Y Raquel nunca volvió

13. Los columpios

Gerald me arrastró hasta un columpio en un parque al lado de los apartamentos, con la luna justo sobre nuestras cabezas. Me dejé caer en el columpio, mirando a la nada, me sentía pérdida, mal, con ganas de arrancarme los ojos.

Gerald se sentó a mí lado, obviamente de forma suave y delicada, en ningún momento habló, sólo me miró, dándome el espacio y aún más importante: la seguridad que necesitaba, en ningún momento me presionó, en ningún momento me juzgo, sólo me miró y espero, espero a que me sintiera lo suficientemente bien como para hablar.

— Lo lamento — fue lo primero dije, con el amargo sabor de jugos gástricos en mí garganta —, no sé...que me sucedió.

— Si sabes que sucedió — lo miré insegura, él no demostraba ninguna emoción, solamente me observaba —. Sólo que aún no confías lo suficiente en mí, lo entiendo, en realidad me sorprendería mucho que me dijeras lo que te pasa.

Era cierto, sabía lo que pasaba, lo que me ponía tan mal tenía nombre y apellido, y sí, aún no confiaba lo suficiente en él, pero su forma de ser, de actuar, me hacía sentir segura, era como si de repente él hubiera cambiado su personalidad para agradarme más.

— Yo...

Abrí mí boca para refutar, no quería aceptar la verdad, simplemente quería darle esa falsa sensación de seguridad y confianza, pero en el momento en que mis labios se separaron los jugos gástricos y el vómito se abrieron paso.
Caí de rodillas, Gerald me sujetó de la espalda, dándome leves palmaditas mientras sujetaba mí cabello, sentía como si mis ojos estuvieran a punto de explotar, mientras mi estómago liberaba cada cosa que comí en la última década.

— Ya, ya, déjalo salir.

Susurró Gerald todavía sujetandome el cabello.
Cuando por fin dejé de perder la poca dignidad que me quedaba...espera, ¿Perder la dignidad? No, sí, es vergonzoso, pero todos tarde o temprano hemos vomitado, aunque eso no cambia el hecho de que sea vergonzoso, pero lamentablemente no pude controlar mí cuerpo: después de ese incómodo momento me limpié la boca, con la manga de mí camisa, escupiendo un poco en el suelo, una fina línea de baba se deslizaba desde mí barbilla, hasta casi tocar el suelo, la limpié rápidamente, luego seque las lágrimas de mis ojos. Estaba consciente de que debía lucir fatal, casi tanto como olía, pero cada vez que pensaba en lo que había sucedido esa noche...no podía controlarlo, me asustaba demasiado, tanto que perdía el control, me dejaba gobernar por mis emociones.

Intenté ponerme de pie, pero el dolor me hizo nuevamente caer, Gerald me sujetó con suavidad y fuerza, colocando con cuidado mí vomitado cuerpo en el columpio, me recosté contra la cadena, sin siquiera verlo, mis ojos seguían llenos de lágrimas y estás no paraban.

Es que...no lo entendía, seguía sin entenderlo, nunca lo iba a entender, pero...¿Qué fue lo que hice para merecer algo así de cruel? Eso me preguntaba mientras caminaba pérdida por el bosque, eso me preguntaba mientras era llevada al hospital, eso me preguntaba mientras era constantemente insultada en la escuela y eso me pregunto ahora.

Quizás nunca lo sabré.

Levanto mis ojos viendo el cielo, está noche si brillan las estrellas y la luna, en el bosque no, lleno de arañas cuyas diminutas patas carcomían tú piel.

— ¿Estás mejor?

Bajé la vista hacía Gerald que me observaba de cierto modo aburrido.

Me sonroje, ¿Qué pensaría de mí? Quizás piense que estoy embarazada o algo así, pero ¿Qué importa? Hace mucho aprendí por las malas que las opiniones ajenas no deben importarme.

— Sí, yo...lo siento, Gerald.

— No te disculpes — los ojos de Gerald mostraron un destello de irá —, no lo hagas,    llorá, grita, vomita si quieres, pero no sigas ocultando tus sentimientos — él se enderezó, mirando al cielo —. No lo hagas, no sé qué te sucedió, pero si de solo pensarlo te puso de esa manera no deberías ocultarlo — sus ojos cayeron sobre mí — sin importar lo mucho que duela.

Él se empezó a moverse en el columpio, mirando directamente hacía el apartamento de Ellie.

— Gracias, pero...— él se detuvo — dudó mucho que me entiendas.

Vi la punta de sus dedos volverse blanca, estaba enojado.

— No sabes nada de mí, Raquel, si supieras algo, aunque sea lo más mínimo no estarías tan tranquila a mí lado.

Lo observé desafiante, ¿A qué horas empezó con su diatriba de Badboy?

— ¿Así? Pues habla, dime hasta tus mayores pecados.

Gerald sonrió.

— ¿Segura?

— Te escuchó, dudo que tú vida sea peor que la mía.

Él se rió con amargura.

— ¡Ja! Te gano con creces.

— Lo dudó, soy literalmente el producto de una violación, mí mamá violó a mí papá, él era un adolescente y ella tenía 35 años, intentaron abortarme pero no pudieron, papá quedó traumatizado y ahora está en rehabilitación, mamá habla abiertamente de lo buena que sería su vida si yo no hubiera nacido ¡Supera eso!

— Bien, Raquel, tú vida es trágica, pero déjame contarte una historia.

— Adelante — me acomode mejor en el columpio —, inicia.

— De acuerdo — él miró las estrellas, reflejando sus luces en ellos —. Había una vez...

— ¿Es enserio? — Gerald me mirá enojado, por haber interrumpido su relato —. Lo siento, prosigue.

— Bien. Había una vez una vez un joven rey, en busca de una reina, pues a su antigua reina la había asesinado en una hoguera — jadeé sorprendida por sus palabras, él solo sonrió en silencio —. En un reino pequeño encontró a la hija de un granjero, le dio grandes regalos y muchos juegos, pero ella quería más, él dijo que la quería, pero cuando la tuvo en su poder, se comió su vida, la hija del granjero quiso escapar, él la golpeó hasta hacerla suplicar, a pesar de sus intentos por no dar a luz, a tres niños parió, pero luego a una hija a luz dió, eso al rey lo enojó — apreté mis dedos, pensando lo peor —. A esa hija a un burdel vendió, luego a otro hijo esa mujer parió. Jamás los abrazo, jamás los beso, ni una palabra de amor, nada...— Gerald suspiró, como si le costará hablar —. Un día, el menor de los hijos, de su hermana mayor se enteró y fue a buscarla, desde el principio sufriendo la vio, ya que tenía un amo cruel y asqueroso, ambos se quisieron y protegieron, así que él la ayudo a escapar, pero los descubrieron, entonces un rey de otro reino de la hermana se enamoró y la ayudo a irse, pero antes de hacerlo a un bebé cruelmente perdió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.