Y me encontré en tu mirada (un amor en Navidad)

Capítulo 1

—¡Estás despedido! ¡Te contraté para que la salvaras! ¡Hiciste todo lo contrario! —Roy se mantenía en silencio mientras, quien hasta ese momento fue su jefe, gritaba furioso, pero ya no pudo aguantarlo más.

—Bien sabes que hice todo lo que estuvo a mi alcance. ¡Nunca debiste intentar mezclar dos razas tan diferentes! Toda la culpa del sufrimiento de esa pobre madre y su ternero es tuya y del incapaz que contrataste antes de mí.

Aclaró y abandonó la oficina, sintiéndose mal consigo mismo por no poder salvar a la vaca y a su cría, pero, al mismo tiempo, sabiendo que hizo todo lo que estuvo a su alcance antes de decidir practicarle la eutanasia para aliviar su sufrimiento. La salud de ambos estaba demasiado comprometida y ya no había recuperación posible.

 

🌟

 

Acababan de echarlo de su empleo como veterinario, faltando apenas una semana para Navidad, ni siquiera sabía cómo iba a enfrentar tantas deudas y la hipoteca que se cernía peligrosamente sobre su casa. Pero todo eso quedaba atrás cada vez que recordaba el sufrimiento del pobre bovino, odiaba tanto que algunas personas trataran a los animales como si fuesen objetos inanimados y no seres vivientes que sienten y sufren con las malas acciones de otros.

«Kike».

Recordó a su hijo, Enrique, y su corazón se aceleró, intensificando su malestar por mil, al recordar que ni siquiera tenía dinero para su alimentación. Recogió todas sus cosas y subió a su automóvil, intentando mantenerse sereno para poder pensar con claridad y buscar una solución.

—¡Papá! —fue por él a la guardería. Al verlo, este vino corriendo a su encuentro y la gigantesca sonrisa pintada en el rostro de su pequeño fue tan refrescante que lo llenó de fuerzas para continuar.

Casi dos años habían pasado desde el diagnóstico de aquella drástica enfermedad que acabó con la vida de su amada esposa, aún, sin poder asimilar que su mundo repleto de amor y felicidad se hubiese acabado en un santiamén y de allí el origen de tantas deudas.

Hizo de todo para salvarla, pero al igual que lo ocurrido hoy durante el difícil parto de la vaquilla, aunque los médicos de Rosaura hicieron su mayor esfuerzo… no lo lograron.

Respiró profundo mientras manejaba, enfocándose en la carretera y volviendo a la realidad en la que su hijo le contaba de sus maravillosas aventuras de juegos junto a todos sus compañeros.

—¡Hoy le hicimos la carta a Santa! Hice una muy bonita para asegurarme de que la vea y me traiga lo que le pedí —Roy sonrió para hacerle saber a su hijo que le estaba escuchando, resoplando cuando él no lo estaba viendo, sin saber qué rayos hacer para mantener esa hermosa sonrisa en ese rostro inocente y no arruinar su ilusión en Navidad.

«Vender mi vehículo».

Pensó, aunque consciente de que, en caso de conseguir un comprador, eso solo resolvería sus problemas presentes, pero a futuro, sería un enorme inconveniente el tener que movilizarse en transporte público para llevar o buscar a su hijo en la escuela y el ajetreo en su nuevo trabajo. Uno que no sabía ni dónde ni cuándo, pero estaba seguro de que aguardaba por él en algún lugar de ese pueblo, nada más tenía que comenzar a buscarlo.

Mordió su labio interno y apretó sus párpados al dejarse invadir por la preocupación, pero, rápidamente, respiró profundo y se calmó, justo antes de apagar el motor cuando llegaron a casa.

 

💝

 

Abrió el refrigerador, buscando algo para la cena y notando que los insumos, cuando mucho, alcanzaban para un par de días, aun así, cuando cerró la puerta, sonrió mirando a su hijo, quien lo miraba impaciente mientras esperaba por su comida.

—Le pedí a Santa un Voltrex Turbo, me he portado muy bien, estoy seguro de que me lo traerá —sonrío al ver el rostro emocionado de su hijo. No le extrañaba que pidiera ese juguete, todos los niños que conocía estaban enamorados del camión gigante que publicitaban cada diez minutos por la TV.

«Un camión que debe costar el doble de lo que hay en mi cuenta bancaria en este momento». Rascó su nuca y desordenó su cabello al pensar en esto.

 

🎁

 

Pasó la noche despierto, analizando sus posibilidades, teniendo claro que conseguir empleo en su profesión durante las fechas decembrinas estaba descartado, la Navidad generaba mucho movimiento, pero no en un pueblo pequeño como en el que ellos vivían, si quería hacer algo de dinero tenía que estar en la gran ciudad, pero…

«¿Qué te detiene, Roy?».

Nada, nada lo detenía. Quedarse en el pueblo era lo mismo que quedarse a vivir debajo de un puente cuando el banco decidiera ejecutar el embargo de sus bienes, esos no se ponían la mano en el corazón ni siquiera en época de fiesta.

Frotó con fuerza ambas manos sobre su rostro, sosteniendo luego su mandíbula, asimilando la idea.

«Kike merece tener una feliz Navidad».

 

🎄

 

Decidió jugárselas todas, cualquier cosa era mejor que quedarse con los brazos cruzados, esperando a destruir las ilusiones de su único hijo, arriesgándose a pasar la Navidad junto a él, durmiendo en una plaza, el mero pensamiento le erizaba la piel del miedo.



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En el texto hay: familia, navidad, romance

Editado: 10.12.2021

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