¿y si......? (#2 Puertorriqueñas)

CAPÍTULO 2

Luciano pasó aquellos días lejos de Maribel atestado de trabajo. Como gerente de la empresa tenía grandes responsabilidades y estaba a cargo de cerrar muchos contratos, pero a la vez, su alto cargo le permitía tomarse ciertas licencias que había estado postergando a propósito, pero que ahora estaba dispuesto a como dé lugar para remediar su situación con Maribel. Se tomaría un tiempo para que ambos volvieran a enamorarse. Estaba decidido a llenar de amor a Maribel y completar su familia con aquello que ella tanto quería, un hijo.

En realidad, no era solo un sueño de su mujer. En secreto compartía el mismo deseo, solo que los miedos muchas veces le jugaban en contra y posponía aquel anhelo poniendo débiles excusas que sabía, herían a Maribel. Pero ya no más dejar pasar el tiempo. Ya era hora de recomponer aquello que estaba a punto de destruirse si no hacía algo al respecto.

 

Aquel día llegó muy tarde al hotel. Asistió a tres reuniones, cerró exitosamente los contratos esperados y compartió una larga cena con los ejecutivos de la empresa con la cual se iban a fusionar. Pensaba que si lograba hacer todo cuanto antes, podría volver al lado de Maribel más pronto de lo que pensaba.

Miró el reloj y se dio cuenta que ya era de madrugada. Seguramente ella estaría durmiendo. No había podido hablarle durante todo el día por causa del trabajo y eso le pesaba. La tarde había muerto lentamente y las horas lo consumían. Estaba ansioso por verla.

De pronto se puso a pensar que la chispa de su amor seguía ahí, en su corazón, tan fuerte como siempre, tan grande como desde el día en que se enamoró de ella. No podía comprender cómo fue que la costumbre cambió su manera de querer, porque la quería, de eso no había duda. La amaba con toda su alma.

El whisky no lograba apaciguar su sed de ella. Ansiaba que las horas pasasen rápido, necesitaba verla cuanto antes y decirle cuánto la amaba. De un tiempo a esta parte había dejado de hacerlo sin poder entender aún por qué. Una vez más la rutina era la culpable. Dar por sentado al otro se había vuelto en un mal hábito.

Su teléfono sonó mientras aún sostenía el vaso de alcohol en su mano. Su corazón dio un vuelco. Una llamada a esa hora solo podían ser malas noticias. Miró la pantalla y el número de su vecino figuraba allí. Aunque ya estaba asustado por lo que sea que aquel hombre le tuviera que decir, nada lo preparó para lo que escuchó del otro lado.

- ¿Luciano?

- Sí, Carlos, ¿pasó algo? – los ruidos de sirenas de fondo anunciaban a Luciano que algo malo había pasado y algo muy, pero muy malo.

- Gracias al cielo que no estás en casa. Maribel está contigo ¿verdad? – le dijo su vecino con un poco más de serenidad a pesar del desastre que lo rodeaba.

- No, Carlos, yo estoy en un viaje de negocios, Maribel está sola en casa. – le respondió ya con desespero.

- ¡Maldición! – farfulló el vecino.

- ¡¡Maldita sea, Carlos, qué sucede!! – gritaba Luciano desde el otro lado de la línea.

- Catalina y yo estábamos cenando fuera y cuando llegamos a casa nos dimos cuenta de que todo en el barrio había quedado destrozado, como si fuesen los vestigios de una guerra. La tubería de gas de la zona tuvo una fuga colosal y explotó dejando a todas las casas con daños espantosos. Buena parte de mi casa se vino abajo y otras, además del daño, se incendiaron…… como la tuya, Luciano. – le confesó Carlos con mucho pesar y lleno de preocupación.

- ¿Y Maribel? ¿Dónde está Maribel? ¿Está herida? ¡Por favor respóndeme, Carlos! – le dijo impotente y con el corazón en la mano. Se negaba a pensar que su mujer yacía muerta dentro de aquel lugar que no era un hogar si ella no estaba allí.

- Te he dicho que pensé que estaba contigo. Acá todo está colapsado, el olor a gas es insoportable. Supe que hubo algunos muertos y otros tantos muy malheridos producto de las explosiones, pero no sé nada más. Los bomberos no nos dejaron pasar. Vimos nuestra casa y la tuya desde lejos y casi no queda nada de ellas. Lo siento amigo. Ni siquiera los bomberos supieron decirme nada con respecto a la identidad de los que resultaron heridos o de los que…… ya sabes. – Carlos no quiso decirle a Luciano que tal vez Maribel podía estar entre aquellos muertos. Iba a decir que trataría de seguir averiguando cuando se dio cuenta de que Luciano ya había cortado.

 

El mundo de Luciano se vino abajo en un segundo. Su cuerpo no atinaba a nada. Cayó de rodillas con los ojos anegados de lágrimas. No podía creer que algo malo le hubiera podido pasar a Maribel, a su amor, al amor de su vida.

Maribel…...

Sintió su corazón romperse en mil pedazos y se negaba a la posibilidad de que ella ya no formara parte de su vida. No. No podía ser ese el final de su historia. Algo tenía que hacer. Si su mujer aún estaba dentro de su casa, entraría el mismo y la rescataría. Eso haría y lo haría ya.

Tomó su auto y condujo sin tener consciencia de nada a su alrededor. No vio los “STOP”, no respetó los semáforos ni mucho menos los límites de velocidad. Agradeció que ningún policía se le atravesó o si no tendría que haber huido y eso le sumaría más multas a su registro por todas las infracciones que ya había cometido en esas últimas horas.

Cuando llegó, lo que vio fue Dantesco. La noche se veía absolutamente iluminada con el color rojo y anaranjado de las llamas que consumían lentamente las casas del que, hasta hace un par de días, era su barrio. Barreras instaladas por la policía y los bomberos le impedían el paso, por lo que dejó el auto botado con la puerta del piloto abierta y el motor andando, y salió corriendo con la nariz tapada para no inhalar el gas en la dirección en que se suponía estaba su casa…… su mujer.



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En el texto hay: amor, arrepentimientos

Editado: 12.05.2021

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