A la final fracasó la misión. Regresamos a la mansión con magulladuras, sin los barcos y el jefe Park escapó. Una hora después de nuestra llegada entró el jefe Kim impasible, acompañado de su mujer Jenni quien se acerca a mí y me pide que la siga al salón para curar mis heridas.
Yo miro a Jungkook en una pregunta silenciosa y él, intuyendo mi mirada, asiente dejándome ir. Estando en la primera planta Jenni procede a desinfectar los raspones y cortadas de mi rostro, los gritos del jefe Kim haciendo eco en todas las paredes, y mi mente ida a otro universo.
Un universo al que quisiera saltar. Uno en el que quizá hubiese razonado de alguna forma con Jungkook y sus incitaciones no me hubieran impulsado a presionar el gatillo. Algo que jamás voy a poder borrar de mi mente y algo que despertó muchos sentimientos en mí. Ira, miedo, frustración, euforia, satisfacción… excitación.
Sentimientos que me avergüenzan y asustan. Recordando cada palabra que salió de los labios de Jungkook no puedo dejar de impresionarme ante el efecto que tuvo. Fue como si me conociese perfectamente, porque estaba harta de aquellos que me hicieron daño, quería hacer algo al respecto. Y creo que para él, presionar el gatillo, fue ese algo.
¿Quién fue Jeon Jungkook antes de todo esto?
—Jenni –llamo la atención de la chica y ella me mira curiosa–. ¿Conoces a Jungkook desde cuándo?
Ella levanta las cejas sorprendida, supongo por la repentina pregunta o algo más.
—Hace unos tres años –responde tomando una expresión divertida–. De hecho fue al primero que vi cuando fui raptada. Él trabajaba para Namjoon.
—¿Era un matón del jefe Kim?
—Mano derecha –afirma Jenni–. El más joven, en realidad. Tendría unos veinte o diecinueve años y era el mejor.
—¿Cómo es que llegó a ser jefe también? –inquirí quejándome al pasar gasa por mi ceja.
—Siendo el mejor –me regala una sonrisa dulce que me descoloca–. Jeon Jungkook, no importa cómo, siempre subía de nivel, ganándose la confianza y protección de mi marido. Cuando Namjoon quiso expandir su territorio, envió a Jungkook como jefe de estos lados. Él, fiel a Nam, nunca le falló en algo a pesar de su actitud extrovertida y eufórica, porque le veía como un hermano mayor. Un protector.
—¿Protector? –volví a preguntar– ¿Proteger de qué? –Ella soltó esta vez una risilla baja y negó con la cabeza.
—Esa parte que te la cuente él. –sentencia terminando su trabajo.
Parpadeé aturdida. Muchas emociones por un corto tiempo, quiero descansar y no pensar en nada. Dispuesta a cumplir con esto, me levanto para ir a ducharme y dormir lo que queda de la noche, tal vez toda la mañana del día siguiente. Me despedí de Jenni con una leve reverencia, agradeciéndole la atención, y subo a la segunda planta.
Paso cerca del despacho de Jungkook, oyendo claramente la voz enojada de Namjoon. Estando así de cerca se entiende un poco las palabras que intercambian los dos hombres en la oficina, me detengo a mitad del pasillo, curiosa, y presto atención a la conversa.
—Que hayas actuado rompiendo el orden del plan que llevabas con Seokjin fue una maldita porquería. ¿Qué querías hacer?
—Matar a Park.
—¡Basta con esa mierda, Jeon! –un golpe estruendoso suena dentro–. Lo único que hace Park Jimin es sabotear como un puto mocoso, nunca meterse directamente con nuestras tierras. Déjalo estar, Jungkook
—Iba a ser una plaga menos –replica con un bufido–. El plan estaba en orden, sólo que quería agregar la muerte de Park a la lista.
—Y has puesto en peligro mucho –gruñe entre dientes el jefe Kim–. Los barcos no están, muchos de nuestros hombres fueron asesinados, y casi mueres. También la vida de esa chica estuvo en juego.
Inquieta, jugueteo con los dedos de mis manos, sabiendo que es de mí de quien habla. Jungkook no dice nada, no escucho que refute o replique algo, lo que significa que reconoce cuánta razón tiene el mayor. Namjoon vuelve a reñirle.
—Olvida los caprichos, madura y sé un mejor líder. –sentencia y lo siguiente es que se escuchan pasos, la puerta del despacho se abre y de esta sale Namjoon.
Sus labios se despliegan en una sonrisa empática al verme e inclina la cabeza a modo de saludo.
—Descansa, escurridiza. –dice y sigue de largo a la planta baja.
J U N G K O O K
No salí de la habitación el resto del día. Después de la ducha me acurruqué en la cama, en busca del descanso, pero nada. Mi mente iba a mil por horas. Tantas cosas en mí cabeza yendo de aquí para allá, como mi disfuncional familia y el hecho de que va mucho tiempo que no les veo. Los daños que me han causado en este infierno son otros; la muerte de Taehyung y ahora todo lo de hoy.
No sé cómo pensé que resistiría a tanto, pero entonces me acuerdo de Jennie y lo fuerte que fue. Solo que ella se enamoró de Namjoon y él lo está de ella. Yo me niego a enamorarme de Jeon Jungkook y que él lo haga de mí.
Más tarde, cuando pude pescar algo de sueño, la puerta del cuarto se abrió y cerró con un golpe seco. Veo a Jungkook caminar despacio y dando tumbos, dio una dramática vuelta y se sentó a los pies de la cama. Tres segundos de silencios pasan solo para darme cuenta de que estaba tarareando una canción que jamás había oído… y también ebrio.
No me moví de mi posición, tal vez debido a la oscuridad no se da cuenta que estoy despierta y solo se recueste, pero en el momento en que se volvió para verme fijamente supe que me equivoqué. No dije nada todo el rato en que sus brillosos ojos y parpadeantes permanecieron sobre mí. Me analizaba de una forma tan infantil que no pude evitar sentir ternura.
—¿Por qué no bajaste a cenar? –murmuró estrujando su rostro con el dorso de una mano y volvió a verme pero con reproche.