Y Entonces Me Enamoré - Jeon Jungkook

Capítulo 29

Singapur. Singapur. Singapur…

 Esa maldita palabra se repite en mi cabeza miles de veces sin darme tregua alguna. Si fuese la misma chica despreocupada por las cosas a su alrededor y con el mejor novio que haya existido, ir a Singapur con él habría sido un sueño. Pero esta era una situación muy diferente, y la idea me da nauseas.

 La peor parte fue escuchar el tan poco tiempo que nos quedaban. Eso sí que me derrumbó por completo. Lloraba desconsoladamente de madrugada, cuando Yoongi no me veía. Aunque de alguna forma siento que pudo sentir mi estado de ánimo esos pocos días desde que inició mi estadía aquí.

 Aun no confío del todo en este nuevo Yoongi ante mis ojos, así tenga incrustado cosas del antiguo que tanto amé. Por lo que intento mantenerme al margen con él, sin serle tan indiferente para no enojarlo. Y no parece funcionar cuando me muestro negativa a su oferta.

 —¿Por qué? –pregunta antes de dar uno de mis tantos argumentos para no ir a ese maldito viaje.

 En ninguno de estos argumentos menciono a Jungkook. Ya he visto el odio que le tiene, y quién sabe qué puede hacer al escucharme pronunciarlo. Dudo unos segundos para respirar y no trabarme.

 —Quiero… quiero estudiar en la universidad de aquí –suelto aferrándome de la poca seguridad que me queda. Tan solo faltan tres días para partir–. Mi sueño no estaría cumplido si no es en esta universidad.

 —A la que pienso inscribirte es la mejor de la isla –dice casi sin dejarme acabar–. Es mejor que la universidad de aquí.

 —P-pero… ¿Cómo estás seguro?

 —Reina mía, he planeado esto por meses –contesta con jactancia–. Apenas decidí ir a buscarte investigué todo lo necesario para hacerte sentir a gusto.

 Maldito romanticón de mierda… cómo odio que se muestre tan accesible, tan dulce y amoroso cuando necesito que me maltrate y me haga sufrir. Que me dé razones para odiarlo verdaderamente. No odiarlo por ser el mismo de antes en cierta forma.

 —Yoongi…

 —¿Por qué no quieres ir, Karly? –Escupe con firmeza, levantando su vista del monitor de computador sobre su escritorio, sus filosos ojos llamean con ferocidad–. Lo único que he oído son excusas tontas. Necesito que me digas la maldita verdad.

 Trago con dificultad, pensando muy bien lo que me pide. No puedo responder bien estando en esta situación. No cuando estoy parada delante de su escritorio, como si estuviera yendo a la oficina del director.

 —Yo solo… –mi voz tembló, por lo que volví una y otra vez a intentarlo–. Yo creo que…

 —¿Aun sigues obsesionada con Jeon? –pregunta desequilibrándome momentáneamente.

 —¿Qué? –dije sin aliento.

 No podía creer lo que estaba oyendo. Podría ser una tonta y que toda la mala suerte recae sobre mí, puedo permitir que sigan pisoteándome como lo han hecho todo los hombre que he conocido, pero no aguantaré que me digan loca, ni mucho menos obsesiva.

 —No estoy obsesionada…

 —Entonces ¿qué? –Vuelve a cortarme como lo ha hecho estos últimos días y se pone de pie–. ¿Acaso no basta con lo que he hecho por ti? ¿No es suficiente con lo que te ofrezco?

 No, claro que no. Ha sido muy bueno conmigo, me ha dado todo lo posible para volver a confiar en él, más no lo suficiente. Yo ya estoy enamorada de Jungkook, no puedo solo deshacerme de algo que está sujeto con fuerzas a mi corazón. Y por más que Yoongi lo diga, no es Estocolmo.

 —Yoongi… debes entenderme –mordí mi labio inferior con rabia–. Me he enamorado de…

 —Basta –me interrumpe golpeando el escritorio con el puño–. Vete de aquí. No quiero que me hables. Apenas aterricemos a Singapur te llevaré a un maldito psicólogo si es necesario –declara él señalándome–. Pero tú no puedes estar enamorada de él.

 —No sabes nada. –digo a la defensiva.

 —¿No? –suelta irónico–. Te secuestró para venderte, te tomó para su deleite drogándote y abusando de ti… –se toma la cabeza como si no soportase pensar en eso. Cierro mis ojos con vergüenza–. Golpearte, privarte y corromperte no es amor, Karly –da unos lentos pasos hacia mí–. Y si para ti lo es, entonces tendré que amarte así.

 —No sabes nada. –vuelvo a decir al verme acorralada. Sus puntos son válidos, pero él solo conoce lo malo.

 —Al parecer no sé nada –gruñe con amargura–. Pero de ti.

 No queriendo seguir con esto me doy la vuelta y salgo de la oficina chocando con el cuerpo de Hoseok que iba entrando. Me echó una mirada curiosa, pero la ignoré y seguí de largo. Hasta aquí llegaron mis intentos. No puedo hacer nada más, me iré a Singapur.

J      U      N      G     K      O      O      K

 Yoongi estaba dolido. Ningún sentimiento de ira se comparaba con el de dolor que lo carcomía lentamente. Ver a su reina sufrir por el Estocolmo era lo peor, y se odiaba a sí mismo por no haberla encontrado antes que Jungkook.

 Jungkook…

 Antes le daba igual sus enemigos. Antes le importaba una mierda el apellido Kim y Jeon. Ahora los pensaba a diario y para exterminarlos. Jamás le perdonará a esos dos el haberle quitado el amor de Karly, y el hecho de que por esto le será difícil recuperarla por completo.

 —¿Está bien, señor? –inquiere Hoseok con tiento al ver a Yoongi más silencioso de lo normal.

 —Para nada. –suelta respirando con pesadez.

 Sabía que Karly había ido a llorar a la habitación. Odiaba eso. Cada vez que sus labios se contraen y su rostro se enrojece es porque estaba a punto de soltar la regadera. La conocía tan bien… o eso creía.

 —Jeon ya no molestará, señor –dice Hosek con una sonrisa tranquilizadora–. Al parecer se ha tomado muy enserio su decisión de olvidarse de ella. Está trabajando más que antes, hace recolecta todas las semanas y bebe como un maldito alcohólico.

 Yoongi niega deliberadamente y mira por la ventana el patio trasero de la casa. Observa detalladamente los últimos trabajos de sus hombres antes del día.



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Editado: 22.10.2022

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