Y me encontré en tu mirada (un amor en Navidad)

Capítulo 3

Roy quedó con los ojos muy abiertos y la mente en blanco al escuchar lo que le decían.

—Disculpe, pero… No tiene que… —la persona al otro lado de la línea no dejaba de pelear, tanto así, que no tuvo oportunidad para decir una frase completa, pero estaba muy claro que se trataba de la hermosa mujer del banco. Hermosa por fuera, tal parecía que su interior era otra historia.

—Si usted no me devuelve mis pertenencias, así como encontré su número en la agencia de taxis, puedo hacer que lo despidan de inmediato. ¡No se equivoque conmigo! —le amenazó, otra vez.

—¡No soy un ladrón! —levantó la voz, furioso, al ser cuestionado de esa forma tan irresponsable— ¡Es usted la que se está equivocando! ¡Solo dígame a dónde debo llevarlos y los tendrá de vuelta hoy mismo! —enfatizó, logrando que al fin la mujer hiciera silencio.

Quizás, demasiado silencio, por varios segundos…

—Señorita, tengo sus regalos en perfecto estado, le doy mi palabra que se los devolveré, solo indíqueme dónde —bajó la voz, recriminándose por no saber controlarse ante el requerimiento de una cliente, recordando que necesitaba de muchos otros para reunir el dinero que le faltaba. Roy no era un hombre violento, al contrario, a veces pecaba de conciliador.

—Bien. Estaré esperándolo en el Destiny’s… —dijo e inmediatamente terminó la llamada.

Él apenas pudo escuchar, pero decidió ayudarse con el GPS, por lo que, al colocar el nombre inicial, de inmediato, salto la dirección del Destiny’s Mall y cambió su ruta hacia ese lugar, sin poder asimilar que alguien tan hermoso por fuera tuviera un corazón tan gris y lleno de amargura.

Miró su reloj, luego releyó la dirección, no estaba tan cerca y se preocupó, un poco más, pero se consoló pensando en que era posible encontrar clientes en esa ruta, quizás el nombre de ese sitio era un buen presagio y su suerte estaba por cambiar. Sonrió incrédulo al recordar que nunca había creído en la suerte porque en la vida nada llegaba por azar, todo era fruto de la determinación, el esfuerzo y la constancia.

Casi media hora después, ya ubicado frente al Mall, resopló al darse cuenta de que iba a ser muy difícil localizar a esa mujer entre tanta gente caminando de un lado a otro. No tenía tiempo que perder, buscó su celular y marcó al número desde el cual ella le llamó antes.

—Señorita, disculpe que la moleste, pero… ¿Cómo podré ubicarla en medio de tantas personas?

—¿Cuáles personas? ¿Por qué ha tardado tanto?

—Estoy en el Destiny’s Mall tal como usted me indicó.

—Yo le indiqué Destiny’s Hills, un condominio a diez minutos del banco en el cual usted me dejó. ¡Por Dios usted es el taxista! ¡Debería saberlo!

Por un extraño y aterrador instante, Roy sintió que quería matar a alguien. Frotó su rostro con desesperación y miró su reloj, sabiendo que tenía que pasar a buscar a su hijo, el tiempo que le tomaba devolverse era el justo antes de que cerrara la guardería.

—Señorita, por favor, lamento mi error, escuché mal, pero le reitero mi disposición a devolverle sus pertenencias. Es solo que, me tomó mucho tiempo llegar al Destiny’s Mall —pronunció ese nombre entre dientes y respiró para calmarse—. Debo ir a buscar a mi hijo antes de ir a Destiny’s Hills. Hacer eso me tomará alrededor de una hora, por favor téngame un poco de paciencia.

—¡Solo una hora! Si usted no está aquí en ese tiempo, llamaré a la agencia y lo reportaré —y de nuevo, ella colgó.

«¿Un buen presagio? ¿Suerte?».

Roy se carcajeó al recordar. Ni siquiera sabía cómo diablos estaba riendo, quizás era un modo de defensa de su mente para aligerar tanta carga y no terminar enloqueciendo.

 

🌟

 

No hizo ni el intento de buscar clientes en el camino, solo manejó hasta que estuvo frente a su hijo, justo a tiempo, porque apenas quedaban un par de niños, además del suyo.

—¿Qué haremos para Navidad, Papá? —escuchó a Kike mientras se dirigía para devolver los paquetes. Los mismos que mantenía a su lado, cubiertos por una de sus chaquetas, no queriendo que su hijo los viera y se hiciera falsas ilusiones. Claro, su pequeño aún creía en el «bondadoso ancianito barrigón», pero más le valía prevenir que lamentar.

Al llegar a su destino… Su nuevo destino.

Quedó impresionado al encontrarse frente al gigantesco portón que resguardaba una lujosa villa privada con casas que ni en sus mejores sueños él podía costear. Tomó su celular y marcó a la cliente, ansioso por entregarle sus cosas y volver a la calma.

No habían pasado ni cinco minutos cuando el personal de seguridad abrió el portón y le permitió la entrada, indicándole la ruta y el número de la vivienda de la Señorita Celina Buendía.

«¿Buendía? ¿Es una broma? ¿Cierto?».

Kike, con todo y cinturón puesto, saltaba en su asiento, emocionado con cada impresionante decoración navideña que veía y es que, hasta Roy, estaba embelesado. Cuando pensaba que no iba a ver una mejor, se encontraba con otra mucho más extraordinaria.

Destiny’s Hills era un lujoso condominio, muy citadino, pero apenas entrabas, sentías que te transportabas a uno de esos lugares turísticos repletos de naturaleza y escenarios increíbles. Iba conduciendo muy lento mientras visualizaba los números de cada vivienda hasta dar con la correcta.



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En el texto hay: familia, navidad, romance

Editado: 10.12.2021

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