Y llegaste Tú

C64

La paz nunca dura demasiado en una casa que ha estado fragmentada durante años.

Tras la gala, los rumores empezaron a correr, uno de los hermanos Bryan, probablemente había visto una foto de Emma y Max publicada por un medio local.

No era nada fuera de lugar estaban abrazados, sonrientes, bajo una luz cálida pero bastó para desatar una tormenta.

La tarde siguiente, mientras Emma leía en el jardín, la voz de Bryan irrumpió desde el pasillo.

—¡¿Ahora también eres celebridad, Emma?!

Ella se levantó lentamente, lo encontró parado en la entrada del patio, con el teléfono en la mano y una expresión que mezclaba furia y desprecio.

—¿Perdón?

—Esto —dijo, levantando el teléfono—. ¿Te parece normal andar presumiendo de tu vida mientras nosotros apenas estamos entendiendo por qué sigues aquí?

Emma lo miró, sin sorpresa.

—No tengo que darte explicaciones, Bryan y mucho menos pedir permiso para ser feliz.

—¡¿Feliz?! —escupió la palabra—. ¡No tienes idea del caos que has traído a esta familia! desde que llegaste, todo gira alrededor de ti mamá solo habla de ti papá ya ni parece el mismo. ¿Y nosotros qué? ¿Dónde quedamos?

Detrás de él apareció Amalia, tensa.

—Bryan, basta…

—¡No! ¡Estoy harto de fingir que todo está bien! Esta casa no es tuya, Emma. Nunca lo fue.

Emma apretó los puños dio un paso hacia él.

—Tienes razón… nunca lo fue, porque nunca me hicieron sentir parte pero ahora sé quién soy. Y no voy a desaparecer para que ustedes se sientan cómodos con sus mentiras.

Beth apareció de pronto. Había escuchado todo.

—¡Suficiente!

Su voz fue un trueno. Todos se quedaron en silencio.

—No voy a permitir que esto continúe Bryan, entiendo que te sientas desplazado, pero eso no te da derecho a humillar a tu hermana, porque sí, Emma es mi hija y si no puedes aceptar eso, el que tiene que replantearse su lugar aquí… eres tú.

Bryan la miró con incredulidad.

—¿Estás eligiéndola a ella?

—Estoy eligiendo lo que es justo estoy eligiendo sanar.

Ricardo se unió en ese momento, con una mirada firme.

—Esto no es una competencia, Bryan aquí hay espacio para todos pero no para el odio.

Amalia bajó la vista su voz fue apenas un susurro.

—Yo no sabía… cuánto dolor había pasado Emma, y siento no haber hecho más.

Bryan miró a todos, respirando con dificultad. Luego, sin decir palabra, se fue.

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Horas más tarde, Emma estaba sentada en la terraza, cuando Amalia se acercó con dos tazas de té.

—¿Te puedo acompañar?

Emma asintió.

—Lo siento —dijo Amalia después de un largo silencio—. Por no haber dicho nada antes, por seguirte con la mirada como si no fueras nada.

Emma respiró hondo.

—Fui muchas cosas, invisible fue una de ellas.

—¿Crees que pueda cambiar eso?

Emma la miró. Ya no había dureza en su rostro.

—Creo que podemos intentarlo.

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Esa noche, mientras Beth recogía la mesa y Ricardo lavaba los platos, Emma subió a su habitación. Al cerrar la puerta, se quedó unos segundos en silencio.

No era una victoria. No era una familia perfecta.

Pero algo había cambiado.

Tal vez nunca podría borrar el pasado, pero por primera vez, sentía que el futuro tenía lugar para ella.

Y esta vez, no pensaba dejarlo ir.



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En el texto hay: decepciones, cliche, amor_y_maltrato

Editado: 19.06.2025

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