicos.

 Le sostengo la mirada, sorprendida por la situación. Reprimo una risa llena de ironía.

 —¿Qué hago aquí? -exijo al borde de la histeria-. No debería estar aquí. Quiero irme...

 —No puedes. -me interrumpe abruptamente, sin añadir algo más. Miles de sentimientos se arremolinan en mi interior, la desesperación predominando sobre los demás.

 —¿Por qué no? -digo sin obtener respuesta-. ¿Estoy secuestrada? ¿Me quedaré aquí por...?

 Ni siquiera pude terminar la oración. La mujer delante de mí niega con la cabeza, su rostro inescrutable. Mi labio inferior comenzó a temblar y mis mejillas humedecerse.

 —Son preguntas que no me competen responder.

 —Entonces, ¿a quién? -escupo con voz temblorosa-. ¿Qué harán conmigo?

 Ella abre la boca para contestar, pero cualquier sonido que iba a articular quedó en el aire cuando la puerta sonó con dos toques. La doctora miró hacia ella y después a mí.

 —Pronto lo sabrás -se posiciona a un lado de donde me encuentro-. Adelante.

 La puerta se abre completamente, dándole el paso a un hombre de aspecto jovial, vestido con una simple camisa blanca y pantalones de mezclilla negro. Su cabello castaño cayendo sobre su frente, ojos cafés y cansados, y una sonrisa torcida que se dibuja a medida que entra a la habitación.

 —¿Todo bien, doctora? -dice él deteniéndose a los pies de la cama en la que estoy recostada. Su aura me provoca una sensación de inseguridad y algo más. Algo erróneo.

 —Perfectamente, jefe. -contesta la doctora y todo es más claro para mí.

 Él es quién hizo llamar a esa mujer cuando Taehyung me pateó la cara. Es a quien, tanto la doctora como Taehyung, llaman jefe.

 Me echa una mirada crítica, moviendo sus ojos por todo mi rostro. Luego su gesto se endurece.

 —Su rostro aun está inflamado -reclama él volviéndose molesto hacia la mujer-. ¿Por qué?

 —Ha pasado un día desde el golpe, probablemente tardará unos días más para que vuelva a su color normal.

 Un día. He pasado veinticuatro horas desaparecida.

 —Entonces no está perfectamente. -espeta él como si la doctora fuese la más estúpida de todas.

 —Tiene razón, señor. Lo lamento -ella se disculpa e inclina levemente-. Ya le he suministrado medicamento para el dolor y la inflamación. Si desea puede quedarse.

 —Esta bien. Lárgate. -señala la puerta y la mujer se retira.

 Mi respiración se atasca a mitad de mi esófago. Estoy completamente sola con él. Con el sujeto que me tiene secuestrada para quién sabe qué. Un hombre que tiene tanto poder como para tener el respeto de un lunático y una doctora.

 Mis manos se vuelven gelatina el momento en que rodea la cama y se coloca en donde estaba la doctora segundos antes. Sus ojos puestos directamente sobre los míos y yo le sostengo la mirada. Sin dejar de verme, se sienta a mi lado haciéndome tragar duro y casi me ahogo cuando alza una mano para tocar mi cara.

 Cierro los ojos, y no sé qué esperar, pero lo que llega es una suave caricia por sobre la zona adolorida de mi mandíbula. Lentamente abro los ojos, desconcertada. Veo su mano recorrerme ambas mejillas, enjugando mis lágrimas. Luego veo su expresión, cambiando entonces a una sonrisa abierta, mostrando dientes y sus ojos haciéndose unas finas líneas.

 Inclina levemente la cabeza.

 —Im Karly -pronuncia mi nombre, provocando un escalofrío por todo mi cuerpo-. Padre asiático y madre latina. Cumpliste los veintidós el doce de abril y no estudias una carrera universitaria porque la universidad de tus sueños siempre te rechaza. No tienes amigos, tu papá le es infiel a tu madre y ella te culpa por eso. Bonita vida. -culmina intensificando su sonrisa, arrugando así su nariz en el acto, y algo frío se instala en mi estómago.

 —¿Cómo sabes todo eso? -digo en un hilo de voz.

 —Acabo de investigarlo -apoya su codo de mi pierna y acomoda su mejilla sobre esa mano, mirándome con un brillo de adoración desde esa posición, como un total lunático-. Eres hermosa.

 Mi respiración es irregular ahora. Jamás me había sentido tan furiosa y aterrada al mismo tiempo. Es un sentimiento horrible y me dan ganas de arrancarlo con un puñal.



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Editado: 22.10.2022

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