Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 26

 Subía las escaleras lentamente, mi ritmo cardiaco aumentando a medida que pisaba un peldaño y mi consciencia cuestionando lo que estaba a punto de hacer. Ya en el segundo piso me dirigí a esa habitación que me había negado una vez regresar, abrí la puerta y no encontrando lo que buscaba tomé otro rumbo.

 Esto es una terrible idea.

 No, no lo es.

 Ya había admitido mis sentimientos, sabía que irme así como así me dolería hasta la mierda, ya me había sido advertido. Por eso tengo la necesidad de hacer esto, de mirarlo a la cara y enfrentarle, ser valiente y amarlo. Sentirme amada por él, aunque sea por un momento.

 Reviso en su oficina, bajo hasta la alberca y voy a la biblioteca. Como siguiente opción voy hacia la sala de juegos, en la que se podía escuchar el ruido de la televisión a todo volumen, lo que me confirmó su ubicación. Entro a la sala, caminando silenciosamente hacia donde está sentado. Se veía pensativo, inmóvil, como si estuviese distraído o dormido.

 Doy unos últimos pasos hasta posicionarme a su lado, donde puedo verle mejor. Su pelo totalmente alborotado, sus ojos rodeados por una sombra oscura y ese semblante decaído que no lo caracterizaba. Pasan unos segundos en los que no reacciona, hasta que nota mi presencia y se sobresalta sobre el pequeño sillón.

 —¿Karly? –susurra con voz ronca, mirándome como si fuese una aparición espectral. Rápido comienza a colocar su cabello y frotar su rostro, recomponiéndose–. ¿Qué haces despierta?

 —Quería verte. –dije sin más, mi voz a punto de flaquear. Abrió los ojos con cierta sorpresa, no esperando esa respuesta.

 —¿Qué sucede? –se levanta con preocupación en sus ojos, dudando si tocarme o dejar de acercarse.

 —Necesitaba dejar de pensar tanto –apreté mis labios, reteniendo las ganas de llorar que repentinamente me embargó–. Necesitaba simplemente soltar.

 Jungkook baila sus ojos confusos por toda mi extensión, su ceño se frunce al ver las gruesas lágrimas que caen pesadas por mi rostro. Levanta entonces una de sus manos y toma con dulzura mi mejilla, a lo que yo inclino mi cabeza, buscando su tacto.

 —Karly –su voz tiembla, evidenciando lo asustado que estaba por mi actitud tan confusa–. No entiendo. Por favor, háblame.

 —No quiero hablar –sollozo con voz rota, descomponiendo más el gesto de Kook–. Solo quiero actuar.

 Entonces rompo el espacio entre nosotros uniendo nuestros labios, fundiéndome en la dulzura de aquel suspiro de sorpresa, robándome una pieza de baile que no tarda en corresponderme con todo. Él acerca mi cuerpo más al suyo, yo tomo su pecho como protección y me aprieto a él, desesperada por su calor.

 Mis lágrimas saladas se unen al beso, añadiéndole un toque de tristeza al contacto. Sabe a negación, a súplica, a anhelo, a despedida. Él se negaba a dejarme ir y me suplicaba perdón, yo lo anhelaba con todo y al tiempo me estaba despidiendo. Era una batalla interna en la cual ganaría mi decisión de escape, pero esta noche lo reclamaría todo de él.

 Abruptamente se separó solo un poco de mí, respirando el mismo aire que yo, y sus ojos grandes y llenos de esperanzas me miraron con un leve cuestión implantada en su expresión. Sus manos acunaron mi rostro, quitando con sus dedos los rastros de lágrimas.

 —¿Qué demonios es esto? –Preguntó levemente desesperado y enojado a la vez–. ¿Qué significa esto, Karly? ¿Cómo es que me odias y entras aquí a besarme así? No entiendo.

 —Es que no te odio –resoplo una risilla frustrada–. Todo lo contrario, Kook. Yo…

 No pude continuar. No sabía cómo. No tenía idea si le rompería el corazón más tarde cuando me vaya. Siento algo de egoísmo ahora que lo pienso así, no creo poder decirle más de lo que ya le estoy mostrando, no puedo confesarle mis sentimientos, no puedo acabar con esto con tan solo un “te amo”.

 —¿Quiere decir que me perdonas? –inquiere, golpeándome con su esquicito aliento mentolado. Asentí, pensando que es lo mejor que podía hacer para terminar con esto.

 —Todas y cada una de tus mierdas, Kookie –sonrío levemente–. Te perdono.

 Una vez más, la distancia se acorta, esta vez siendo él quien me besa a mí y me sujeta entre sus brazos, como si temiera que huyera. No planeaba hacerlo. No esta noche. Esta sería la primera noche en la que le entregaré todo de mí, importándome una mierda si era su objetivo desde el principio.

 Nuestros labios arrebatan los suspiros del otro, sus manos están en todos lados, acariciándome y haciéndome estremecer con sus dedos traviesos, mientras las mías se entretienen con su cabello. Kook me empuja hacia un lado y se deja caer hacia adelante, tumbándome sobre el sillón. La luz de la pantalla sobre la oscuridad es perfecta, haciendo de reflector hacia nuestro acto pecaminoso.

 Cuando por fin puedo respirar son sus labios los que esta vez están en todos lados, haciéndome cantar de placer. Parpadeo un par de veces y la ropa es ahora inexistente, cada una de las piezas voló a distintas direcciones, y somos solo piel con piel.

 Mi nombre es su nuevo rezo mientras se envuelve la cintura con mis piernas, me atrae para abrazarme y me mira con esa adoración maniática que ahora me eriza la piel de una manera deliciosa. Ya no podía arrepentirme, no me iba arrepentir. Yo lo amaba, no importando si después no es recíproco, pero me estaba despidiendo de mi amado.

 —Te amo. –dijo él, disolviendo todo pensamiento unilateral, pulverizando los trozos de mi corazón.

 Las lágrimas volvieron a bajar, siendo testigos de esta noche, la cual estará grabada en mi memoria y pecho a fuego.

J      U      N      G     K      O      O      K

 Despierto por unos ligeros murmullos que se oían desde lejos. Abrí los ojos por completo al verme en una habitación a oscuras, sobre una cama, envuelta en sábanas. No pasa mucho tiempo para darme cuenta que es la habitación de Jungkook. Estaba sola, él no se encontraba a mi lado, ni en ningún rincón de la alcoba.



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Editado: 22.10.2022

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