Y Raquel nunca volvió

6. Niña bien.

— ¡Mí hija Jamás vería algo así! Es una buena niña, sólo mirá porno gay.

— Y con censura — digo yo ante la mirada confusa de los policías.

— ¡Y con censura! ¿Oyeron eso! ¡Con C.E.N.S.U.R.A! Es una buena niña, ¡Y no pienso permitir que un depravado como él se acerque a mis hijas! ¡Aunque sea su arrendador!

— Oficial, ya que él estuvo usando mí red WiFi es posible que él haya puesto eso en mí historial, ¿Verdad? De todas formas, ¿Por qué una niña de 14 años vería pornografía infantil? — les sonríe a los oficiales, fingiendo inocencia.

— Tiene razón.

Miré a Gerald de reojo, simplemente para asegurarme de que estuviera lo suficientemente cerca como para oír lo que tenía que decir.

— Quizás hayan páginas de necrofilia o canibalismo, tal vez haya buscado páginas dedicadas a la zoofilia — los agentes siguieron mirando, cada vez más asqueados, Gerald me miraba  sorprendido, pero yo solo sonreía, "Te dije que esto no se iba a quedar así" —. Señor oficial — todos me miraron aún más extrañados y sin apartar la vista de Gerald dije: — tal vez busco páginas web dedicadas al canibalismo y a recetas con fetos humanos abortados.

Uno de los oficiales no aguanto más y vómito en el césped, todos estaban asqueados.

— ¡Miré señor! ¡Incluso hay una página sobre tráfico humano!

¿Tráfico humano? No recuerdo haberle dicho a Ander que hiciera eso, aunque mejor, mucho mejor.

Mamá parecía histérica, los oficiales la miraban aburridos, mientras que los que veían el computador lucían asqueados por lo que veían, Ander sí que se había lucido con aquellas páginas, tanto así que algunos policías llegaron a vomitar debido a la naturaleza mezquina de esas páginas, sin duda alguna el Gerardo hijo del marrano se lo pensaría dos, tres incluso mil veces antes de robarle el WiFi a alguien más, en especial a una argentina como yo. Pero no todo parecía ir bien, algunos hombres que no conocía hablaban de los agentes, en un idioma que no supe identificar, algunas mujeres estaban rezando de rodillas en el suelo y aunque no quería girar sabía que la mirada de Gerald estaba sobre mí, podía sentir sus claros y penetrantes ojos sobre mí, pero por alguna razón no quería volver a verle.

¿Qué te pasa, Raquel?

¿Puedes enfrentarlo cuando él no te ve?

¿Qué te pasa?

Aunque sin duda lo que más me intimidaba era saber cómo reaccionaría mí hermana y su amiga, puesto que Mariana ya se había ido este mismo día, sabía que estarían molestas, mucho, no con él, sino conmigo, lamentablemente Ellie sabe que tan mala puedo ser cuando alguien me provoca. Ambas, Ellie y Mer, me miran de vez en cuando, mientras son entrevistadas por la policía.
Podía saber que iba a pasar, ya podía escuchar sus gritos hacía mí persona cuando acabarán de hablar y estuviéramos a solas. Veo a los oficiales dejar a Gerald, para luego volver a dejar la computadora en la casa de Gerald, los miró confundida, pero antes de que pudiera decir algo, mamá se adelanta y empieza a gritarles:

— ¿Lo van a dejar ir? ¿Así como así? ¡Es un depravado sexual!

— Lo siento, señora Martínez, pero no tenemos pruebas suficientes como para arrestarlo.

El policía se va y de forma descarada veo como uno de los hombres le pasa un fajo de billetes a ese oficial y a otros más, gracias, muchísimas gracias, ahora me siento más segura. Mamá se sacude el cabello, tratando de contener la rabia, sonaba desesperada, parecía querer arrancarse el cabello.

— ¡Suban al apartamento niñas!

Grito finalmente mamá, hacía nosotras, sin decir ni una palabra acatamos la orden, pero por alguna razón no quería quedarme sola con Ellie y Meredith, algo me decía que no estaban muy contentas.

Mamá nos empuja con fuerza, casi a rastras por el elevador, nadie dice nada, pero estoy segura de que por alguna razón me descubrieron, quizás vieron a Ander salir del apartamento poco antes de que llegará la policía, quizás, pues puedo sentir las uñas de Ellie clavándose en mis manos, no dije o hice algo, era mejor quedarme callada, aunque empezaba a doler. Pude ver por la ventana del elevador como las mujeres se levantan y corren hacía Gerald, estoy casi segura de que él tiene un harem y ellas son parte de el, es casi imposible que tantas mujeres lo adoren de esa manera, ni siquiera es tan guapo.

Caminamos en silencio por el pasillo Hasta el apartamento, con los jadeos de preocupación y asco de mamá como único acompañamientos, me aparté de Ellie y oculte la mano herida tras mí espalda, ella no me miró. Mamá saco la llave y temblorosamente la introdujo en el picaporte, abriendo la puerta.

— Entren...niñas — la voz de mamá estaba quebrada, como si quisiera vomitar y contuviera las ganas —. Voy a ir a hablar con tus padres, Meredith, a ver qué opinan al respecto de esto, quizás podamos anular el contrato, no le abran la puerta a nadie, absolutamente nadie.

Mamá nos mirá, con sus ojos moviéndose de forma frenética, desde Ellie hasta Meredith y desde Meredith hasta mí, mamá se pasó las manos por el rostro antes de salir por la puerta. Al instante pude sentir el aire volverse más pesado y todo se quedó en silencio.

— Sólo lo preguntaré una vez, Raquel, ¿Tuviste algo que ver?

Ellie parecía querer matarme.

— ¿Por qué preguntas eso?

— ¡Porque nadie sería tan pelotuda como tú para hacer semejante mierda! — Ellie golpeó la mesa provocando que unos libros golpearan la pared, me sujeté el pecho espantada — ¡Dímelo, Raquel! ¿Tuviste algo que ver? — Ellie corrió hacía mí y me apretó la mandíbula, enterrando sus dedos en mis mejillas.

— ¿¡Tienes idea de la estupidez tan grande que acabas de hacer!? — Mer me miraba enojada, con sus manos en las caderas — ¡Podrían descubrir tú estupidez y meternos en problemas!

— Pero yo...

— ¡Fuiste tú! ¡No me cabe duda! — Mer paseó por la habitación algo ofuscada —, nadie es tan estúpida como tú.




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