Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 24

Chasqueo mi lengua con hastío, intentando buscar calma en alguna parte de mi interior. Pero me estaba costando, demasiado diría yo. Recojo el precioso ramo de frutillas, al igual que las seis rosas, junto a la quinta nota en los últimos días.

 <<Por favor, perdóname, chica de la mirada rota

                                                                             JK>>

 Sonreí inocentemente, sintiendo mis mejillas arder al recordar esa vez que bailó conmigo y cantó para mí, muy cerca de mi oído. Y entonces me be… no, yo lo besé.

 Sacudo mi cabeza al tiempo que parpadeo, sacando esas imágenes de mi mente. Tantos regalos y detalles me han distorsionado emocionalmente, y no me gusta. Tal vez la única forma de detenerlo es hacerle saber que no me agradan sus tontos regalos.

 Era la única manifestación que he tenido de su persona. Ya no se presenta en mi habitación, no me llama a comer y evita mi presencia cuando visito a Tae. Ni siquiera me mira, lo que me molesta. Si me estará evitando todo el tiempo ¿por qué entonces no me deja ir?

 Inaceptable. Oigo el sarcasmo en la vocecilla insidiosa de mi cabeza.

 Salgo de mi habitación, dando pisotones ruidosos, directo al barandal de las escaleras que da a la sala, en donde pude ver que él estaba parado en medio, entretenido con su celular, su cabello alborotado de una forma ridículamente sensual. Tomo esa oportunidad de oro y, con todas las ganas que pude acumular en días, arrojo los regalos hacia el primer piso.

 Lo primero que se oyó fue el jarrón que sostenía el ramo de frutillas, el grito del cristal quebrándose hizo que Jungkook quitara la vista del aparato de una forma tan rápida que no dudaba que se haya lesionado el cuello. Luego de esto fueron las rosas, cayendo con un golpe silencioso, desprendiéndosele algunos pétalos.

 Kook subió su mirada para encontrarla con la mía, la cual usaba para enviarle un mensaje claro. Sus ojos desprendían oscuridad pura, seguramente enojo por mi acción, y algo más cálido. Abrió la boca para soltar alguna replica pero pareció pensarlo mejor, así que cerró los labios en una fina línea.

 No quería que me pidiera más perdón, ya me estaba hartando de ello. Solo estaba llenándome de más rabia. Rabia hacia mí, y sobre todo hacia él. Quería que me dejara escaparme en paz, o sino que abriera la puerta y me dejara ir.

 —Jamás te dejaré ir, Karly –esbozó una sonrisa ladina, que no llegó a sus ojos–. No hasta que… suceda.

 Entonces su sonrisa desapareció y se retiró de mi vista. Una opresión desconocida se instaló en mi pecho, reconociéndolo como temor… pero temor a muchas cosas. Uno de ellos: que todo se vaya a la mierda.

 Solo espero que mi acto de rebeldía haya sido suficiente para alejarlo de mí, para hacerlo cambiar de opinión y desee que me vaya. A lo mejor es una pérdida de tiempo, ya que tengo mi plan de huida, pero siento que… para mí, será más duro irme sabiendo que él quiere que me quede. Sabiendo que sus ojos me rogaron por unos segundo que me quedara.

J      U      N      G     K      O      O      K

 Los presentes no se detuvieron, siguieron viniendo y cada vez más grandes y ostentosos. Las rosas fueron en aumento y comienzo a entender que se debe al número de veces que me pide perdón por notas. También empiezo a entender que, mientras más regalos me daba y yo rechazaba, se iba convirtiendo en una declaración de guerra. Yo no me quedaba atrás y respondía con más fuerza, de formas más hirientes.

 Llegamos a tal punto con nuestras acciones que incluso Taehyung nos pidió parar, ya que ambos íbamos hacia el castaño para contarle esto.

 —Por favor, deténganse. –pide mi amigo, sentado en la cama contra la cabecera de esta. Estaba contenta por cómo iba evolucionando, e incluso podía hablar sin trabarse aunque aun pausadamente.

 —Jungkook inició esto, Tae –bufo alejando de mi cara mi cabello–. Todo es un maldito juego para él.

 —Te juro, linda, que no lo es –negó tornándose cansado, a lo mejor harto de oírme hablar sin parar de Jungkook. Soltó un suspiro con pesadez–. El jefe de verdad quiere que lo perdones, y si no obtiene la respuesta que quiere entonces no parará.

 —¿Dices que debo perdonarlo? –cuestiono indignada.

 —Karly… –suelta en advertencia–. Entiendo que odies las mentiras y él lo ha hecho descaradamente, pero… no creo que te cueste mucho perdonarlo.

 Mujo como vaca, cuan adolescente quisquillosa.

 —No quiere decir que volverás a estar a su lado –continúa con su sermón pacifista–. Está bien que te vayas, créeme. Yo quiero que lo hagas, pero también creo que se merece tu perdón.

 —Jeon Jungkook merece una patada en los huevos.

 —Karly… –me regaña cansado. Ruedo los ojos al cielo.

 —Vamos, Tae. Jungkook ha de estar harto de mí, lo he desobedecido miles de veces. Si no me ha corrido a patadas es porque está esperando lo que siempre ha querido desde el inicio.

 —Y eso es… –dejó la pregunta al aire.

 —Que yo me entregue voluntariamente a él. –digo con simpleza, provocando que mi amigo frunza el ceño.

 Al cabo de unos segundos sus labios murmuran una palabrota y sus manos barren sus cabellos, en un gesto de rendición.

 —Solo perdónalo, peleona.

 —Jamás ¿Crees que con eso me dejará ir? –suelto a la defensiva.

 —No, pero sí hará que se detenga, y de esa forma dejarás de sentirte confundida e irte en paz.

 Abrí mi boca para replicar, pero me congelé al procesar sus palabras y los engranajes en mi cabeza comenzaron a funcionar. No quería tomarlas como lo hice, y quizá no lo sea, pero no pude evitarlo.

 —¿Confundida?

 Una enorme sonrisa se extendió por su rostro, divertida con un deje de tristeza.

 —Me he dado cuenta, Karly –dice y yo arrugo más el ceño–. Y puedo ver que te niegas a aceptarlo.



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Editado: 22.10.2022

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