Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 18

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Llego después de casi media hora perdida en la colina. Al parecer el camino no es para autos. Ahora entiendo por qué los traidores de Kook y Hoseok salieron en motos. Consigo visualizarlas a una distancia prudencial del enrejado que separa la mansión de las afueras y me estaciono cerca de ellas.

 Desde acá puedo oír jaleo y disparos. Parece que comenzaron la fiesta apenas llegaron. Será más complicado así encontrarme con Jungkook. De seguro y ya está degollando a Park.

 ¿Y ahora qué, genio?

 Tú tranquila y presencia el espectáculo.

 Abro el maletero del auto y, justo como esperaba, hay un cajón con suministros de balas y otras pistolas. Esto es ridículamente oportuno, pero no lo desaprovecharé. Tomé varias armas pequeñas y las recargué con todas las balas que podían entrar en el cartucho, como me mostró Kookie.

 Rompo un pedazo de mi blusa y rodeo con este mi cadera, usándolo como cinturón. Cojo las pistolas recargadas, las coloco entre mi cinturón improvisado y tomo unas balas extras para meterlas en los bolsillos de mis pantalones. Satisfecha, cierro el maletero y voy dando saltitos hacia el peligro.

 Una canción, la cual no recuerdo el nombre y mucho menos la letra, suena en mi cabeza, perfecta para la ocasión. Abro las enormes puertas de madera cuando llego a la mansión y efectivamente todos están intentando matarse a balazos.

 Mi aparición súper épica hace que todos, literalmente todos, se detengan y volteen a verme. Miro a mi alrededor en busca de un rostro en particular, y cuando lo hayo, ahorcando a un sujeto con su gran brazo mientras, sus ojos se salen de orbital al verme, sonrío de oreja a oreja.

 Alzo mi brazo lentamente a su dirección, doy un paso y le señalo haciendo una pistola con mis dedos.

 —Te encontré. –río bajito, y es el botón que todos necesitan para reaccionar.

 —¡Protejan a Karly! ¡Que no la toque ni una bala! –grita a todo pulmón mi hombre, partiéndole el cuello a quien tenía en brazos.

 Entonces la fiesta continuó después de eso. Empecé a correr en su dirección, ignorando las balas dirigidas a mí. Fui halada por un cuerpo que dio vueltas conmigo y disparó hasta arrastrarme a un mueble volcado que usó de escudo. Mis ojos estaban puestos en Kookie, quien se acercaba de a poco hasta mí, cubriéndose y defendiéndose.

 Soltándome del sujeto, que lamentablemente para él fue alcanzado por una bala, avancé otro poco hasta Jungkook, y entonces fui nuevamente tomada por otro cuerpo. Este fue más abusivo, me abrazó con todo su cuerpo y se hizo ovillo conmigo. Se estremeció a mi espalda y entonces calló.

 Ok. Esto no está funcionando. Tendré que participar.

 Tomé dos pistolas de mi cinturón y me puse a repartir disparos, fallando en algunos y atinando en otros. Aproveché que los seguidores de Jungkook me servían de escudos humanos e intenté avanzar velozmente a mi destino. Una bala me pasa muy cerca del rostro y me detengo en seco, pegando un chillido estridente.

Miro a mi agresor, y este me sonríe abiertamente, sus ojos haciéndose más pequeños. Abro mi boca, impactada, indignada. Es el puto de Park. Me mira al final de las escaleras, donde me saluda con chulería y me guiña el ojo descaradamente. Se está burlando de mí.

 Me vuelvo rápidamente a mi anterior destino, donde Kook se ha congelado, su gesto endurecido y pálido mostrando terror puro. Su mirada se mueve hasta mí y estira brazo, pidiéndome que vaya a su lado, sus ojos rogándome que lo haga. Pero mi sentido no común me dice que debería ir con quien está más cerca. Y ese es Park.

 Entonces, armándome de valor, hago lo que no hizo Kook y le lanzo un beso de despedida.

 —Volveré. –digo antes de echarme a correr en dirección del hombre que me debe una grande.

 Oigo el grito urgente de Jungkook, mi nombre siendo proclamado en ellos, pero los ignoro. Corro sin detenerme, mis ojos fijos en el bajito de sonrisa dulce y espeluznante. Más de un enemigo apunta su arma a mí, pero Park parece querer que yo le alcance, ya que esos disparos son impedidos por él.

 Cuando casi llego a su lado es que se mueve y comienza a correr en dirección opuesta. Cobarde. Aprieto mi velocidad, intentando perseguirle, pero un brazo se enreda en mi cintura y mi cuerpo hace como látigo al ser detenido con tanta brutalidad.

 —¿A dónde vamos, encanto? –ríe Hoseok muy bajito a mis espaldas.

 Pierdo de vista a Park y maldigo para mis adentros. Fulmino a Hoseok con la mirada y él solo se dedica a disparar a quienes tiene a la vista. Me arrastra consigo hacia una columna y nos refugia allí. Yo intento soltarme, pero él aprieta el agarre.

 —¡Iba a matarlo! –protesto, golpeando su brazo en mi cintura.

 —¿Eres pendeja? –Inquiere incrédulo–. Tu hombre ha ido tras Park miles de veces y nunca ha podido matarle. ¿Crees que tú sí?

 —Me ofendes, ¿sabes? –gruñí dando por vencida.

 Los disparos no cesan nunca, y me quedo allí, siendo resguardada por Hoseok. Si tuviera un reloj lo ojearía de vez en cuando. No pasa mucho cuando nos moviliza otra vez y con más brusquedad. Me quejo golpeándole pero este solo se limita a reír. Llegamos hasta un cuarto vacío y nos agachamos, él lanza el arma vacía fuera de la habitación y segundos después entra Kook.

 Chillo de emoción al verle, me incorporo y le abrazo, rodeando su cuello con mis brazos, hundiendo mi nariz en su cuello. Él no se quejó, me apretó contra su cuerpo, respirando pesadamente. Soltó un suspiro de alivio, me apartó para inspeccionarme el rostro y… Está enojado, claro.

 —¿Qué mierda te pasa? –dice, enojo y preocupación en su tono, el segundo predominando. Me encojo de hombros–. Pudiste haber muerto a mitad de camino.

 —¿Qué no me viste? –Pregunto ofendida, señalando al caos–. Crucé ese salón como moisés el Jordán y ni una bala me rozó.



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Editado: 22.10.2022

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