Jeon Jungkook torcía nerviosamente sus dedos, paseándose de un lado a otro en la sala de espera. Su mente ansiosa estaba en todas partes, llenándolo de todos los sentimientos negativos posibles.
Su primer y fiel compañero se encontraba en urgencias siendo atendido por una repentina crisis que tuvo en plena noche, los doctores apenas lo vieron le atendieron para detener la crisis y luego llevárselo sin decirle a este absolutamente nada. Cada vez que veía a una persona de bata blanca preguntaba por el chico, mas no obtenía respuestas. Estaba muy ansioso por escuchar alguna noticia.
Por otro lado él trataba insistentemente dejar de pensar en Karly. Ella se puso muy mal al ver a Taehyung, quiso acompañarlo al hospital pero él se negó, no podía llevarla consigo y tomar el riesgo de ser interceptado por el imbécil que la quería. Ese mal nacido de Min Yoongi.
Jungkook le conocía de años, sabía qué clase de hombre era, sabía las mierdas que podía hacer, y por eso cuando escuchó ese nombre aquella noche salir de los labios de su chica no pudo evitar ponerse alerta. Ella conocía a Min Yoongi, no sabía de donde, pero no le había tomado mucha importancia hasta que Park Jimin lo mencionó, diciendo que era su jefe, y su jefe quería a Karly.
Miró la hora en su móvil. Había estado tres horas en el hospital, ya se estaba empezando a preocupar por la chica y su corazón comenzó a latir con rapidez en un sentimiento asfixiante de preocupación. Hosoek le dijo que no podía ir a cuidar de ella por trabajo, y envió a tres de sus mejores guardias a custodiar la casa, quedándose él con los únicos guardias que custodian la puerta de Tae.
—Kim Taehyung –llamó un doctor con planilla en mano, sacando de su estupor al chico alterado que se acercó en silencio–. Está despierto. Su amigo se encuentra estable por ahora, pero…
—¿Por ahora? ¿Qué quiere decir?
—Señor, por favor, déjeme acabar –pidió el doctor pacientemente. Jungkook chasqueó la lengua hastiado pero lo dejó hablar–. Lo tendremos en observación. La historia de Kim dice que tuvo un accidente pocos meses atrás, del cual sufrió severos daños internos, y que además no tuvo intervención médica.
El hombre acabó de leer la historia del chico y miró a Jeon con severidad, pidiendo que se explicara por qué no llevó al otro inmediatamente al hospital si su diagnóstico era tan grave. Jungkook resopló sintiéndose regañado.
—Sí tuvo intervención médica –se excusó, haciendo un gesto de suficiencia–. Fue atendido por una doctora particular, y se estuvo recuperando muy bien –resopló ya irritado–. No puede venirme con esa mierda de que no fue atendido porque sí lo fue.
El doctor suspiró y negó levemente con su cabeza. Decidió no seguir discutiendo con el muchacho que parecía poder explotar en cualquier momento y continuó dándole el diagnostico de su amigo.
—Descubrimos que el causante de la crisis que tuvo el paciente fue por sobredosis –dijo, paralizando a Jungkook por largos segundos–. Algún uso descontrolado de fármacos.
—Eso es imposible –dijo Jeon con incredulidad–. Tengo un personal que sabe, mide y cuida la administración de medicamentos de Taehyung.
—No lo sé –se encogió de hombros el doctor–. Quizá se les fue de las manos la última dosificación. Siempre hay una primera vez para el personal de salud equivocarse.
—En su hospital, no en mi mansión. –bramó furioso y se alejó sin decir más nada.
Sacó de su pantalón el móvil y marcó el número de uno de los guardias que mandó con Karly. Este no atendió, lo cual lo enojó más, detestaba que no le cogiesen las llamadas, ya les había dicho que sea lo que sea que estuvieran haciendo debían contestar el teléfono.
Intentó con otros pero ningunos les contestó, por lo que su enojo se convirtió en terror, entonces desesperado volvió a marcar un número tras otros. Se imaginaba miles de escenarios, y sus ganas de salir para la mansión crecieron en sobremanera, pero no quería dejar a Taehyung.
En un milagroso intento uno de los hombres contestó.
—J-jefe… –habló el sujeto del otro lado de la línea con voz temblorosa.
—¿Qué mierda está ocurriendo? –Dijo tranquilamente, enojado y angustiado–. ¿Por qué no me contestan el puto teléfono?
—Señor… nosotros –comenzó totalmente nervioso y Jungkook lo notó–. Llegamos a la mansión y… la señorita Karly no… no está.
Eso fue suficiente para descolocar a Jungkook y una marea caliente de ira explotó en su pecho.
—¿Cómo que no está? –dijo lentamente, manteniendo sus emociones a raya.
—N-no la encontramos, señor –se apresuró a decir el sujeto–. Llegamos a la m-mansión y está intacta, sin indicios d-de invasión. N-nada.
—Y ¿qué mierda creen que pasó? –espetó con furia. Sabía la respuesta, pero no quería creérsela.
—Que se fue, señor –dijo con tacto el guardia detrás de la línea–. Pero los otros la están buscando fuera de la mansión. No pudo haber…
Dejó de oír al guardia cuando colgó sin más. Estaba destruido. Gimió de dolor, llevándose una mano al pecho, sintiendo la desesperación carcomiéndole su interior. Karly no estaba. No la hallaban. Él sabía que Karly quería irse, quería ser libre. Pero no se imaginó que después de pasar la noche juntos, decir lo que se dijeron en ese momento, ella decidiría irse.
Se estaba despidiendo de ti.
—No, claro que no –rió con amargura, mordiendo su labio inferior con fuerzas, aguantando las ganas tremendas de gritar–. Despidiéndose y un carajo.
Se negaba rotundamente a creer que todo lo que le dijo e hizo en aquel entonces era solo para despedirse. Ella lo quería, estaba muy seguro de eso, y el sentimiento era mutuo. A decir verdad él la amaba, y se atrevió a decírselo sin titubeos. Y aunque ella no le respondió como pensó, sabía que lo amaba.
Si lo que dicen sus guardias es cierto, y ella se fue después de darle todo de sí, después de dejarla ver su lado más vulnerable y de ver a Taehyung al borde de la muerte, lo que quedaba de Jungkook en ese momento iba a irse al demonio. Por lo que, decidido a acabar con su sufrimiento, fue a la habitación de Taehyung.