Siento a alguien llamándome a lo lejos, una dulce y suave voz que me hace despertar.
- Mami ya levántate que nos vamos a atrasar.
- Te amo, pero en este momento no tanto. Estaba soñando tan lindo.
- Mentira, me amas igual o más que siempre. Ahora levántate que tengo hambre, ya puse a hervir agua.
- Linda, tu siempre tienes hambre.
Me levanto mientras escucho como me reclama por lo que he dicho, aunque finalmente me da la razón.
Me doy una ducha y me visto para el trabajo. Cuando voy a la cocina, ella ya tiene las tazas en su lugar.
Mi nombre es Mey.
Mey kinsley y esta pequeña es mi hija de 9 años Aleyn. Si, se lee como se escribe.
Solo somos ella y yo en este mundo. Yo no tengo familia, solo la tengo a ella y es más que suficiente.
Preparo el desayuno para ambas y comemos entre risas. Hoy es su primer día de clases así que le preparo su almuerzo favorito y lo meto en su mochila. Ella no me ha visto hacerlo así que será un pequeña sorpresa.
Lavo la loza y la ordeno. Estamos recién empezando así que tenemos que hacerlo bien.
- Vamos nena, a la escuela.
- Si mamá.
Ella se me acerca corriendo, toma su mochila y yo mi bolso. Luego de salir y cerrar con llave, ella me toma de la mano y caminamos a mi auto.
Saludamos a algunos vecinos que conocimos ayer. Es temprano, pero las personas que trabajamos nos movemos a ésta hora.
Mi niña va sonriéndoles a todos, ella siempre ha sido así. Es más brillante que cualquier luz y más cálida que el sol.
A pesar de todo lo que hemos pasado, ella siempre sonríe, y espero que siga así.