Y Raquel nunca volvió

17. Mala compañía

 

— Casi se parte la cabeza.

Escucho unas voces a mi alrededor, abro los ojos y veo a dos hombres que no conozco allí, parados, con productos médicos en sus manos, con batas y unos extraños símbolos en su espalda que decían << Veladores >>, ¿sigo sin saber dónde estoy? Efectivamente, ¿Hare algo para cambiar mi situación? Por supuesto.

— Es normal, cuando se entra en pánico y se golpea de una manera tan brutal la cabeza se puede quedar así de aturdido, o en el caso de la jovencita aquí presente: desmayarse.

— Definitivamente es una perra loca.

— ¿Que esperabas? Tiene 14 años, es una inmadura y por lo que escuche una inestable total.

— No es tan bonita como creí, pero va a servir, si el señor la quiere

Fruncí el ceño ante sus comentarios, ellos me secuestran ¿y yo soy la inestable?

— Espera...creo que se ha movido — maldije en mi mente, no debí haberme movido.

Levante lentamente mi rostro, observando a ambos hombres que al instante tomaron un tono amable y se colocaron firmes, extendiendo sus manos para ayudarme a ponerme de pie.

— Buenos días, señorita, espero que el incidente de ayer no se repita de ser posible.

Su mano era pegajosa, de seguro gracias al guante de látex en su mano, fingí debilidad, doblando las piernas y tambaleandome, haciendo que ellos no tuvieran más remedio que tomarme de las manos y la cintura.

— Tenga cuidado, señorita, puede tropezar.

— ¿Le administraste anestesia? — preguntó uno de los hombres, ese del pecho peludo y las manos grandes, el otro, gordo y lampiño nego. 

— No, ¿Y tu? 

— Tampoco, quizás solo siga aturdida, fue un golpe feo.

Deje que hablaran y justo cuando vi que tenia la puerta libre, pero esta estaba cerrada inspeccione a los hombres, en búsqueda de alguna llave o algo por el estilo, mire sus cinturas y correas pero nada, fue entonces que mi captor apareció, abriendo la puerta que aparentemente era eléctrica.

— ¿¡QUE CREEN QUE HACEN!? 

Los gritos de Gerald estuvieron a punto de hacerme caer de verdad, los hombres se tensaron dejándome caer en la cama, ellos temblaban y estaban brutalmente pálidos, balbuceaban demasiado, vi que los ojos del lampiño se llenaban de lagrimas y sus labios se movían de forma desesperada pero sin emitir sonido alguno.

— ¡Nadie tiene el derecho de tocarla! — las venas en la cabeza de Gerald se volvieron mas visibles, casi como si quisieran explotar, en otras circunstancias me parecería gracioso y haría una broma al respecto o algo similar, pero ahora era aterrador.

Porque al final de todo tenia razón.

Gerald Kralj estaba loco, demente, era un desquiciado que me había privado de mi libertad, observando mis movimientos desde el primer dia, buscando la oportunidad perfecta para eliminar mi vida o al menos someterla a sus veredictos, todo lo había planeado, el hecho de denunciarlo falsamente fue lo único que faltaba para que se decidiera por tenerme, estaba seguro de que seria un reto, pero como el mismo lo dijo: los retos le fascinan y yo resulte ser el reto que estaba buscando. Pero fue en ese momento, en ese preciso momento que el horror de la verdad cayo sobre mis hombros, logrando partir mis huesos y destruyendo mi corazón, justo en el momento en que Gerald abofeteo a ambos hombres me di cuenta de algo; Mer no estaba conmigo, ambas habíamos estado en la fiesta, la cual me imagino era un señuelo, eso significaba que...también había sido secuestrada o peor...terminó igual que esa mujer en la habitación de la fiesta; con su estómago abierto y las viseras esparcidas por toda la cama, con sus brazos doblados de una forma imposible, sus piernas torcidas y su boca finamente abierta, con pequeñas gotas de sangre saliendo de allí, su mirada estaba más allá de la nada, a simple vista era una mujer hermosa, pero su belleza no merecía ser arrebatada en un acto tan atroz.

Lo peor de todo es que ella...

Ella...

Estaba viva.

Aun lo estaba.

Recuerdo ese movimiento rítmico, volviéndose lento cada vez, su corazón estaba expuesto, se podía ver la sangre salpicar sus huesos, pero estoy segura, estoy totalmente segura que esa mancha roja que se movía, con un << Tum...¡Tum, tum!...Tum >> arrítmico que parecía negarse a parar, ese rubí bañado en sangre era su corazón, lo se, porque ella me miro, sus celestes ojos giraron a través de mi, de su agonía, pude ver la resignación a la muerte en su mirada, lo aceptaba, porque era totalmente inminente, ¿que habra estado pensando en sus ultimos segundos? ¿Me vio? ¿Pensó en que la proxima seria yo? A lo mejor no, a lo mejor para ese entonces su cerebro se había apagado gracias al excesivo dolor y el movimiento de sus ojos solo fue un fantasma de los nervios manifestándose ante las descargas eléctricas enviadas por el cerebro. A lo mejor ni siquiera pudo tener un último pensamiento.

 — ¡LARGUENSE!

El grito de Gerald me trajo nuevamente a la realidad, a esta cruda y horripilante realidad. Los dos hombres salieron corriendo, sin siquiera mirar atrás, parecían despavoridos y alcance a ver manchas rojas de sangre en sus cuerpos, luego los ojos de Gerald cayeron sobre mi. 

 — Cariño... — el avanzo hacia mí, tratando de disimular como con sus dos pequeñas manos acababa de masacrar a dos hombres el cuádruple de su tamaño.

 — No...¡No te acerques!  — grite mientras retrocedía. 

Pero él, me jalo con fuerza de la mano, haciéndome caer directamente en sus manos, manos manchadas de sangre, manos...que destruyen lo que tocan. Pero luego sucedió...su abuso hacia mi aumento, porque ese bastardo, ese desgraciado me beso.

Mi libertad...robada.

Mi primer beso...robado.

Carajo, solo soy una niña.

Su lengua entro en mi boca y no puede hacer nada mas que gritar de horror, el sujeto con fuerza mis manos, haciéndome perder el equilibrio y caer en la cama, todo el tiempo encima de mi.




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