Capítulo 22

 El plan era sencillo, pero lleva su tiempo. Hoseok cuidará de Jungkook mientras yo me encierro en mi antigua habitación, y en cuanto se recupere totalmente esperaremos unas seis semanas hasta que llegue la temporada de recolecta y esta requiera su presencia, para supervisar el trabajo.

 La temporada de recolecta es la fecha en la que Jungkook envía a sus hombre a buscar chicas para traficarlas. La mansión estará completamente vacía y le dará la oportunidad a Hoseok para sacarme de aquí. Solo debo ser paciente.

 —¿Crees q-que… funcione? –cuestiona mi amigo y yo le regalo una sonrisa.

 —Quiero que así sea –suspiro, insegura–. La verdad me da miedo cómo reaccione después Jungkook.

 —De eso… m-me encargo yo, cielo –sonríe con diversión, su voz amortiguada por la mascarilla de oxígeno–. Espero que t-todo te… te salga bien.

 —¿Cómo crees tú que reaccionará? –pregunté, no demostrando mi interés.

 —No sé… q-qué ha pasado en… e-en estas últimas semanas –conectó sus ojos con los míos–, pero p-por lo que… he n-notado, estará devastado.

 Mi estómago dio un tirón, haciéndome imaginar un poco esa escena, Jungkook descubriendo mi desaparición y después él gritando a todos lados órdenes de encontrarme y luego pienso en él todo ojeroso y enloquecido.

 Simplemente romántico.

 Hago una mueca de disgusto ante el tipo de romanticismo que comparte la voz ridícula de mi cabeza. Miro a Tae y cambio mi mueca a un gesto triste.

 —No me imagino lo duro que será aguantar sus arranques. –él sonríe con ternura.

 —Conozco… conozco a Jeon Jungkook. Puedo l-lidiar con su… actitud de perro.

 <<Actitud de perra>> recuerdo el instante en que dijo esas palabras y mi pecho se aprieta de rabia. Pude haberle cortado la garganta con mis uñas, pero tuve suerte de que los sentimientos más débiles no dejaron paso a mi lado agresivo.

 —Ese idiota… –resoplo por lo bajo. Tae se ríe levemente y una tos incontrolable le sigue. Inmediatamente tomo su mano por impulso, no sabiendo qué hacer para calmarlo.

 —Estoy bien, p-peleona. –dice pero no me convence, es imposible preocuparme, su recuperación durará meses no semanas, y yo no estaré aquí.

 —Tae… ¿por qué no vienes conmigo? –pregunté y su respuesta inmediata fue una negativa.

 —Ya te… dije l-la razón –suspiró cansado–. Es de… decisión p-personal. No puedo.

 —Te recuperarías más rápido en un hospital…

 —Que no.

 —Si te vinieras conmigo…

 —Karly, p-por favor. –mi nombre en su tono sonó enojado, lo cual le dificultaba hablar sin trancarse.

 —Taehyung…

 —Yo estoy… aquí d-desde hace años. T-tu no perteneces… a este l-lugar. Es peligroso.

 —¿Crees que no lo sé? –cuestioné ofendida–. He enfrentado tiroteos y aprendido a usar un arma. Si solo fuera por el peligro entonces me quedaría en este lugar.

 —No. N-no, Karly –gruñó con cansancio–. Vete… No es t-tu mundo… B-busca algo mejor.

 —¿Por qué siento que me ocultas algo? –Pregunto un poco irritada–. ¿Es esa la única razón por la que quieres que me vaya? ¿El peligro?

 —Y ¿tú? –Me mira con el ceño fruncido–. Estás d-dispuesta… a irte. ¿Es por m-mi advertencia? ¿No hay… algo más?

 Aparto la mirada de sus ojos, sintiéndome tonta al instante. Ni siquiera yo misma puedo lidiar con la razón por la que quiero desaparecer de este estilo de vida, mucho menos si ya estoy más que decidida en irme. Si pienso mucho en cuanto me dolieron las mentiras de Kook… no sé si mi ida dolerá más.

 —Solo… ya no quiero más mentiras, Tae –suspiro temblorosamente para mirarlo con determinación en mi expresión–. Regresaré a mi antigua vida. Donde ya estaba acostumbrada a mi desastre de familia y mi vida fracasada –Tae permaneció en silencio, dejándome continuar–. Cualquier cosa es mejor que esto.

J      U      N      G     K      O      O      K

 Estoy revisando los cajones en la habitación que escogí como “cuarto de aislamiento”, buscando algo con lo que pueda vestirme después de una ducha. Solo veo algunos pantalones de chándal y camisas enormes, todas de un mismo color: blanco.

 Tomo mi ropa de cambio, dispuesta entrar al baño cuando oigo un fuerte golpe a lo lejos y después gritos. Podría reconocer esos gritos de enfados en donde sea, y por lo que entendí que dijo alguien había llegado, cuya presencia no es de su agrado.

 Segundos después ese alguien entra a la habitación sin a paso veloz, como si estuviera huyendo de alguien. Río divertida por la cara de espanto que hace Hoseok y señala la puerta.

 —Creo que he despertado a una bestia, un maldito dragón o algo así. –resopla con irritación y yo vuelvo a reír.

 —¿Qué pasó? –Hobi hace un ademán de restarle importancia al asunto.

 —Solo fui a cambiarle el vendaje y de la nada comenzó a gritarme y lanzarme cosas –bufó, sentándose en la cama–. Corrí de allí antes de que me lanzara una tijera.

 —¿Así de la nada? –rodé los ojos por todo lo que acaba de decir Hoseok.

 —Sí. Pero estoy seguro de que ha sido porque no fuiste la que entró a esa habitación –se tumbó en el colchón y yo me tenso–. Su enfado se debe a eso. Que estás enfadada con él.

 —Sí, bueno… –suspiro para mí misma y desvío la mirada, distrayendo mis sentimientos con la puerta del baño–. Me daré una ducha, no tardo.

 —¿Quieres que te acompañe? –suelta juguetonamente.

 —Ni lo sueñas. –cierro la puerta detrás de mí.

 —¡Ya es tarde, encanto! –grita, haciéndome reír a carcajada.

 Tomé una larga ducha relajante, me di todo el tiempo del mundo dentro de la regadera, esperando que en cualquier momento algo me ilumine y quite este desesperante vacío. De alguna forma siento que algo está mal, que estoy equivocada.

 Sentí que era suficiente tormento mental y cerré la regadera para salir. Le pedí a Hoseok que saliera de la habitación para así poder vestirme, a lo que contestó diciendo que no era nada que no haya visto, pero de igual forma salió. Al rato entra de nuevo, ya estando yo vestida, con una bandeja de comida en mano, enviada por el cocinero de la casa.