Y llegaste Tú

Capítulo 46

Max se pasó una mano por el rostro, sintiendo la tensión acumulada en su cuello. Habían pasado solo dos semanas desde que llegó al hospital en Florida, y aunque el cambio debía ser para mejorar su salud, lo único que sentía era un vacío constante.

Antes, su vida giraba en torno al trabajo.

Largas jornadas en el quirófano, llamadas de emergencia a mitad de la noche, café frío y reportes médicos. Era un ciclo interminable, pero al menos tenía un propósito.

Aquí, sin embargo, lo obligaban a tomarse las cosas con más calma, lo que significaba que tenía demasiado tiempo para pensar.

Y pensar que no siempre era bueno.

SSuspiró y apoyó la frente contra la ventana de su oficina. Desde allí podía ver la entrada principal del hospital, donde pacientes y familiares iban y venían. Entre ellos, distinguió una silueta conocida: Sofía.

Su hermana avanzaba con paso firme, su cabello oscuro ondeando ligeramente con la brisa de la tarde. Pero no venía sola. A su lado, una mujer que caminaba con cierta timidez, mirando a su alrededor con curiosidad.

Max frunció el ceño. ¿Quién era ella?

Unos minutos después, su puerta se abrió de golpe y Sofía entró sin previo aviso, seguida de la misteriosa mujer.

—¡Sorpresa! —exclamó su hermana con una sonrisa radiante.

Max arqueó una ceja.

—Sofía, ¿qué estás haciendo aquí?

—¿No puedo venir a visitar a mi hermano favorito?

—Soy tu único hermano —respondió él con ironía.

Sofía se rió y le dio un abrazo antes de girarse hacia la mujer que la acompañaba.

—Max, quiero que conozcas a Emma.

Emma levantó la mirada y le dedicó una sonrisa tímida.

—Es un gusto conocerte —dijo con voz suave.

Max tardó un momento en responder y recordó una conversación con Sofía hace unas semanas.

Le había hablado de una chica con la que había tenido una conexión especial en una tienda, alguien que la hizo sentir vista y comprendida.

—¿Emma? —repitió, mirándola con más atención.

Ella asintió y, por alguna razón, eso le provocó un extraño vuelco en el pecho.

—Sofía me insistió en venir —continuó Emma—. Espero que no te moleste.

—No, en absoluto —respondió él, aunque no estaba seguro de qué significaba exactamente esa visita.

Sofía observó a ambos con una sonrisa traviesa.

—Bueno, los dejaré solos. Tengo cosas que hacer —anunció, y antes de que Max pudiera protestar, salió de la oficina, dejándolos en un silencio incómodo.

Emma miró alrededor antes de fijar sus ojos en los de Max.

—Sofía me ha hablado mucho de ti.

—Ah, ¿sí? —preguntó él, intentando sonar casual.

-Si. Me dijo que te estabas exigiendo demasiado y que por eso tuviste que trasladarte aquí.

Max presionó la mandíbula. No le gustaba hablar de eso.

—Solo necesitaba un cambio de ritmo —murmuró.

Emma lo estudió por un momento antes de hablar.

—No pareces muy feliz con ese cambio.

Su comentario lo tomó desprevenido. Nadie se había atrevido a decirle esas cosas tan directamente.

—Es… complicado —admitió al final.

Emma asintió, como si entendiera algo que él mismo no podía poner en palabras.

—A veces, cuando todo lo que conocemos cambia de golpe, nos sentimos perdidos. Como si lo que éramos antes de dejara de existir.

Max sintió un escalofrío. Sus palabras lo habían alcanzado de lleno.

—Sí —dijo, sorprendiéndose de lo fácil que era hablar con ella.

—Pero creo que, a veces, esos cambios nos llevan a las personas que realmente necesitamos en nuestra vida.

Max la miró, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que su mente dejaba de lado la tensión y la preocupación.

Quizás, solo quizás, esta nueva etapa no sería tan mala después de todo.



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En el texto hay: decepciones, cliche, amor_y_maltrato

Editado: 19.06.2025

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