Aleyn esta nerviosa. No paró de hablar en todo el camino a la escuela. Ahora estoy esperando que me atienda la directora, ya que el día que vine dijo que quería hablar conmigo.
Ella entra unos minutos después y toma asiento frete a mi, detrás de su escritorio.
- Gracias por venir señorita Clark
- Descuide. Pero ¿que quería hablar conmigo? ¿Tiene algo que ver con mi hija?
Me tenso ante la posibilidad de que sea por ella. No quiero que nada afecte a mi bebé.
- Oh no señorita...
- Dígame Mey, por favor. Es más corto.
- Bueno, Mey. La verdad solo quería darles la bienvenida, tanto a la escuela como a la ciudad, se que se mudaron hace poco.
Me relajo y le doy una sonrisa. Es una mujer extraña pero se ve que no es mala persona.
- Muchas gracias directora, por recibirnos aquí. Espero que mi hija no le cause ningún problema a los profesores o a usted.
- No se preocupe Mey. Nuestros profesores son jóvenes y tienen paciencia, y yo adoro a los niños.
En eso suena el teléfono del escritorio.
Ella contesta y yo miro por la ventana examinando el lugar.
- Bueno, lo siento Mey pero se ha acabado mi tiempo y debemos despedirnos. Tengo mucho que hacer.
- No se preocupe, yo también tengo trabajo. Gracias nuevamente y que tenga buen día.
Le da una hoja a Aleyn con su horario y le indica donde queda su salón para luego despedirse de nosotras.
Abro la puerta y rápidamente me encuentro con unos ojos azules que parecen robar el alma.
- ¡Ay dios, que susto!
Enserio me ha asustado encontrarlo de repente tras la puerta. Tanto que me hizo retroceder unos pasos.
- ¿Señorita se encuentra bien?- dice el joven dueño de esos impactantes ojos
- Si si, solo me sorprendió verlo.
Nos quedamos viendo un rato, siento que toman mi mano y miro a mi hija.
- Mami tengo que ir a clases.
- Claro, ahorita vamos. Si me disculpa, debo irme.
- Claro, que tenga buen día- dice él, sin dejar de mirarme se hace a un lado permitiéndome me pasar
Aleyn y yo salimos de la mano y nos vamos del lugar. Ella se va a su sala y luego de besarla en la frente yo también me voy.
Al regresar a mi auto, busco las llaves que como siempre pierdo en mi bolso.
- Rayos, ¿donde están?- murmuro hasta que las encuentro en el fondo
Abro la puerta y me meto dentro del coche. Cuando voy a arrancar miro un ventanal de la escuela, y veo al hombre de antes parado, mirando hacia afuera.
Mirándome a mí, creo.