Mastico el bocado de comida lentamente como mis nervios me permiten, dándome aliento internamente para tragarlo sin hacer notar el nudo que llevo en la garganta. Levanto mi mirada del plato completamente intacto, y observo a Yoongi sentado a solo un metro delante de mí, estaba absorto en su celular, conservando esa aura de naturalidad que yo trato de transmitir.
Después del golpe de realidad que me llevé el día anterior intenté dormir, mas no pude pegar ojo en toda la noche. Por suerte Yoongi me dio una habitación para mí sola, en la cual me sumergí por horas en mis pensamientos y lloré como una idiota silenciosamente. Justo ahora desayunábamos en el jardín trasero de su pequeña casa, o al menos él lo hacía mientras yo lo intentaba.
Quiero irme a mi maldito hogar. Quiero a Jungkook, él es mi hogar…
—¿Sabes? –habla por primera vez en mucho rato, sin apartar la vista del móvil–. Cuando planeé traerte de vuelta me imaginé un reencuentro más… romántico.
Sonrió de medio lado para después mirarme interrogativo. Permanecí en silencio, no me fiaba de esa dulzura, por lo que debía medir mis palabras.
—¿De verdad me extrañaste? –preguntó inclinando su cabeza a un lado. Tragué lentamente la comida, sosteniendo su mirada.
—Claro que sí.
—No lo parece. –atacó al instante. Desvíe mis ojos ante su tono acusatorio.
—Yoongi… no te miento –digo con voz temblorosa, no lo podía evitar, recién estoy conociendo este lado suyo–. Te extrañé demasiado, pero…
—Tan pronto empezaste a convivir con ellos te olvidaste de mí. –concluyó acercándose bastante a la verdad.
—No, no es así –balbuceé, al verme interrumpida–. Yo nunca te olvidé, solo…
—Dejaste de amarme –volvió a cortarme de tajo–. ¿Cierto?
—Yoongi, desapareciste por mucho tiempo…
—¡Te ofrecí escapar juntos!
—¡No es excusa para aparecerte de esta forma y arruinar todo! –exploté viéndome acorralada por sus argumentos.
El sibilante sonido del silencio nos inundó al segundo. Mi corazón aumentó sus latidos y mi rostro estaba ardiendo de la desesperación, Yoongi me miraba negativamente sorprendido, haciendo ese mal acostumbrado gesto de empujar su mejilla con la lengua. Dejé ir un poco de aire temblorosamente.
—¿De dónde ha salido esa… agresividad? –inquirió pausadamente–. En el tiempo que estuvimos juntos, nunca había visto ese lado tuyo.
—Yo tampoco había conocido este lado tuyo –repliqué sintiendo la valentía siendo empujada a la superficie por el miedo–. ¿Desde cuándo eres jefe de mafia? ¿Cuándo comenzaste a trabajar en esto? ¿Por qué no me dijiste cuando estuvimos juntos?
Él negó rotundamente, frotándose el rostro en señal de irritación disfrazada de cansancio.
—Son demasiadas preguntas. Realmente no quiero hablar un carajo del pasado ni de…
—Me lo debes, Yoongi. –supliqué suavizando mi tono.
Apretó los labios reuniendo paciencia. Uno de los defectos de Yoongi es que posee una cantidad escasa de paciencia, y eso lo convierte en una bomba del tiempo. Hablarle con suavidad es la única forma de que no me salte con una patada y… ni siquiera sé qué me podría hacer, teniendo en cuenta que ya no conozco a este hombre.
—Te dije que buscaría una mejor vida para ambos –comenzó con rabia en su voz–, y cuando no aceptaste escapar conmigo pensé que, al establecerme y tener una buena entrada dinero, podría volver y llevarte conmigo.
Me miró con cierto reproche, y fingí no sentirme afectada por sus palabras.
—No te aburriré con el resto –se encogió de hombros, desinteresado–, solo diré que no llevo mucho tiempo en esto, quizá un año y medio. Resulta que cuando fui en busca del amor de mi vida ella había desaparecido, ni siquiera tus padres sabían dónde estabas y mucho menos les interesó tu paradero.
—No me sorprende. –susurro, siendo esto en parte verdad. Esas personas jamás me quisieron de verdad, y aunque no es novedad duele de igual forma.
—Seguí buscándote por semanas, por todos los rincones de este país –continuó, volviéndose pensativo–. No abandonando mi trabajo y posición, claro está. Pero entonces… escuchando un estúpido reporte de Jimin oigo una descripción que llamó mi atención –sus ojos se desviaron sutilmente hacia mí, dándome una sonrisa de lado–. Y cito, “he descubierto la debilidad de Jeon Jungkook”. Adivina de quién estamos hablando.
Apreté mis labios en una fina línea, desplomando mi vista al suelo. Ya estaba sintiendo mi garganta picar, y eso con solo mencionar a Jungkook.
—“Una chica de origen asiático-latino, secuestrada por él mismo y tomada para sus propios beneficios” –sonrío divertido–. Cuando me mostró el expediente personal de aquella chica… Bingo. Y eso es todo, aquí estamos.
Tragué grueso, no sabiendo qué decir a todo lo que acaba de contar. Desde el primer momento en que rechacé su oferta de irme con él, solo por mi fracasado sueño de estudiar en la universidad que quería, estuvo pensando en la manera de convencerme.
Todo lo que pasé, todas las emociones difusas que experimenté, hicieron mis sentimientos una enredada tela de araña. Si tan solo hubiera dicho “sí” quizá todo sería ahora diferente. Muy diferente. Estaría con Yoongi como siempre quisimos, y mi corazón no estaría marcado por Jeon Jungkook.
—No me cansé de buscarte, Karly –vuelve a hablar, despertándome de mis pensamientos. Miro a sus orbes oscuros llenos de ira–. Porque nunca dejé de amarte. Y me molestó mucho saber que fuiste raptada por ese maldito. Y ahora me enfurece demasiado encontrarte enamorada de él.
—Lo lamento. –mi voz sale rota, dándome a entender que pronto romperé a llorar.
—Sí, yo también –se encoge de hombros y arrastra su asiento, colocándose de pie–. Pero puedo cambiarlo si me dejas.
—¿Cambiar qué? –inquiero asustada por lo siguiente.
—Por el amor que deberías tenerte a ti misma y el que tuviste una vez por mí –acomoda su chaqueta de cuero y me mira con determinación–, borraré de tu corazón ese enfermizo amor que posees por Jeon Jungkook.