Otra vez Jungkook encerrado en su oficina, y de nuevo yo sentada en una esquina como una tonta, viendo como él trabaja, o juega el solitario en su laptop. Estoy aburridísima, carajos
En contra de todo lo que me ha dicho y advertido él, me levanto del sillón para salir de este maldito encierro, sintiendo además los ojos confusos de Jungkook. Me importó un demonio, por lo que seguí de largo.
—¿Dónde vas?
—Donde no parezca un fantasma detrás de ti. –pongo una mano en el pomo y escucho su silla rodar, así que me detengo en un reflejo temeroso.
—Sales de aquí sin mí y te mato.
Bufo hacia arriba, pasándome su amenaza por el culo. Ya escuchar eso es como oír un estúpido “no mires abajo”. Me entraran más las ganas de mirar abajo.
—Quiero salir. –digo, intentando ser pacífica.
—Pues no saldrás sin mí, y yo no deseo salir de mi maldita oficina ahora.
Silencio pesado. Qué decir cuando su tono sonó triste y desolado en aquellas últimas palabras. Una parte de mi quiere salir del lugar hacia la biblioteca y dejarle solo en su miseria, pero mi otra parte está sumergida en la curiosidad. Quiero saber si lo sucedido con los barcos y el sermón de Namjoon le afectaron como se oye en su voz.
Me volví dejándome llevar por mi otra parte. Fui a sentarme otra vez en mi rincón y él silenciosamente me miró regresar. Se sentó también, volviendo a su laptop.
Miré atentamente su expresión mientras seguía con lo que sea que estuviera haciendo. Busco algún indicio de preocupación, enojo o tristeza. Se notaba bastante cabizbajo, así que no pude evitar preocuparme como una estúpida. Es decir, odio a Jeon Jungkook, pero mi interior grita otra cosa. Me carcoma la curiosidad y al tiempo la preocupación.
Dejándome llevar por mis pensamientos, vuelvo a levantarme. Él, por supuesto, alza la vista montándome el ojo. Acobardándome de mis pensamientos finjo explorar el lugar, mirando por allí y por allá, y de vez en cuando ojeo hacia él.
Él arrastra su mano sobre el rostro y sube una poco más hacia su cabello, dándome a entender que algo lo está irritando, y no puedes ser un maldito juego de cartas. Debía ser algo muy serio como para fastidiar de esa forma a Jeon Jungkook.
Sus ojos volvían a reparar en mí cada vez que me quedaba mucho tiempo mirándole. A la quinta vez se separó un poco de la laptop para fulminarme con la mirada, mientras que yo le huyo volteando mi cara.
—¿Soy o parezco? –espeta, haciéndome brincar.
—Pareces –contesto, sosteniéndole la mirada. Una de sus cejas me cuestiona. Aclaro mi garanta para soltar lo siguiente–. ¿Hay algo que te esté molestando?
Abre la boca para soltar algo pero se corta a mitad de sílaba y la cierra. Siento un calor de vergüenza en mi rostro, ya que preguntarle con empatía a tu secuestrador sobre su estado emocional es absurdo, pero como diría mi padre “todos somos seres humanos”. El resto de la frase habla de sus deseos carnales, pero a lo que me refiero es que de igual forma Jeon posee sentimientos.
—Tú estás… ¿preguntándome si algo me está molestando?
Pongo los ojos en blanco.
—No te creas que lo hago porque me agrades. Sigo odiándote, solo que no puedo salir de este lugar y tu aura pesada me ha perturbado.
Hablé tan rápido que fácilmente ni crea nada de lo que digo. O simplemente me crea una estúpida médium. Por su gesto, opto por la primera.
—Claro. Y el otro día me buscaste gritando como una posesa mi nombre –hace un puchero burlón. Yo muerdo mi lengua para no soltar groserías. Otra vez con ese queso–. Son asuntos de mi trabajo. No te importan. No preguntes estupideces cuando te importan un coño.
Apretó mis manos en puño de la rabia, soltando humo por los oídos.
No me cabe en la cabeza cual es el miedo que le tengo a este hombre. Es un idiota. No sabe lo que es trabajo en equipo y tiene una estúpida impulsividad que hace caer todos sus planes. Debería patearle las bolas y convertirme en la puta ama de esta mierda.
Respirando hondo voy y rodeo el escritorio a paso tranquilo, ubicándome a un lado de su silla, de modo que puedo ver lo que hace en la laptop. Ignoro su iracunda por invadir su espacio personal, y me inclino analizando bien la cagada de trabajo que está haciendo él.
—¿Qué demonios estás haciendo? –suspiro pesadamente, rascándome la sien. Es un desastre de números.
—Llevando la estadística de las mercancías. Largo. –gruñe con aburrimiento.
—¿Y se supone que debe dar este resultado? –inquiero, pasándome su orden por las cejas.
Rendido ante mi insistencia, suspira pasando su mano por el rostro.
—Debería.
—Pues todo está mal. Si no terminaste el bachillerato ¿para qué coño haces tú la estadística del trabajo?
—¿Cómo sabes que no terminé el bachillerato?
Abro la boca para responder, y me acuerdo de la conversación que tuve con Jennie. Me dijo muchas cosas que no sé si debía. Cierro mi boca inmediatamente sin decir alguna vocal, y vuelvo a la hoja con desastre numérico. Oigo que vuelve a suspirar.
—A ver, genio. ¿Qué hice mal?
Reteniendo una sonrisa victoriosa elimino algunos números, guiándome de los papeles regados sobre el escritorio. Intercambio mi peso de una pierna a la otra, buscando mi comodidad, pero lo que necesitaba era que Jungkook despegase su culo de la silla para sentarme a trabajar mejor.
Le pido con la mirada el favor de cederme la silla, y él solo me regresa la mirada alzando una ceja, como si dijera que estoy loca por pedirle tal cosa. Optando como siguiente opción, y considerando mi comodidad, me siento sobre su regazo y continúo mi trabajo.
Mi acción parece sorprenderlo. Yo no encuentro incómodo el contacto, ni mucho menos íntimo, ya que él ha hecho y deshecho conmigo muchas veces. Suena extraño, pero llevo suficiente tiempo en este lugar como para acostumbrarme a todo, incluso a su cercanía y contacto.