— Raquel...
La voz rasposa de un hombre tras de mí me hizo temblar, todo estaba oscuro, no podía ver o sentir nada más allá que la calidez sobre mí cuerpo.
Sin duda alguna deseó haber muerto, porque si mí destino es volver a estar atrapada en las entrañas del bosque prefiero mil veces la muerte. Volver a ese bosque era una auténtica tortura, tenía miedo, tanto que temblaba, lo prefería mil veces más.
Pero lo hice, lamentablemente lo hice.
Sí, así era, demasiado bueno para ser verdad.
¿Por qué no lo pensé bien?
¿Por qué no lo hice?
Piensa, Raquel, piensa.
Ese es el problema, no pensé en las consecuencias.
Que ingenua fui.
¡Oh, Raquel!
¿Qué pendejada hiciste?
Debiste escucharla.
Lo sé.
La fría humedad en donde me encuentro empieza a calarme los huesos, se filtra como una helada bruma, que entra en mis poros y congela hasta mis huesos, mis articulaciones crujen un poco, cuando mí cuerpo se hace un ovillo, en busca de preservar el poco calor que me queda, está sensación tan familiar me duele, me abruma. No puedo respirar, la presión en mí cabeza aumento, pero de repente la luz se hizo cargo de mis pensamientos, abrí mis ojos, encontrándome en una escena muy inusual: era una habitación gigante, con un mural que simulaba un bosque en las paredes, me levanté, completamente desconcertada sin saber en dónde estaba, pero lo que más me alarmó fue otra cosa.
Estaba sola.
Tantos pensamientos pasaban por mí mente en esta soledad, pensamientos que no me gustaban, el bosque...el bosque volvía a mí, lo hacía, los árboles salían de la pared y crecían a mí alrededor, el pasto y el musgo consumía la cama, y las sombras...las sombras del bosque venían por mí, ¡Las arañas! ¡LAS ARAÑAS! Me coloco de pie mirando a mí alrededor, ellas van a venir, lo van hacer, ¡Estoy segura! ¡Esos demonios de ocho patas van a venir! Van a devorar mí cuerpo y a fusionarse con el, a quitarme el control de mí misma, lo van hacer. Miró a los rincones sombríos, no las veo pero si las siento, las siento, sus múltiples ojos sobre mí.
Van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, van a venir, las puedo sentir...sus patas sobre mí, sus colmillos en mí piel, su veneno rompiendo mis venas, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí y vienen por mí.
Efectivamente veo las sombras moverse, ¡Están aquí! las náuseas regresan, pero no tanto como el terror que llena, las sombras, las sombras vienen por mí...
Salto de la cama y azotó mi cabeza contra la puerta de metal, metiendo mis manos en la rejilla, intentando salir.
— ¡POR FAVOR, SAQUENME DE AQUÍ!!! ¡NO QUIERO MORIR! ¡NO ASÍ! — tiró de la puerta pero es inútil — ¡YA VIENEN!
Golpeó mí cabeza.
Una...
Otra...
Y otra vez...
Las veces que sean necesarias para morir así, ¡Quiero romper mí cráneo! ¡Por favor! ¡Que alguien lo rompa! ¡No quiero pensar! ¡No quiero! Finalmente veo la sangre surgir, pero de repente ya no siento temor, estoy en una nube, estoy volando, no, flotando, en las nubes, vuelo hacía el cielo estrellado, volando y flotando, alejándome de mis problemas, sintiendo el calor que las gotas de lluvia me proporcionan. Y dejo que todo se vuelva a sumergir en la oscuridad, quiero desaparecer, porque si desaparezco no existo, sino existo no pienso y si no pienso...soy feliz.