Todo se ha vuelto una grandísima mierda. El estado de salud de Tae, la actitud molesta de Jungkook y su absurda insistencia con el perdón, y ahora se le suma el regreso de Jennie y su mensaje subliminal para que hable con ella. ¿Qué demonios está ocurriendo en los territorios enemigos? ¿Ha sido eso la razón por la que tardaron tanto en regresar? ¿Por esto fue que Jungkook ha estado ausente últimamente?
¿Por qué te importa?
Porque no le encuentro otra razón al porqué Jennie vino a hablarme secretamente de eso. Los pies me pican por ir directo a la oficina de Jungkook, donde sé que está el susodicho con su jefe y Jennie, pero mi lado cuerdo me dice que solo me meteré más en asuntos peligrosos de los cuales me costará salir.
Si es que ya no estas metida en uno…
Arrastro mi cabello hacia atrás en un gesto cansado, ya había permanecido demasiado tiempo en la cama sin pescar el sueño, y era tarde. Jungkook sigue reunido con Kim Namjoon y Jennie en su oficina, han pasado toda la tarde allí metidos. La tentación me consume por completo, no dejándome pensar con claridad y tomando el control de mis movimientos.
Parpadeo una vez y ya me encuentro en la puerta de mi habitación, parpadeo nuevamente mirándome en el pasillo que da a la oficina, parpadeo una tercera vez y ya me encuentro pegada a la puerta. Mi corazón se acelera cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, y sé que más tarde me reprenderé por ello, pero ya no hay vuelta atrás.
Las voces se hacen más claras una vez controlo mi respiración, algunas frases inconexas, pero igual seguí oyendo.
—¿Por qué no mejor me dejan es paz? –gruñe Jungkook en un tono que lo imaginé harto, luego se carcajeó de modo sarcástico–. En serio. Siento que se hayan tenido que enfrentar con ese imbécil, pero prefiero mantenerme fuera de este lío.
—¿Es que no me estás oyendo? –habla esta vez el jefe Kim, igual de cansado–. Debes hacerlo. Este sujeto nunca ha dado la cara, siempre ha sido Park, pero cuando fuimos a entrega la mercancía nos intersectó personalmente él…
—Ya sé. ¡Ya lo dijiste! –se exalta Kook, haciéndome brincar en mi lugar. No estaba entendiendo nada–. El mundo es un maldito pañuelo. ¿Cómo es posible que ese imbécil conozca justamente a mi mujer?
Mi corazón brinca al oírle decir aquello. Es obvio que soy yo. Pero lo que más me alarmó fue la mención de un hombre el cual me conoce y no tengo la menor idea de quien se trate, porque ellos se han encargado descaradamente de no decir su nombre.
—Dijo que esperaría tu decisión, Jeon –dice de nuevo Nam–. ¿Qué harás? Sabes lo que es mejor. Él dijo que no le haría daño. Que era muy importante para él.
—¡Y una mierda! –Se escucha un fuerte golpe–. No le entregaré a Karly y es mi última palabra.
Mi garganta se seca de golpe y el suelo bajo mis pies se tambaleó por un segundo. No había otra cosa más que entender, solo eso era suficiente para comprender una cosa. Están hablando de entregarme a un jefe, el cual hasta el mismo Kim Namjoon teme.
—¡Entonces vendrá y nos matará a todos para conseguirla! –grita el jefe Kim.
—Pues que venga –declara Jungkook con una frialdad que me hiela los huesos–. Pero sobre mi maldito cadáver se la llevará.
Entonces a sus palabras le sigue unos pasos, dándome a entender que viene en camino a la puerta. Me costó espabilarme y correr a un escondite cercano, pero al final lo hice, ocultándome dentro de la siguiente puerta que le sigue a la oficina, la cual es un baño.
No me toma mucho tiempo procesar todo y verme en total peligro. Mis piernas dejaron de pertenecerme, haciendo que cayese al suelo, y me derrumbé en pedazos. Traté en la medida de lo posible llorar en silencio, gritar para mis adentros.
No quiero ir con otro mafioso, ni siquiera quiero seguir aquí. Cómo sobreviviré a otro hombre que quizá me haga más daño que Jungkook, y aunque haya dicho que no me dañaría nada me garantiza eso.
Quiero que esta tortura se acabe. Este maldito karma que me persigue adora lanzarme balas, y detesto el hecho de que soy incapaz de esquivarlas. Si tan solo fuese nada más una pesadilla, tendría al menos un final, pero no lo es… aunque si ganas de ponerle un final no me faltan, solo debo hacerlo ya.
La puerta se abre de repente, haciéndome chillar y por ella entra Jennie. Sus ojos llorosos bajan hasta mí y entonces me regala una sonrisa triste. Su labio estaba roto y tenía algunos moretones en el rostro, era una imagen increíble.
No pareció sorprendida al encontrarme allí y no dijo nada, solo se arrodilló junto a mí y me cubrió con sus brazos.
—Lamento que hayas tenido que oír eso. Pero debías hacerlo –murmuró sobre mi cabello y allí comprendí que ella sabía que estaba allí. Sabía que escuchaba la conversación, y dejó que lo hiciera.
Mi labio tembló incontrolablemente, su voz haciéndome sentir como una niña y ella mi madre. Una verdadera madre. Dejé que ese sentimiento me arropara y la abracé, apretando la tela de su blusa con mis dedos, y lloré con todo cual bebé asustada.
J U N G K O O K
Una lágrima solitaria baja por mi mejilla, rosando silenciosamente la comisura de mis labios hasta caer por mi mentó y golpear la preciosa caja musical que suena entre mis dedos. Era otro obsequio por parte de Jungkook, y vino con otra de sus notas, la cual decía “no estoy enojado contigo. Perdóname”.
Sonreí tontamente ante la dulce melodía que tocaba, mientras una rosa roja giraba en medio de una grama falsa, un espejo de fondo refleja su bella figura y mi triste expresión. Sin dudas el obsequio menos irritante de todos. Me sentí tan conmovida por ello que comencé a lagrimear como tonta.
Desde aquella conversación que escuché entre Namjoon y Jungkook he estado encerrada en mi habitación, ingiero algo en la madruga cuando sé que no hay nadie merodeando y no aguanto más el hambre, pero de allí no salgo a nada más.