Al filo del anochecer terminé de arreglarme, miraba la carta con expectativa, prometía ser una gran fiesta, eso me emocionaba, pareciera que el evento valdría la pena.
— ¿Estás lista?
Me giré para ver a Mer, tan elegante y hermosa como siempre, a veces realmente dudaba de mí control sobre mí, por ahora quería lanzarme sobre ella y devorarla a besos. Confiaba plenamente en ella, de hecho sino fuera por Mer quizás ni iría a la fiesta, sino fuera por su insistencia estaría a punto de meterme un kilo de burritos mientras veía a dos chicos dándose amor.
— No puedo creer que después de todo lo que le hiciste él te haya invitado a salir, debe ser masoquista — se quejó Ellie cruzada de brazos en el marco.
— A Gerald no le importa, créeme, le da igual.
Respondí colocando un poco de rímel en mis ojos.
— No deberías maquillarte tanto, tienes un rostro hermoso al natural.
Elizabeth parecía inquieta, como si algo en su mente no la dejará en paz, ella apretaba sus nudillos y se notaba la enorme dificultad que tenía para respirar, eso no me agradaba del todo, parecía querer gritarme algo a la cara, pero había algo que se lo impedía.
— De todas formas — prosiguió Ellie arreglándose el cabello contra el espejo —, es obvio que a quien Gerald invito a una vida fue a Mer y no a Raquel — Ellie me miró a través del espejo, hablando como si yo no estuviera —. Después de todo, Mer es linda y buena, no como Raquel, que es testaruda y tonta. Aunque estas muy modesta, cariño, ¡Vamos a tú habitación! Así te arreglaremos mejor.
Mer asintió, me miró depositando un leve "Lo siento" en sus labios y ambas salieron de la habitación.
— No la escuches, Raquel — Elizabeth me hizo mirarme al espejo —. Mírate, eres bonita y joven, aunque tú belleza no durará para siempre, eso no significa que todo desaparezca, yo sé que Gerald te invito fue a tí, a Mer la va a llevar con la intención de presentarla a un amigo, pero tú, Raquel, eres su único interés — me sorprendió oírla hablar como si conociera a Gerald de toda una vida, cuando lo único que oía era de nosotras —. Anímate, bonita.
Asentí sonriendo levemente, mirándome al espejo.
— ¡Elizabeth! ¡Ven, por favor!
Elizabeth se fue, dejándome sola en el baño de Ellie, podía escuchar risitas provenientes del pasillo, estaba claro que tanto Mer como nuestra mí hermanastra de madre se estaban preparando para ir a la fiesta en el baño de la habitación de Mer.
Así que bajé al gran baño donde me uní a las bulliciosas chicas para no estar sola, simplemente detesto la soledad, ya que la soledad me permite pensar y yo odió pensar, por eso odió la soledad. Estaban en medio de una conversación cuando Mer, se dejó caer hacía la pared, rompió en una carcajada tan furiosa que tuvo que apoyarse en la pared para apoyarse. Pero, de repente, se incorporó de un salto, como si se hubiera sorprendido. Todos miramos cuál había sido la causa de su reacción: allí en la pared, casi al mismo nivel que el espejo de cuerpo completo, había una puerta diminuta. Ninguna de nosotras lo había notado porque era del mismo color que las paredes, con un fino papel tapiz de flores azules. Gerald incluso lo había pintado. Naturalmente, esto me puso un poco nerviosa. Fuera lo que fuera, Gerald claramente no quería que nadie lo abriera. Pero como de costumbre, lanzando toda precaución al viento, Ellie alcanzó la manija y comenzó a tirar con todas sus fuerzas. Mer chasqueó la lengua con desaprobación antes de sacar una pequeña navaja de bolsillo. Comenzó a tallar delicadamente a lo largo de la costura de la puerta. Quería rogarle que se detuviera, pero realmente no tenía la energía para discutir esa noche. Así que en unos minutos, Mer abrió la pequeña puerta con un fuerte crujido.
— Era ... un espacio de acceso.
— Está vacío, ¿Verdad?
Elizabeth se colocó en cuatro patas y gateo hasta quedar adentro del espacio, empezó a golpear las paredes, en busca de algo, Mer Ellie y yo nos miramos confundidas ante las acciones de Elizabeth.
— Lizzie, ¡Para!
— ¡Lo vas a romper!
Elizabeth nos miró algo enojada y salió de la habitación para ir a la de ella. Ellie miró a Mer y ella se encogió de hombros sin entender lo que pasaba. El espacio era bastante grande. Supongo que habrías podido meter al menos a tres o cuatro personas ahí. Tenía bastante curiosidad por saber por qué Gerald habría cerrado una pequeña habitación vacía. Mientras pensaba en esto, Ellie y Mer comenzaron a llamar a Mariana para informarle sobre su nuevo descubrimiento. Estaban tan emocionadas cuando lo descubrieron por primera vez. Sin embargo, como era de esperar, esta emoción se desvaneció con el tiempo y, finalmente, el espacio de acceso se convirtió en almacenamiento para algunas toallas y cestas de ropa.
Ya que era incómodo ponerla sobre la lavadora. Aunque ahora no me sentía para nada segura en aquel apartamento, después de todo...¿Quién sabe que más cosas Gerald tenga ocultas por allí? Mer siguió arreglándose, mientras que yo iba a abrir la puerta. Allí estaba Gerald, tan elegante y apuesto como siempre, por un momento agradecí llevar vestido.
— ¿Estás lista?
Sus ojos se encontraron con los míos, tan inexpresivos como siempre, pero había algo más, ¿Emoción quizás? ¿Miedo? ¿Adrenalina? Note que sus dedos temblaban mientras sujetaba los dos ramos de rosas.
— Sí, lo estoy.
— ¡Gerald!
Mer salió de la habitación bastante emocionada, luciendo coqueta frente a Gerald.
— ¡Oh! ¿Son para mí?
Gerald le extendió el ramo de rosas azules, dejándome a mí las rojas, note la confusión en el rostro de Mer, pero ella no dijo nada.
— Gracias — respondí tomando las rosas, me giré para ver a Ellie en la cocina, observando lo todo, pero Elizabeth no daba señales de vida, en ese momento lo recordé —, Gerald, tú no conoces a la nueva inquilina, ¿Verdad? Espera un momento y te la presen...