Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 9

Maldición.

 Por fin hay oxígeno en mis pulmones cuando siento que estoy consciente. Cuando creo que estoy despierta. Pero aún no he abierto mis ojos… y me cuesta hacerlo.

 —Gruñona.

 El pecho me tiemblo cuando oigo esa voz, ese apodo, ese tono… solo alguien en específico me llama así. Debe ser mi imaginación, sí. Esto se debe a la droga que me afectó y por eso estoy así.

 —Abre los ojos, mi gruñona.

 Siento su aliento caliente en mi oído, provocando que los vellos de mi piel se erizaran. No puede ser real. Y si lo es, no quiero llorar delante de él, pero sinceramente lo he extrañado mucho.

 —Mírame, Karly –susurra muy cerca de mi rostro y yo lucho por abrir mis ojos–. Mírame, reina mía.

 Por fin logro abrir mis ojos, encontrándome de lleno con la persona que necesito justo ahora. Su cabello negro apunta a todas las direcciones, está usando una camiseta azul y el brazalete negro que le regalé en su cumpleaños está en su muñeca derecha.

 —Hola, reina mía. –su voz profunda forma un vuelco en mi estómago.

 —Yoongi. –gimo sin poder creerlo.

 Una preciosa sonrisa adorna su rostro y la distancia que nos separaba la acorta un poco más, rozando su nariz con la mía, sus ojos haciendo contacto con los míos.

 —Te extraño –sollozo, dándome cuenta que estaba llorando–. Te necesito.

 —¿Por qué lo dices así? –arruga su frente confuso–. Estoy aquí, reina mía.

 Niego rotundamente, tragando el nudo que tengo en la garganta.

 —No, Yoongi. No lo estás –susurro y su sonrisa tiembla–. Sé que no lo estás.

 —Puedes verme. Soy yo, gruñona –urge acariciando mi mejilla–. ¿Por qué no aceptas la realidad, amor?

 —Porque en la realidad Yoongi no usaría una camiseta azul.

 De pronto todo a mí alrededor se disuelve y esfuma rápidamente. La imagen de mi Yoongi desaparece ante mis ojos y gimo dolida. Cuando ya no queda nada de la ilusión es que abro mis ojos.

 Estoy en la mansión, en la habitación que ocupo con Jungkook. Siento dolor punzante en mi garganta reseca, llevo mi mano a mi rostro, descubriendo una sonda dentro de mi nariz. Un catéter sobresale de mi muñeca y a mi lado yace sentada una figura femenina que no es la doctora Choi.

 —Jenni –pronuncio ronca, recordando su nombre de repente.

 La chica me sonríe cálidamente, asintiendo a algo en particular. Su cabello está sujeto en una coleta, sus manos envueltas en guantes de látex y un estetoscopio rodea su cuello. Supongo que ella fue quien me atendió pero…

 —Por fin estás despiertas –habla ella con dulzura–. Todos están preocupados. Sobre todo el pequeño Jeon.

 El pequeño Jeon. Se refiere a Jungkook. Sonrío levemente por el sobrenombre.

 —¿Qué haces aquí? ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

 —Al menos ocho horas. Jungkook me llamó para que te atendiera y vine tan pronto me dijo que te habían intoxicado y convulsionaste hasta sufrir un paro cardiorrespiratorio.

 —¿Un paro? –mi voz tembló por la sorpresa. Jenni asintió con pesar.

 —La doctora Choi hizo lo posible para reanimarte y lo logró. Dijo que todo ocurrió debido a que tu sistema ya estaba intoxicado por las drogas que te hacía tomar Jungkook, y combinado con el éxtasis que te chutaron fue más que una sobredosis perfecta para matarte.

 Permanecí en silencio por toda la información. Estuve a punto de morir. O morí y la doctora me reanimó. Todo por las malditas drogas que Jungkook me daba para abusar de mi cuanto le placiera.

 —¿Dónde está ella? –inquirí sin aliento.

 —Jungkook le disparó entre las cejas cuando le explicó todo –suelta de pronto y mi corazón da un vuelco violento–. Por no haber previsto algo como esto. Estuviste a punto de morir, Karly.

 Trago duro. Iba a morir. Imágenes inconexas de la noche anterior llegan a mí, recordándome lo fatal que se sintió el efecto de la estaxis. Si tan solo no hubiera tomado nada en ese club. No, si tan solo no hubiera ido a ese club.

 No… Lo cierto es que si tan solo hubiese esperado tanto para huir. Todo esto es mi culpa. Debo salir de aquí o moriré. No quiero morir, no pienso morir. Debo irme ya.

 —¿Dónde está él? –pregunto ejecutando lo primero que se me viene a la mente.

 —En su despacho. Se aliviará cuando sepa que despertaste –sonríe divertida–. Iré a buscarle.

 Asiento frenéticamente, desesperada porque se vaya. En cuanto cierra la puerta detrás de sí comienzo a enderezarme, pues aproximadamente tengo cinco minutos antes de que aparezca Jungkook.

 Arranco el catéter en mi mano sin ningún tipo de delicadeza y voy por la sonda, la cual extraigo con cuidado de no irritar mis vías respiratorias. La mano me sangra debido al catéter arrancado, pero es lo de menos. En cuanto siento que ya puedo moverme me levanto de la cama de un salto.

 Nunca se me ocurrió escapar por la ventana, ya que la altura no me inspiraba confianza y además de que la mansión está rodeada de guardias, y no sé si son capaces de pegarme un tiro en la frente como su jefe a la única doctora del lugar. Pero en este caso la desesperación se apoderó de mi sistema y las necesidades de huir junto a ella.

 Deslizo la cortina para directamente pasar una pierna seguida de la otra por la única ventana en la habitación. Intento no mirar hacia abajo para no acobardarme pero sé que está muy alto. Respiro hondo antes de darme vuelta y mirar a lo que me enfrento.

 Aproximadamente hay unos diez metros de distancia entre el suelo y yo. Nada del otro mundo, claro. Pero no puedo dar vuelta atrás. Doy un paso hacia mi izquierda, donde vislumbro un árbol del cual puedo treparme y bajar.

 —¡Karly!

 Vuelvo con violencia mi rostro hacia esa voz, encontrándome con un furioso Jeon Jungkook asomado a la ventana.

 —¡Vuelve aquí, maldición!

 Mi corazón late con frenesí al sentirme descubierta. No puedo echarme atrás ahora, quiero irme.



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Editado: 22.10.2022

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