- Verás… no sé muy bien cómo decir esto sin que suene extraño, pero ayer, cuando me ayudaste, algo en mí cambió.
Me quedo en silencio, esperando que continúe. Su nerviosismo es evidente; juega con sus manos y evita mirarme directamente.
—Durante mucho tiempo, he sentido que nadie realmente me ve… como si fuera invisible —su voz tiembla un poco—. Pero tú me trataste con amabilidad, con sinceridad. No sé por qué, pero sentí que me entendías, aunque apenas nos acabamos de conocer.
Sus palabras me toman por sorpresa. No esperaba que una simple conversación en la tienda hubiera significado tanto para alguien.
—No quiero sonar dramática o muy intensa —continúa —pero ayer fue la primera vez en mucho tiempo que me sentí… válida y quiero darte las gracias por eso.
Es increíble el impactoto de un buen trato con amabilidad y sinceridad puede generar en una persona.
Le dedico una mirada con una mezcla de ternura y determinación.
— ¿Cómo te llamas? —pregunto con una pequeña sonrisa.
—Sofía —responde.
—Bueno, Sofía… gracias por tomarte tu tiempo de haber venido y de haber puesto confianza en mi persona y abrir tu sentimientos de esta manera- le digo- y quiero ofrecerte mi amistad sincera y que sepas que si dentro de mis posibilidades esta ayudarte lo haré sin dudar.
Me levanto de la silla y rodeo el escritorio y ella se levanta de su lugar y le doy un enorme abrazo, el cual lo recibe con gusto y no para de darme las gracias.