El aire tenía un sabor extraño esa mañana. Había algo en la manera en que el viento acariciaba los árboles, en la tensión sutil del cielo nublado, que me hacía sentir incómoda. Como si el universo estuviera conteniendo el aliento.
Llevaba media hora sentada frente al café que Beth me había servido, sin haber tomado más que un par de sorbos. Ella notó mi distracción, claro, como siempre.
- ¿Sigues pensando en Max? —preguntó, sin levantar la vista del periódico.
Me obligué a sonreír. Una de esas sonrisas forzadas que no engañan a nadie.
—No puedo evitarlo.
Beth dejó el periódico sobre la mesa con un suspiro, entrelazó las manos sobre su regazo y me observó. Su mirada era suave, pero aguda.
—Emma… hay algo en ti que está cambiando. No es solo Max. Hay algo más.
Tragué saliva. La conocía demasiado bien. A veces era como si pudiera leer lo que yo misma todavía no había terminado de entender.
—Tal vez solo estoy… confundida —murmuré—. No sé si estoy tomando las decisiones correctas.
—No existen decisiones correctas o incorrectas cuando se trata del corazón. Solo elecciones con consecuencias —dijo, con la serenidad de quien ya ha recorrido ese camino muchas veces.
Me quedé en silencio, sintiendo una punzada de incomodidad. No por sus palabras, sino porque una parte de mí sabía que se acercaba algo que pondría a prueba todo lo que creía saber sobre mí misma.
Esa tarde, salí a conducir sin rumbo fijo. A veces, el movimiento ayudaba a aclarar mi mente. Puse algo de música suave, bajé las ventanillas y dejé que el aire fresco barriera con mis pensamientos revueltos.
Tomé una curva que daba hacia un tramo de la autopista que bordeaba el bosque, una ruta que conocía bien. No había mucho tráfico, lo que me dio espacio para sumergirme de nuevo en mis pensamientos. Las imágenes de Max volvieron a mí. Su voz. Su mirada. La forma en que sus dedos se aferraron a los míos bajo la luz del farol.
No vi el coche venir.
Fue un parpadeo. Una distracción mínima. El ruido del claxon llegó un segundo tarde. Vi las luces, el impacto inminente. Giré el volante con desesperación, pero fue inútil.
El mundo estalló.
Metal contra metal. Cristales estallando. El cuerpo sacudido contra el asiento. Dolor. Un grito ahogado.
Oscuridad.