Y Raquel nunca volvió

4. Guerra por el wi-fi

Sí dijera que no disfruté cada maldito segundo de ver a mí hermana llorar mientras mamá le daba la golpiza de su vida, estaría mintiendo, amo a Ellie y todo, no la cambiaría por nada, pero...¿Cómo se atrevió a usar un acto tan atroz en mí vida de esa forma? Además a mamá casi le da un paro cardíaco al enterarse de que me había ido sola, en la noche, con en millón de borrachos y pervertidos al acecho, fue una fortuna que ambas casas no estuvieran muy lejos. Claro está, que no me salve de ser castigada, ya que yo no tenía permiso de salir, pero...¿Quién le hace caso a los adultos en este siglo? Yo por lo menos no, aunque ella no me pudo culpar de ha mucho, ya que sabe lo mucho que odió estar sola, más porque me recuerda ese día.

El día en que todo cambio.

El día en que me rompí.

No

El día en que me rompieron, el día en que casi me arrancan la inocencia, el día en que me obligaron a crecer.

Sacudí la cabeza, apartando esos pensamientos de mí, no quería deprimirme con algo así, menos ahora, ya que prácticamente tenía que hacer todo lo posible por no reír.

— ¡Pero mamá...!

— Pero nada, les recuerdo que YO les pague un mes de renta, puede que no sea mucho, pero eso me da el derecho de hacer esto, van a cuidar de Raquel y si me entero que volviste a llamarla de forma inapropiada...— mamá hace una pausa, antes de tomar a Ellie del cabello — ¡Te haré llorar, pedazo de burra!

Ellie asiente asustada y mamá la suelta del cabello, Mer y Mariana miran todo a la distancia, en sus respectivas habitaciones, como si temiera que después de Ellie fueran ellas hacer golpeadas.

— Ahora bien, cariño.

Mamá se gira hacía mí, sonriendo de una forma bastante falsa, a veces me sorprende como mamá finge las emociones, sé que lo hace para protegernos, sé que en este momento ella desearía correr y esconderse bajo la cama, no tener que trabajar tanto y mucho menos que bailar en un tubo cada noche, pero la economía argentina es una pesadilla, ¿Alguien puede sacarme de Latinoamérica? Me interesaría irme.

— No quiero que te portes mal, seas sarcástica, mal hablada, exigente con la comida, desagradecida, desagradable, tampoco puedes manipular a las chicas para que hagan lo que tú quieras, tampoco vas a usar sus cosas sin permiso, no quiero que mientas, no quiero que pelees, tampoco que golpeé a alguien, mucho menos que las ataques, no quiero que te acuestes tarde y sobretodo no quiero que busques mis películas, ¿Entendido?

Me cruzó de brazos pero aún así sonrió y no de forma sarcástica, solo me parece tierno que mamá crea que tiene alguna clase de control sobre mí, aún piensa que puede ordenar algo y yo lo cumpliré, ¡Oh! ¡Cosita mí vida! Es tan ingenua que hasta a mí me da pena.

— Sí.

Ella me mirá enternecida, con sus ojos azules llenos de delineador, pestañina y purpurina.

— Oh...— ella extiende sus brazos invitandomé a ellos — ven aquí, cariño — por primera vez en décadas (y eso que tengo 14 recién cumplidos) obedezco y la abrazo —, por favor, no causes problemas — ella se separa sin dejarme de ver — o sino tendré que empezar a considerar seriamente hacerte la lobotomía haber si así te calmas un poco. ¿Entendido?

La miré extrañada.

— Sabes que te pueden enviar a la cárcel por eso, ¿Verdad?

— Correré el riesgo.

Mamá toma su bolso y procede a caminar a la puerta.

— Bien, ¡Adiós, niñas! ¡Cuídense y nada de hacer cosas indebidas!

— ¿Con quién cree que está hablando, señora? Nosotras somos tremendo pan de Dios.

Mamá entre cierra los ojos.

— Sí ajá, porque las conozco niñas les advierto. Bueno, ¡Adiós!

Mamá sale del apartamento, dejándonos a las cuatro solas.

— ¿Y ahora qué? — pregunta Mariana, sentada en el sofá.

— Sigamos con nuestros planes — Mer se gira hacía mí —. Escucha, Raquel, Mariana se irá de intercambio durante un par de semanas, así que decidimos alquilar su habitación mientras eso sucede.

— También decidimos alquilar la cuarta habitación, por eso estaremos trasladando las cosas de Mariana y de la cuarta habitación a la casa de los padres de Mariana, así tendremos más espacio y no sólo eso: un ingreso monetario que nos servirá muchísimo.

— Empezaremos a trasladar las cosas de la cuarta habitación, así que estaremos afuera un par de horas, tranquila, no será mucho.

— Mientras tomamos las cajas y las llevamos al auto puedes decir que hacer.

— Ver una película, pedir una pizza o cualquier cosa que implique que te quedes aquí.

Asentí y casi a la vez las tres corrieron a la "antigua bodega" y empezar a empacarlo todo, para trasladarlo. Me dejé caer en la cama de Ellie, pensando en mamá: a diferencia de la mayoría de mamás ella era más relajada, tranquila y hasta cierto punto podía hablar lo que fuera con ella. Mamá es una stripper y no me importa, mucho menos me incomoda, mamá hace lo que tiene que hacer con tal de pagar la matrícula y el alquiler de Ellie, mamá hace lo necesario para que yo tenga todas las cosas lindas que tengo, mamá hace lo necesario para darme todo lo que quiero; aunque Ellie y yo no tengamos en mismo papá, mamá jamás hizo diferencia entre nosotras, si yo tenía algo, Ellie también tendría lo mismo, mamá ha hecho cualquier cosa por vernos feliz y aunque a veces se equivoque o simplemente no sepa que hacer, sigue siendo una buena madre, aunque deja mucho que desear, es una madre soltera que hace lo que puede con lo que tiene, a veces incluso llega a exigirse demás.

Mamá tenía dos nombres, Carla, que fue el nombre que recibió al nacer y Jill, que era el nombre que le dieron en su trabajo, a pesar de tener 42 años mamá luce como de 30 o 27, es bonita, rubia y con un cuerpo que haría envidiar a cualquiera, a pesar de haber dado a luz dos veces se veía bastante bien, conservada. Quizás por eso era una de las más cotizadas.




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